Epílogo

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Un par de Zoroarks caminan por el bosque, uno apoyado en el hombro del otro, mientras se acercan a la zona oculta empiezan a escuchar extraños ruidos de voces a lo lejos, al llegar al origen de la algarabía encuentran a prácticamente toda una manda discutiendo de algo sumamente importante, una desaparición.

— ... No puedo creerlo ¿Le cuesta mucho pasar 24 horas sin meterse en problemas? Más le vale que aparezca pron- la joven hembra se interrumpe al ver a los recién llegados — ¡Ya era hora! — exclama molesta hasta que al fijarse en quien acompañaba a su hermano nota algo — un momento, ese no es Zoruno.

— Nop, no lo soy — responde con su dulce voz que si bien es música para los oídos de su amado es una alarma para los demás.

— ¡Desconocida, identifícate! ¿Cómo se te ocurre traerla aquí como si nada, y si es de una manada enemiga? — empieza a gruñir colocándose a la defensiva.

— Jajaja, estoy muy seguro de que no lo es — responde el zorro variocolor para después frotar cariñosamente su hocico con el de su pareja dejando perplejos a los observadores, salvo por uno que solo aumenta más su amenaza — Zorela, todos, les presento a Cristal, mi novia — anuncia haciendo pasar el rostro de los presentes, sin excepción, de la sorpresa a la confusión en cuestión de segundos.

— En realidad, gracias a esto ahora soy tu prometida — añade luciendo su liga dorada decorada con una joya negra en el centro que despierta un mar de murmullos entre todos que no entendían prácticamente nada de lo que estaba pasando.

— Espera, espera, espera ¿Tu nombre es Cristal? — pregunta tratando de entender la situación.

— Si — responde riéndose un poco ante la cara de sorpresa de su cuñada — aunque si eso te sorprendió creo que será mejor que te vayas preparando.

— De acuerdo, ahora, de las mil quinientas preguntas que tengo para hacerles ambos ahora mismo, quisiera que me respondieras una — se dirige a Zorel — ¡¿Dónde rayos estabas?!

— Eh... casualmente es la única que no puedo contestar — al ver la reacción tan exagerada de ira contenido que causa esta respuesta no puede evitar reírse — de verdad lo siento, pero no tengo idea de cómo se llamaba ese lugar.

— ¡Pues hubieras preguntado! — exclama luchando con los deseos de asfixiarlo, aunque resulta un esfuerzo enorme debido a su risa tan tranquila, pero ya tendría tiempo de desquitarse después — O por lo menos avisa la próxima vez que te vayas sin dar explicaciones ¿Tienes idea de los lugares en donde nuestros padres te buscaron? Sera mejor que les avise antes de que lleguen al Boquete Gigante.

— No hace falta — comentan sus padres que acababan de llegar, ambos miran entre felices y furiosos a su hijo, pero no parecían haber advertido a su compañera — muy bien, creo que nos debes un par de explicaciones.

— Más que un par diría yo — comenta mientras avanza firmemente hacia su hijo, pero a cada paso que da su rostro va cambiando lentamente hasta que al final corre a abrazarlo emocionada con lágrimas en los ojos — porfavor no vuelvas a hacernos esto, creímos que te habías ido tras haber perdido, sé que tenías derecho a quedarte, pero como siempre haces lo que quieres, yo pensé que tu *snif*.

— Ya, ya, lo siento mucho — dice tranquilo correspondiendo el abrazo, intentaba sentirse mal por haber causado todo esto, pero le era imposible sentir otra cosa que no fuese felicidad en este momento.

— Que no se te ocurra hacerlo otra vez, por más que hayas evolucionado, al menos avisa para que estemos tranquilos — intente regañarlo, pero le es imposible evitar sonreír — vaya, ya eres todo un Zoroark, y por lo que veo una bastante hábil ¿Cómo conseguiste una pareja tan rápido? — pregunta tanto sorprendido como orgulloso.

Zoruamor e IlusionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora