Soy Ray, cumplí 15 años dos meses antes de que casi toda la humanidad se extinguiera. En ese entoces empezaron a advertir en los dispositivos electrónicos que algo catastrófico se acercaba. Mayormente lo advertían por la televisión y la radio pero a esas alturas nadie utilizaba la radio. Dos semanas antes de que ocurriera el apocalipsis que acabó con el planeta, le confesé a Ruby que me sentía atraído por los chicos. Los únicos que sabían sobre mi homosexualidad, fueron Ruby y mis amigos. Una semana después, es decir una antes de que todo empezase, la gente comenzaba a alterarse y a creerse lo que mencionaban sobre el fin del mundo pero nosotros y nuestros padres no nos lo creímos.
Días antes del apocalipsis, comencé a buscar y a informarme por las redes sociales y por las noticias de la televisión cuando estaba solo. Se daba por confirmado que varios estados, ciudades y pueblos del extranjero incluso de otros continentes fueron exterminados por una enfermedad que afectaba a los animales y a los humanos contagiandoles la rabia. Lo que no sabían era que aquello no era la rabia. Era el comienzo del fin del mundo. No todas las ciudades se infectaron al mismo tiempo. El virus se expandía lentamente. En el pequeño pueblo de Luke, todo comenzó en una tranquila noche de fin de semana. En mi ciudad, todo comenzó antes.
El ruidoso despertador del móvil me despertó a las 7:00 de la madrugada. Lo apagué y me volví a dormir pero cinco minutos después me volvió a aturdir la cabeza con la irritante canción de Star Wars. Me levanté, abrí la ventana para ventilar la anotación y me fui a desayunar sin intentar despertar a mamá. Papá estaba trabajando y mamá descansaba en la cama después de una dura noche de trabajo. Mamá trabajaba en un bar que abrían las 24h del día en un peligroso barrio del cual se rumoreaban todo tipo de cosas. Ruby, se encontraba en la cocina terminando de desayunar y después de darme los buenos días salió de casa con mucha prisa. Probablemente se dirigía a casa de su estúpido y cursi novio. El era el típico mujeriego que salía durante unas semanas con alguien y después la dejaba para irse con otra.
A las 8:00 me vestí y me preparé para ir al instituto. Salí del edificio con bastante sueño como todas las mañanas y al escuchar los ruidosos coches y la ruidosa gente a mí alrededor, sentí como la cabeza me dolía cada vez más. Media hora después, llegué al instituto. Todo iba a la normalidad. Iba con mi mejor amigo Brad a clase, nos despedimos en la puerta, me dirigí a mí taquilla y ahí se encontraba el típico chico popular alto, guapo, sin ningún grano y acompañado de gente que siempre le seguían por detrás como perros. El chico popular llamado Dylan, como todos los días, cerró mí taquilla con un leve puñetazo, me pidió el dinero del almuerzo y se burló de mí por ser gay.
Después de que Dylan se fuera, apareció mi novio Matt. Se dirigió a él y sin que pudiera escuchar nada, observé cómo Dylan le daba a Matthew el dinero y se marchaba con sus perros. Matt, era un poco más alto que yo, con ojos azulados y pecas que a todas las chicas y a todos los chicos homosexuales les llamaban la atención. Lo único que teníamos en común físicamente era el color de pelo, y el autoestima alto. Ninguno de los dos teníamos pluma.
Sonó la campana de clase y nos despedimos con un apasionado y leve beso que hizo que todos los que se encontraban a nuestro al rededor permanecieran mirándonos al recién enterarse de lo nuestro cuando realmente llevábamos un mes y medio con nuestra relación. A primera hora, la chica que se sentaba a mi lado en clase, Marta, la cual tenía problemas con sus padres ya que no aceptaban que a ella le gustaban tanto las chicas como los chicos, me despertó en medio de la clase antes de que la profe me llamase la atención. Dos horas después, mi padre lleno de sudor entró alterado a clase reclamándole.
Me sacó del instituto, me metió en el coche en el cual se encontraban mamá y Ruby y arrancó el auto. Aquel día fue el último que vi a mi novio y a mi mejor amigo. Papá nos sacó de la ciudad y nos llevó junto a sus compañeros de trabajo y otras personas que se encontraban confundidas y nerviosas como yo. En ese entoces caí en que estaban preparándose para la catástrofe de la cual las notificas nos informaban. Nos encontrábamos a 50km de la ciudad y desde ahí podíamos ver toda la ciudad. Una hora después, cuando bastantes militares como papá se reencontraron con sus familias, por toda la ciudad comenzaron a escucharse gritos, coches pitando y bastante destrucción. Permanecimos media hora más confiados en que llegaría más gente aunque eso no ocurrió. En ese momento, la ciudad era silenciosa y tranquila pero se encontraba en llamas y llena de destrucción. A los alrededores de las ciudades habían bastantes coches que huían de su hogar hecho pedazos. Decenas de coches se dirigían al mismo sitio uno tras otro como si todos se dirigieran al mismo lugar. No entendí porqué pero los militares no quisieron ir con ellos. Yo confiaba en que mis amigos y mi Matt salieran a salvo de la ciudad.
Todos entramos a los coches y nos lo explicaron todo. Ahí tenía claro que estábamos en el principio del fin del mundo, habitado por muertos rondando por todas partes acechando a los supervivientes. Al anochecer, ya que no sabíamos que los zombies eran el doble de peligrosos, veloces y aterradores, bastantes de los que se encontraban con nosotros murieron pero los soldados se encargaron de ellos. Al día siguiente, a 200km de la ciudad, iniciaron un campamento para sobrevivir. Cada día, más supervivientes se quedaban con nosotros y algunos de nosotros morían al ser débiles, estúpidos e inocentes. Pero todos los que nos encontrábamos ahí éramos débiles y no había forma de hacernos más fuertes o valientes ya que los militares cuidaban de nosotros como si fueramos un estorbo. Poco después llegaron Ray y Max junto a sus padres y les conocimos.
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Extinción.
Ciencia FicciónDespués de que nosotros los humanos hayamos destruido el planeta, el cambio climático junto a la contaminación en todo el planeta y otras catástrofes, los humanos comenzaron a cambiar tanto físicamente como psicológicamente, con sarpullidos por toda...