Capítulo 8: ¿Donde está mi tarea?

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Estiró ambos brazos con pesadez y con uno de ellos tomó una de las sábanas que cubrían su cuerpo, mientras extendía el otro hacia su izquierda sin abrir los ojos para tomar entre sus dedos su teléfono móvil, quitó las sábanas de si y se incorporó con lentitud sentándose a la orilla de su cama, talló sus párpados aún cerrados con su mano libre y posteriormente la extendió soltando un leve bostezo hacia arriba, para con pesadez abrir los ojos y posicionar sus orbes sobre la pantalla del móvil, aún era temprano.
Con lentitud aprovechando el tiempo que le restaba, se levantó de la cama colocando sus pies en el suelo haciendo contacto con el frío, haciendo que en automático su cuerpo respondiera con una especie de descarga eléctrica que recorrió su cuerpo de abajo hacia arriba la cual la chica ignoró mientras caminaba en dirección hacia el cuarto de baño.
Abrió la regadera y dejó el agua fluir, mientras esperaba aquí la temperatura del agua fuera perfecta para darse su ducha matutina, se deshizo de cada una de sus prendas.
Tomó su tiempo para tomar su ducha, al igual que tomó su tiempo para realizar todas sus demás actividades matutinas.

Por primera vez en mucho tiempo Rukia no saldría corriendo de su habitación por temor a llegar tarde a la primera clase, sin duda alguna se sentía sumamente bien estar a tiempo.

La joven caminaba con tranquilidad sobre los pasillos observando a su alrededor el ambiente matutino, se daba cuenta como cuando ibas temprano las cosas eran sumamente diferentes a cuando llevaba más de 10 minutos de retraso, pudo observar como sus compañeros hablaban entre ellos en los pasillos, los miraba con curiosidad analizándolos, observado algunas caras familiares, con algunos de ellos compartía ciertas clases, pero nadie en especial, de hecho no había nadie a quien pudiera hablar en ese momento pues la única persona a la cual consideraba su amiga era Hinamori, de pronto cierto punto naranja envuelto en el bullicio llamó su atención: Ichigo Kurosaki.
El chico se encontraba cargado en su casillero, con la mirada clavada en su teléfono sobre el cual parecía estar tecleando lo que Rukia imaginaba se trataba de un mensaje de texto, se encontraba solo, era sumamente extraño que estuviera alejado de sus fieles seguidores y de sus muchas fans.
Quizás fue la situación o quizás algo se había botado en el cerebro de la chica, pues la loca idea de acercarse hablar con él se hizo presente en su mente.

Sacudió su cabeza con violencia intentando sacar esa loca idea de su mente, solo logrando que esta se aferrara más a ella ahora con una excusa: "El trabajo de anoche", ¿Ichigo se había hecho cargo del cómo se lo había pedido? indecisa, detuvo sus pasos, "claro que se hizo cargo, de eso dependía más de la mitad de su calificación" su mente habló haciendo que se decidiera por seguir su camino, pero "¿y si no lo hizo?" Debatió su mente de nuevo deteniendo sus pasos de nuevo, suspiró y se armó de valor para hacer algo que nunca en su vida creyó que haría: iniciar una conversación con Ichigo Kurosaki.
Fue en ese punto cuando su plan calló ¿Cómo rayos iniciaban una conversación con alguien como él? Su mente fue más lenta que los reflejos del chico, quien al sentir la mirada de Kuchiki elevó sus ojos posicionándolos sobre ella, al ver como esta le observaba una mueca de confusión se formó en su rostro, la cual fue sustituida por una de desagrado en automático al recordar como lo había llamado "estúpido" en su último encuentro.

—Hola— ¿solo eso se le había ocurrido?

—¿Hola? — Ichigo respondió su saludo, guardando su móvil —¿pasa algo? — cuestionó la extraña conducta de la chica.

—Solo quería saber si te encargaste del trabajo— desviaba su mirada nerviosa, aparentemente Ichigo seguía molesto con ella, lo podía notar por su tono serio y falta de coqueteo.

—Ah— suspiró desanimado en cierta forma, esperaba que alguien tan lista como lo era Rukia pudiera dase cuanta de que no estaba muy cómodo con lo que había dicho y por lo menos recibir una disculpa —, sí, me he hecho cargo, justo iba por él a mi habitación.

—Eso es genial.

—No tienes por qué preocuparte, no soy tan idiota— recalco la palabra –, como para olvidarlo— y dejando las palabras en el aire se alejó a paso lento dejando a Rukia tras de si.

Sí que estaba molesto, incluso alguien con el corazón tan frio como lo era Rukia se sentía culpable por ello, y a pesar de lo mucho que le hería su orgullo, se disculparía al finalizar la clase.

Dear, I hate youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora