--Creo que esto no va a funcionar.
Me recargo en mi silla y asiento.
--Sí, ya lo sé.
La señora Jordan se recarga también en su asiento y sonríe suavemente. Aunque tal vez yo no debería llamarla “Señora”, quiero decir, tiene como… ¿Veinticinco? No es muy mayor que digamos. Ella podría ser mi hermana mayor.
--Ridley, sé que no te gusta estar aquí, pero podemos hacer un intento, ¿De acuerdo?
No le contesto.
Miro el reloj en su escritorio.
Aunque no lo creas, soy muy buena para eso de la psicología. Tal vez tenga que ver con el hecho de que la psicología tiene que ver con manipular y jugar con la mente. Implantar algunas ideas por ahí, eliminar otras por allá y listo. Es por eso que sé que cuando miro al reloj ella piensa que estoy contando el tiempo, y sé que piensa que tiene mucho trabajo por delante. Y cuando suspira y desliza los ojos atrás de mí sé que está viendo la pequeña tabla a mis espaldas dónde tiene anotados iníciales y horas. Que puedo deducir que son nombres de pacientes y horas de consulta.
Soy como El Mentalista, solo que más genial y con mejor cabello.
Bueno, ya, que eso se llama exagerar. No tengo ni la menor idea acerca de todas las cosas que acabo de decir, pero al menos pienso que tengo razón.
Pero, bueno, soy muy buena en toda esta porquería, de cualquier manera.
--¿Sabes, Ridley? Tu hermano paga mucho dinero para que tú tengas estas sesiones. Y no creo que se sienta feliz cuando le llame por teléfono a explicarle tu falta de colaboración.
Pero ella también es muy buena. De seguro también ve El Mentalista.
--Entonces—Continúa—Sé que comenzamos con el pie izquierdo. ¿Qué tal si intentamos comenzar de nuevo?
Suspiro. Ya venía sabiendo yo que perderme los últimos tres capítulos me iba a afectar.
---Muy bien. ¿Qué…?
Pero Jordan ya ha sonreído y se ha levantado. Ella abre la puerta de su clínica y sale.
--¿Pero qué carajos…?—Farfullo, mirando la puerta.
Y luego la puerta se vuelve a abrir.
Jordan me sonríe de nuevo desde la puerta. Aparta algunos mechones de pelo rubio que se han caído desde su muy bien elaborado peinado en lo alto y se sienta de nuevo enfrente de mí.
Y me extiende la mano.
--Soy la Doctora Jordan.
Estrecho su mano (de nuevo) con una ceja alzada y pienso que tal vez yo no soy la única que en su juventud fue a un psicólogo. En su caso, tal vez, un psiquiatra.
--Ridley—Digo entre dientes, al tiempo en que ella suelta mi mano.
--¡Gusto en conocerte, Ridley!
¡No hay manera de que ella pueda ser fan de El Mentalista también!
--Igualmente—Finjo una sonrisa.
Se detiene, como advirtiéndome que sea amable. Pero luego vuelve en “Su nueva yo”.
--Entonces, Ridley. Cuéntame sobre ti.
Casi la mando a freír espárragos (De nuevo) pero recuerdo a Charlie. Ese pobre desgraciado no tiene la culpa de que yo esté tan dañada, quiero decir… Tengo que darle un respiro. Y si esto significa eso… Pues bueno.
--Bueno, yo… Eh, tengo dieciséis años. Humm… Mi mejor amiga se llama Kimera, vivo con mi hermano mayor… Ahmn… ¿Qué quiere exactamente que le diga?
--Dime sólo lo que quieras decirme.
Ella es una birria de manipuladora, honestamente. Quiero decir, ¿Cómo me dice eso si ese fue el problema? ¡Se supone que me tiene que sacar cosas!
Me quedo callada, sólo esperando. Así que toma el primer paso.
--Muy bien. Tu hermano me mencionó el otro día que tienes un novio. ¿Quieres hablar de él?
Enserio. Ella es horrible.
Pero bueno. Está bien.
Muy bien. ¿Qué mencionar de mi no-novio Harry?
Entonces mis mejillas prenden en llamas. No literalmente, claro. Pero puedo jurar que siento como me caliento y me ponga roja. Por ese beso.
--¡Oh, bueno, bueno! ¡Hay que hablar sobre él!
Jordan se acomoda en la silla y pone sus codos en el escritorio de madera clara como si fuera una adolescente a punto de sacarle el chisme a su mejor amiga sobre el chico que le gusta.
¿Cómo demonios obtuvo su título? ¡Es como ver una versión mala de Josselyn!
Josselyn.
Sunny.
Mi ánimo baja.
--Oh, oh. ¿Problemas en el paraíso?
Frunzo el ceño.
Me doy cuenta de que hay muchas cosas de las que me gustaría hablar libremente. Cosas que no comprendo por mi cuenta. Cómo la cosa que sentí cuando Harry me besó, lo cual fue como, súper tierno. Y luego la depresión que me trae Josselyn. Y luego están los celos, que provienen de Sunny. Mamá, con su comportamiento de “Vamos a fingir que no te abandoné a ti y a tu hermano y que las cosas están bien entre nosotras de nuevo”. Charlie, por la culpa que siento por robarle su vida. Y Kimera. Porque a veces siento que no puedo ayudarla, cuando presiento que está más jodida que yo.
Cosa que es mucho decir.
Pero cuando miro al rostro la doctora Jordan, sé que no puedo permitírselo contárselo.
Aunque, tengo que hacer algo, por Charlie.
Creo que hablar sobre Harry está bien.
¿Lo está, verdad?
--Bueno—Empiezo—Su nombre es Harry—Hago una pausa. ¿Tengo que ser así como completamente honesta con ella? No por ahora—Está afuera esperándome. Él me trajo.
De repente la expresión infantil en el rostro de Jordan desaparece. Mira hacia la puerta.
ENSERIO: Ella debería ver El Mentalista. Aprendería demasiadas cosas útiles.
Jordan sonríe.
--¿Enserio? ¿Sabe él que estás tomando terapia?
Asiento.
--Sí.
--¿Y fue fácil para ti decírselo?
--¿Porqué lo pregunta?
Se encoge de hombros.
--Muchos pacientes prefieren mantenerlo en secretos. Se avergüenzan—Me señala con la pluma que sostiene entre sus dedos--¿Sabes que no hay nada malo con pedir ayuda, verdad, Ridley?
Yo ya había escuchado eso antes.
Suspiro y asiento.
--Sí, bueno, tenía que pedirle que me trajera. Era eso o venirme caminando, y está muy lejos. O pedirle a mi amiga Kimera que me trajera. Y como que no.
Asiente, con la pluma en su barbilla.
--¿Y por qué no le pediste a tu amiga Kimera que te trajera?
“Porque no te interesa saberlo, por eso”
No contesto.
Se encoje de hombros.
--Bien, volviendo a este chico Harry… ¿Es buen besador?
Y entonces es esa adolescente de nuevo.
Pero yo también lo soy, al final de cuentas. ¿Qué puedo decir o hacer? Me ruborizo hasta la raíz de mi cabello, eso hago. Tartamudeo un poco, eso digo.
--Ehh… ¿No puede escucharnos detrás de las paredes, verdad?
Miramos juntas las paredes de cristal ahumado. O al menos parece que son de cristal.
--No te preocupes, Ridley.
Sacudo mi cabello.
--Bueno… Sí.
Sonríe amablemente y gira de un lado a otro en la silla giratoria. Qué bueno que la mía es estable, porque si no ya estaría dando vueltas como una niña en un nuevo vestido de princesa color de rosa.
--¡Detalles!
Jugueteo con las pulseras en mi muñeca.
Bueno, que tal vez ella es una birria, pero como adolescente, completamente pasa.
---Bueno… Sólo me ha besado una vez. Pero no sé, sentí… Diferente. Yo, no puedo entenderlo.
Frunce el ceño.
--¿Una vez? ¿Cuánto tienes con este chico?
--Como… cerca de un mes. Sí, la próxima semana—Hago una pausa cuando veo su rostro—Bueno, es que… Él es mi novio, pero no lo es.
Me arrepiento al mismo momento en que sale de mi boca. Pero supongo que no hay vuelta atrás.
--¿No le dirás a mi hermano, verdad?
Sacude la cabeza.
--Las conversaciones que tenemos aquí son estrictamente privadas. Guardaré secretos, lo prometo.
Pone un dedo sobre sus labios.
Suspiro y asiento.
--La cosa es que… Bueno, yo tengo este ex novio que es una lata y… Bueno, él está fingiendo ser mi novio para mantenerlo alejado. En verdad no es la gran cosa. Harry es sólo un amigo. No hay nada profundo en él que puedas investigar y hallar un problema. Así que creo que podemos dejarlo.
Sigue dando vueltas en silla giratoria.
--No te diré nada, porque yo hice algo parecido cuando tenía tu edad. Pero dices que no es profundo. ¿Qué me dices sobre ese beso?
Tengo que voltear mi cara para ocultar la pequeña sonrisita que muestro.
Cuando estuve según yo enamorada de Max, yo era como la estúpida más grande. Con Harry estoy de la misma manera.
Supongo que cuando se trata de amor soy completamente estúpida al respecto.
No, no, para. ¿Desde cuándo Harry entra en el contexto “Amor”?
Pongo las manos en mi cabeza.
--¿Quieres comentarme lo que pasa?—Pregunta amablemente, mirándome. Ahora dejando de dar vueltas en su silla.
--Nada. Es sólo que… No sé. Harry es sólo un amigo. Y yo… mi mente… está… ¿Cómo decirlo? Estoy…
--¿Estás pensando que te gusta?
Sonríe, con esa sonrisa de “Yo sé mejor que tu y soy grandiosa”.
A lo mejor sí ve El Mentalista. Quizá Doctor House. ¿Sherlock Holmes? No, ese es un nivel muy elevado. Ni siquiera yo.
Es buena. ¿Quién lo diría?
--… Más o menos—Hago una pausa--¡Es sólo que…Aghhhh! Quiero decir que he besado como a todo el mundo y de repente soy muy… torpe.
--Cuando lo besas a él—Añade.
Asiento.
--¡Y eso pasó hoy! Me convertí como de Chica Genial a Torpe Enamorada. Pero de cualquier manera eso es estúpido, porque no estoy enamorada. Son las hormonas.
Ella asiente.
--Es lo más probable.
Asiento y la señalo con el dedo.
--¡Exacto...! No puedo creer que en verdad esté hablando de esto contigo. Sin ofender.
Ella asiente.
--Lo entiendo, soy una desconocida. Espero que podamos cambiar eso—Mira el reloj--¿Mi consejo? Tómatelo con calma. A penas lo conoces. Deja que el chico se acerque a ti, y ya veremos qué pasa más adelante. Que te haya besado no significa nada, ¿Verdad?
Me quedo callada.
--¿Significa que has caído por él definitivamente?—Pregunta.
Niego.
--No, no llego más allá de la torpeza. Pero en cuanto a su consejo… No estoy segura de en verdad dejar que él se acerque.
Ladea la cabeza.
--¿Porqué, Ridley?
--Es sólo que… Él es un buen chico, y yo… Yo no. Yo siempre estoy en problemas. Yo tengo que ir con un psicólogo.
Ella frunce el ceño y me vuelve a apuntar con la pluma, esta vez de una manera un poco más amenazante.
--No hay nada malo en pedir ayuda.
Alzo las manos, en señal de rendimiento.
--¡Ya, lo sé, lo sé! Yo lo sé. Pero yo no quiero que él me guste. ¿Entiende?
Ladea la cabeza de nuevo y baja la pluma.
--¿Y crees que puedes evitar que te guste?
--Sí. Fue sólo un estúpido beso de, cinco segundos.
--Pero ese beso te hizo sentir…
--Algo—Termino. No creo que ella entienda la magnitud que eso significa.
Jordan se encoge de hombros.
--Es el inicio de algo.
--Pero yo no…--Una alarma me interrumpe. Jordan desactiva la alarma del reloj y me sonríe.
--Bueno, Ridley. Veremos cómo eso te salió la próxima semana, ¿De acuerdo?
Ella me acompaña a la puerta. Veo que su mirada se desliza hacia la tabla en la pared. Cuando pongo atención descubro que mis iníciales están ahí. “R. E. S.” Ridley Elizabeth Sutton. Y ahí está la hora en que entré. Debajo de mí están dos letras. “K.C”.
Sonrío al pensar que yo tenía razón.
¡Soy tan genial!
--¡Espero volver a verte la próxima semana!
Sonrío amablemente, pero no contesto.
Cuando estoy fuera de la habitación me preguntó por qué demonios hablé tanto. Supongo que ella tiene su propia magia. Quién lo diría.
Cuando la puerta se cierra detrás de mí, cruzo el pasillo y abro la puerta que conduce hacia el vestíbulo.
Harry está sentado ahí, con sus audífonos puestos y un cuaderno en sus rodillas. Está escribiendo. Me planto enfrente de él, intentando no ser una gran estúpida.
--¿Estás haciendo tarea?
Algo me emociona en la manera en que mira hacia arriba inexpresivo, pero al ver que soy yo, sonríe. Y como que su sonrisa abarca toda su cara.
Se quita los audífonos y se levanta.
--¿Te fue bien?
Asiento.
--Muy bien.
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Reckless.
Teen FictionRidley Sutton salta de corazón en corazón, rompiendo todo. Harry Conrad no. No la va a dejar. *Esta historia fue publicada en un blog anteriormente, con mi nombre de autor similar. *No es el Harry de One Direction. -Derechos reservados-