Eres la chica que vi y ya me habías robado el corazón

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No recuerdo cómo, ni cuándo, mucho menos el momento en el que te hablé, solo sabía que no llevabas ni 10 minutos hablando cuando ya tenías en la bolsa mi corazón. Éramos apenas unos chicos que cursaban la secundaria. La incertidumbre y la euforia por conseguir que a alguien le gustaras era el auge, y yo, para mi bendita suerte, había conseguido una charla en pleno receso con la chica que ya había visto antes pero que, en un acto de cobardía nunca le llegó a hablar.

Eras esa joven de tez blanca como la avena, el cabello esponjado como un soufflé, las noches de desvelo en forma de ojeras, las manos más suaves como la seda, la risa más fresca, la sonrisa de oreja a oreja, las constelaciones en forma de lunares cerca de tus hombros y la majestuosidad de tu silueta a lo lejos se admiraba.

Te buscaba tanto con la mirada indirecta entre tantas personas. Lo cierto fue que mientras yo me la pasaba con mis amigos, deseaba que llegaras a hablarme y pasó... nos sentábamos en un pequeño lugar bajo el cálido sol de una mañana soleada. Duramos 2 semanas consecutivas hablando en mismo lugar, a la misma hora, de lunes a viernes, de 10:30a.m. a 11:00a.m (420 minutos para ser exactos).

Según recuerdo, un 25 de diciembre nos agregamos a Facebook, no cabía de felicidad porque en su momento yo ya había recibido el mejor regalo de esa noche y tú seguías como si nada, como si nunca...

No era más que un amor imposible, que sabía que era la chica más guapa para mis ojos pero que ni de loca se fijaría en mí. Yo, por otra parte, era todo un desastre, el cabello de veces alocado y de veces como presidente, me temblaba la voz y sudaba bastante cuando te acercabas. Nuestro tema siempre fue el "Calentamiento global"

–Yo creo que el mundo se acabará un día, pero ya sabes, el cielo tiene muchos elementos los cuales pueden afectar al Amazonas.- No tenía mucho sentido lo que siempre decías pero yo solo movía la cabeza al ritmo de tus labios, admirando la eterna sinfonía celestial que salía de tu boca.

Si te inscribieras en un concurso de obras esculpidas a marro y cincel creo que no habría cupo para la escultura mejor diseñada por sobrepasar la excelencia plasmada en todo tu ser, siempre serás mi felicidad proyectada en una persona.

Para el amor de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora