CAPÍTULO 26

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ÁKSELI

Tras el problema en la casa de Korovin, decidí que debía de reforzar mi sistema de espionaje para evitar ser descubierto con facilidad. Debía de poder entrar a la mansión de Ruby y poder arrebatarle todos los tesoros que ella guardaba en su interior.

El problema era que no podía llevármelo así por las buenas: tenía que encontrar una forma para poder infiltrarme yo o mis hombres y esconderlo todo sin dejar ninguna pista posible. La ventaja residía en que no era la primera vez que hacía algo así.

Algunos de mis hombres quedaron mal heridos por culpa de aquella mujer. Por desgracia no tenía tantos a mi servicio para poder efectuar la ronda de vigilancia en la parte exterior de la casa de Ruby; tan solo tenía mi mano derecha en aquella casa y alguno de ellos fuera vigilando la entrada.

Y era mi más fiel y leal mano derecha.

Precisamente supe dónde vivía el bueno de Korovin gracias a él además de saber ciertos lugares secretos de la casa. Era maravilloso tener un as bajo la manga, algo que, si Ruby se enterase, palidecería porque no se lo esperaría.

Nunca se esperaría que estuvo vigilada casi desde la muerte de su adorado marido y que, a pesar de que se había salido con la suya desde entonces, yo era de los que esperaba antes de atacar.

Nunca dejaba cabos sueltos y eso era precisamente mi seña de identidad; letal como el cianuro bajo la lengua al igual que silencioso.

Mientras que me surtía de mi excelente vodka para relajarme en mi enorme salón, un leve pitido me anunció que un mensaje había llegado a mi teléfono. Aún era bastante temprano en la mañana por lo que estaba casi seguro que era mi maravilloso espía.

Tomé el dispositivo y leí el escueto mensaje; era todo lo que necesitaba saber.

Ruby está fuera de la mansión, todo libre.

Aplaudí con una risa en mi rostro; estaba deseando poder echar mano a todas las maravillas ocultas bajo ese techo. Por el momento, todo estaba saliendo a pedir de boca.

RUBY

No eran más de las nueve de la mañana y el cielo anunciaba que iba a ser un día lleno de sol. Subidos en aquel helicóptero me daba cuenta de cómo la vida podía cambiar de un momento a otro; nunca pensé que vería a Edward pilotar su viejo tesoro mientras que me acompañaban los hijos del famoso Erik Ortega.

Pero ahí estábamos, jugándonos la piel por un espejo cuya réplica casi exacta la tenía en la mochila que llevaba a mi espalda bien envuelto y protegido contra cualquier golpe que pudiera llevarse.

Ambos hermanos parecían encontrarse más tranquilos y eso me aliviaba porque era lo menos que necesitábamos. Matt miraba por la ventanilla silencioso mientras que Daryl jugaba con una moneda que sabía Dios dónde la había encontrado.

La miré atentamente y me di cuenta en seguida de algo; era un marco Finés, la moneda que había antes de que hubiera euros en Finlandia. Me sorprendió enormemente porque yo no tenía ninguna de esas monedas en mi hogar ya que, cuando me mudé de Finlandia a Argentina, todas las monedas las cambié por pesos.

No pude evitar preguntarle porque era realmente extraño, entonces él me dijo:

-Me lo guardé en el bolsillo cuando entré a la sala secreta que hay tras la estantería que Eduardo nos enseñó. Estaba en el suelo y me llamó la atención así que la tomé, pero si te molesta te la devuelvo.

Me quedé congelada de cabeza a los pies, ¿Cómo demonios era posible eso? ¿Cómo?

Negué con la cabeza y me quedé en silencio. Debía de haber algún tipo de explicación plausible para llegar a una conclusión lógica, pero por el momento no se me ocurría nada. Decidí dejar ese tema a un lado al menos hasta que pudiera hablar con Edward con mayor tranquilidad; él siempre sacaba de mí las mejores ideas y cavilaciones.

-Quedan unas cuantas horas de viaje así que os recomiendo que durmáis un poco; yo os avisaré.

Le tomé a la palabra viendo que todo marchaba sobre ruedas. Me acomodé en mi asiento y dejé fluir mis preocupaciones completamente fuera de mí. Necesitaba esa calma, aunque me costaría conciliar el sueño sin mis pastillas para dormir.

Desde el asesinato de Edgar, yo no podía dormir por las noches. Las pesadillas de él muerto completamente desangrado en el suelo y la pistola humeante en las manos de Ákseli, me perseguían desde entonces. Los años se hacían eternos y monótonos; no vivía, sino que sobrevivía.

A pesar de las ayudas de Edward para superarlo, jamás pude hacerlo. Él pudo llevar su vida como pudo sin olvidar la memoria de su hijo y siguiendo con la arqueología como él hubiera querido. Ya no daba clases, pero ese mundo jamás lo abandonaría hasta el día de su muerte.

Y él era el mejor, el mejor profesor que cualquier amante de los artefactos antiguos y antiguas civilizaciones querría tener. Era una fuente de conocimiento casi ilimitada; me sorprendía tanto el cómo podía gestionar tantas cosas en esa cabeza cada vez más longeva.

Y a pesar de que yo era una causa perdida, él no cesaba en su empeño de que viviera sin el recuerdo de él enlazado conmigo. Pero no podía desprenderme de él y menos sin poder probar que fue Ákseli el que lo mató. Por mucho que testifiqué en su contra, nadie encontró pruebas tangibles de que lo inculparan y lo que era peor, no encontraron el arma.

Siempre sospeché que tenía contactos en la policía y que borraron las huellas de su crimen al igual que pasó con el asesinato de Erik Ortega. Todo apuntaba que fue él, tenía una enorme corazonada y rara vez me equivocaba cuando en el pecho me latía una idea.

El silencio me envolvió, tan solo escuchaba el motor del helicóptero de fondo. Sentía como me iba deslizando dentro del sueño, como mi cuerpo era más liviano. Temía soñar sin mis pastillas porque solía estar consciente dentro del mismo y recordaba exactamente lo que había soñado.

Como cuando ocurrió aquel día hasta que pude por fin medicarme, el rostro de Edgar se me aparecía ante mí. Estaba esperándome en el despacho como aquella vez en la primera visita que recibí. Cuando éramos aun amigos, pero se notaba la química revolotear entre ambos.

Por aquel entonces no sabía que era hijo del excelente profesor Edward Korovin, la persona que más había admirado siempre, así que la sorpresa que aquel hombre pasaría a ser mi suegro era realmente mayúscula.

Pero la vida por aquel entonces era maravillosa, todo era maravilloso a su alrededor, pero el día en el que él abandonó su vida, la mía propia voló con él.

Clever than Ever(Is It Love?Daryl)[TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora