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Advertencias:

- Contenido explicito.

- Homofobia.

- Amor unilateral (al principio).

- Lenguaje vulgar.

Si no te gusta este tipo de contenido, entonces te pido que no leas este libro.

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Capítulo 1: Variedad en un mercado.

Aquel pequeño limpiabotas tenía la suciedad y el betún manchados en su ropa. Sin ánimos, solamente se dedicaba a vagar por las aceras de aquel mercado. El buen humor que deseaba mantener por el resto del día duro menos de lo esperado, y pensaba que solo sus esfuerzos por tratar de dar lo mejor de si era solo un chiste. Y, sin embargo, ese recuerdo solo le daba un poco más de fuerzas para caminar sin tambalearse demasiado.

Normalmente a esa hora del mediodía, estaría con su pequeña caja de herramientas y su banqueta caminando cerca de algunas bancas de la plaza que esté con más gente y atender a cualquiera que necesite lustrar sus zapatos o botines.

Pero ese día fue arruinado por uno de los momentos al que consideraba como uno de los más desagradables.

El inicio de ese día había empezado como una mañana especial para él. Puesto que se realizó un gran espectáculo en la plaza principal. Pero eso no era lo que lo volvía especial para él, sino la persona que robo más de una mirada fascinada ante su demostración de baile, quien pese a que no parecía ser una completa experta, era lo bastante talentosa para camuflar eso.

Siempre la había contemplado desde lejos en una de sus pocas actuaciones de baile. Le cautivaba su manera de bailar, la manera tan parsimoniosa en la que se movía al ritmo de la música le hacía querer unirse a ella y al ritmo de la música alentar a otros a hacer lo mismo. Para traer algo de alegría a esta triste ciudad. Aunque supuestamente este tipo de cosas no estaban permitidas de hacer, especialmente de una manera tan informal como hacerlo en la plaza y no en algún bar o establecimiento.

No podía decir que le gustaba aquella niña, sino que sentía algún tipo de conexión en el baile que realizaba. Ambos hacían lo que podían para ganar algo de dinero, para llevar al menos un pan a la mesa, para proteger a las personas que querían. Empatizaba mucho con ella sin haberle hablado nunca, sabía que tenían casi la misma edad, que tenían hermanos que los apoyen y el espíritu de querer mejorar su situación de alguna manera. Una manera que sería muy difícil de encontrar para ellos.

Cuando el espectáculo termino, y la mayor parte del público se dispersó siguiendo su camino, la otra parte se quedó para admirar más de cerca a los artistas antes de guardar sus cosas e irse.

Antes de alejarse dio una última mirada a la chica que hablaba con su pequeño equipo, deducía que ellos serían sus hermanos, al menos uno de ellos, ya que se hablaban de una forma muy familiar. Casi de la misma forma que el hacía con los suyos.

Se dio la vuelta y empezó a caminar. La pequeña alegría que le causo el espectáculo seguía con él, como una calidez en su pecho. Esperaba que eso perdurara para mantener su buen ánimo en lo que resta del día.

Todavía era muy temprano. No creía que a su jefe se diese cuenta de que se mantuvo distraído por un buen rato. Si hoy se esforzaba solo un poco más tal vez le den algo de propina.

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Atendió a un hombre mayor; recordándole mejor, era algo desagradable a simple vista; marcas de viruela dejadas en su rostro, rodeando la parte de la nariz y mejillas; aquél mismo lo había llamado, encontrándose sentado al lado de un puesto de periódicos.

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