--¿Qué sucede?
Charlie se queda parado en mi puerta y me mira fijamente, ahí, acostada sobre la cama, hecha bolita, confundida y sintiendo lástima por mí misma, con una ligera gripe. Odio tanto las gripas de verano como los corazones rotos, y los he conseguido los dos al mismo tiempo… No, no, espera. ¿Qué corazón roto?
--Tengo gripa, Charlie—Le gruño, tapándome la cara con la colcha.
Oigo los pasos de Charlie por la habitación, y luego siento el peso de Charlie ceder bajo la cama.
--No, no me refiero a la gripe. Me refiero a ti.
Me quito la colcha de la cara y me limpio las lágrimas que no sé si es por la gripa o porque he cedido, finalmente.
--¿Yo qué?
--Te conozco, yo sé cuando algo va mal.
Charlie estira su mano y me soba la espalda en círculos. Me quedo callada.
Es cierto; Él siempre sabe cuando hay algo mal.
--¿Qué va mal?—Susurra.
--Todo—Confieso, poniendo las manos juntas entre la cabeza y la almohada—No lo sé. Nada. No sé. Josselyn, Kimera, mamá, Harry…
Frunce el ceño y sus cejas se unen.
--¿Qué te hizo ese Harry?
--No… No me hizo nada. Creo, creo que yo le hice algo a él. No lo sé.
--¿Quieres aclarármelo?
--¿No deberías estar en el trabajo o algo? Son sólo las cuatro. ¿Y dónde se metió Deborah?
--Ella está dibujando. ¿Sabes que lo está haciendo de nuevo?
Asiento.
--Vi un cuadro. Ella me dibujó.
Levanta una ceja.
--¿Lo hizo?
Asiento.
--Bueno, no me sorprende. Eres muy importante para ella, y tú solo la tratas mal.
Yo ya sé a dónde esto se va a dirigir, y ahorita no estoy de humor para atrapar una pelea.
--Tengo sueño, Charlie. Cierra la puerta cuando salgas.
Él frunce el ceño.
--Sabes que tengo razón, Ridley. Pero bueno. Dime qué sucede.
Resoplo.
--¿Dónde empiezo?
Se encoje de hombros.
--Desde el principio.
--No creo que esto tenga ni principio ni fin.
Se queda callado, esperando.
--Bueno. Antier me peleé con Harry… Menos mal que ya me has dado el carro. No hemos hablado realmente.
--¿Qué hiciste?
Le frunzo el ceño.
--¿Cómo sabes que yo hice algo?
Se encoge de hombros.
--Lo siento. Un reflejo. Continúa.
Le frunzo el ceño una vez más y me acurruco contra la colcha hecha bolas.
--Es que él me besó. Y yo…
Levanta las cejas.
--Ya sé lo que piensas—Le digo, alzando la voz. Estornudo—Pero es complicado. Es que… Bueno, digamos que esta vez fue diferente. Fue más… real. Y más profundo, y yo…--Agito la cabeza y cierro los ojos—Yo le dije que no.
ESTÁS LEYENDO
Reckless.
Teen FictionRidley Sutton salta de corazón en corazón, rompiendo todo. Harry Conrad no. No la va a dejar. *Esta historia fue publicada en un blog anteriormente, con mi nombre de autor similar. *No es el Harry de One Direction. -Derechos reservados-