Capítulo 29 La muralla.

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Han pasado tres años desde que enterré lo que quiera que sea esto. La humanidad una vez más, tomó el mando sobre nuestro planeta. Dichoso ego que nos salvó una y otra vez. Sí bien he vuelto a escribir aquí, es porque obviamente sigo vivo, para bien o para mal. Tal vez me haya equivocado cuando dije que en tres años probablemente ya estaríamos todos muertos y que no teníamos una vida por delante. Pero después de un final, viene otro comienzo.

Comenzaré a escribir en memoria de las pérdidas más frustrantes que ninguno de nosotros esperaba. Matt, al que Ray le conocía como a su novio desde antes del mismísimo apocalipsis, se quitó la vida. En parte, era de esperar. Las razones son obvias, ego y celos. Durante más de un año, vivió con rencor sin soportar el hecho de que Ray y yo, siempre habíamos estado destinados, aunque el destino es un punto de vista recreada con más ego. Se veía como un alcohólico que perdió el trabajo antes de suicidarse. Tenía unos pelos, una barba y un olor a muerto que cualquiera que se lo cruzara, terminaba vomitando.

Terminamos con las provisiones del búnker en el que me trataron cuando me reencontré con todos pero plantamos lo suficiente como para tener comida hasta el resto de nuestras vidas sin preocupaciones. No construimos una aldea porque tarde o temprano sería destruida por gina catástrofe. Plantamos un bosque de unos cinco kilómetros de radio por lo que hay diez kilómetros cubriendo los alrededores. Lo hicimos para camuflarnos. Hicimos docenas de casas en los árboles con escaleras y puentes de madera que los unían como si hiciéramos un pequeño pueblo a cinco metros del suelo. Sí a eso se le puede llamar pueblo, habían como mínimo diez a un kilómetro de distancia entre todos. Matt, se ahorcó en uno de los árboles para que cuando muriera, no caminara en busca de carne humana. Alguien lo encontró, le clavó un cuchillo en la cabeza y dió la noticia de lo ocurrido. Lo enterramos como a todos y todo siguió como si nada.

Solía llover bastante y a uno de los que tomaron en mando, (entre ellos mamá y Amanda) se le ocurrió algo. Durante dos días sin parar cavaron e hicieron pozos que todos estaban conectados. A doce metros subsuelo, construyeron una clase de piscina conectada a otra que se encontraban debajo de los pozos. Estaban conectados con tuberías también hechas por ellos para que corriera el agua. El agua de la lluvia, se metía por alcantarillas también hechas por ellos, y llegaba a las piscinas.

Cuando alguien cogía agua para tomarse un baño como hacían antiguamente con fuego debajo y una tabla en la bañera para no quemarse o para beber o etc, la hervían para que fuera potable y quitarle todas las bacterias posibles aunque era seguro y no nos contagiariamos del virus porque nos aseguramos de que no hubieran zombies entre nosotros. Para ello, construyeron una muralla de veinte metros de altura y tres de grosor.

Encima de las murallas, siempre habían francotiradores que se encargaban de asegurarse de que los caminantes no se atrevieran a escalar el muro aunque no se atrevían a acercarse ya que los alrededores estaban repletos de minas. Solamente dos grupos de siete personas salían al exterior para cazar. Para ello, salían por un túnel que hicieron bajo tierra para no toparse con las minas.

Con el paso del tiempo, el contacto con los caminantes era lo de menos ya que su piel insistía en cubrir su cuerpo y sin saber cómo, el ácido se endureció con la piel solidificandose. Lo malo es que su piel era tan dura y gruesa que los disparos no les afectaban. No tenían nada de pelo y cuando sus cabezas cobraron otra forma. Sus cabezas estaban protegidas por un capullo que solo lo abrían para alimentarse ya que dentro de él se encontraba la boca. El capullo por dentro estaba repleto de dientes y sus orejas tenían aspecto de branquias y tenían un olfato y oído tan agudo que podrían escucharnos a kilómetros. El calor y la luz del sol seguía siendo su mayor miedo pese a hacerles menos afecto.

Uno de esos monstruos, se comieron el brazo izquierdo de Dylan, que fue uno de los cazadores hasta que se retiró por su familia. Durante un periodo tan largo como para hacernos creer que no habían caminantes, mientras los muertos se mantenían ausentes mutando, el planeta seguía cobrando vida. Bastantes especies nuevas o ya extinguidas, volvieron a existir como el tigre de tasmania, animales prehistóricos sin evolucionar como los peces con patas... Nos encontrábamos en un mundo totalmente extraño para nosotros y ninguno de nosotros sería capaz de sobrevivir ahí afuera. Tras la reaparición de los zombies mutados, lo más probable era que la mayoría de esos animales, ya estuvieran extintos de nuevo.

Medio años más tarde, los dos grupos de cazadores se hicieron uno y entre ellos salían con biólogos, científicos y más para explorar el exterior. Encontraban todo tipo de cosas desconocidas o fuera de lo común. Plantas extintas y comestibles las cuales tomaron y plantaron dentro de la muralla, animales salvajes que se mantenían con vida huyendo de los caminantes...

Mamá y Amanda, se encargaban de mantener el orden entre probablemente los únicos humanos que quedaban en el planeta a menos que hubiera un campamento como el nuestro. Ray y yo, trabajábamos en las tierras. Dylan se dedicaba a cuidar de su hijo y su hija tras la muerte de la madre en el parto del segundo bebé. Tener un bebé en tiempos como estos era muy difícil ya que ni los médicos podían hacer nada al no tener lo necesario. Teníamos botiquines pero no nos permitían utilizarlos y tampoco nos servían de mucho para los partos.

Dylan era un inmaduro y con el tiempo recapacitó pero con el tiempo iba perdiendo la cabeza. El amor de su vida falleció y su hermano se quitó la vida así que a él no le faltaba mucho para derrumbarse. Cuando estuvo al borde de derrumbarse, acudió a mí y a Ray para criar a sus hijos. La hija estuvo también a punto de morir. La madre sobrevivió una hora más después del parto y al dar por hecho que se moría, exprimió sus senos acumulando dos litros de leche para que Dylan alimentara al bebé hasta que se acabara.

En todo el campamento, había una pequeña granja con tres cerdos, dos vacas, tres gallinas y cuatro corderos que un grupo de supervivientes criaron durante el fin del mundo hasta que un grupo de supervivientes los encontraron y los llevaron al campamento mucho antes de que los caminantes hubieran mutado. Aquel grupo de la granja para sobrevivir, se alimentaron del resto de la granja mientras los terremotos, diluvios y otras catástrofes les hacía la vida imposible.

Durante estos tres años, los animales de la granja se reproducieron y gracias a ello, teníamos leche y huevos hasta que cuando los cerdos y corderos se reproducieron bastante, comenzaron a repartir carne una vez cada cinco meses. La hija de Dylan calló enferma mientras se acostumbraba a la leche de las vacas pero sobrevivió afortunadamente.

Ray y yo, ayudamos a Dylan con los críos haciéndonos sus tíos pero no optabamos por criarlos ya que preferimos apoyar a Dylan y mantener sus lazos paternos.

Extinción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora