Capítulo 18.

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--¿Qué sucede?

Charlie se queda parado en mi puerta y me mira fijamente, ahí, acostada sobre la cama, hecha bolita, confundida y sintiendo lástima por mí misma, con una ligera gripe.  Odio tanto las gripas de verano como los corazones rotos, y los he conseguido los dos al mismo tiempo… No, no, espera. ¿Qué corazón roto?

--Tengo gripa, Charlie—Le gruño, tapándome la cara con la colcha.

Oigo los pasos de Charlie por la habitación, y luego siento el peso de Charlie ceder bajo la cama.

--No, no me refiero a la gripe. Me refiero a ti. 

Me quito la colcha de la cara y me limpio las lágrimas que no sé si es por la gripa o porque he cedido, finalmente. 

--¿Yo qué?

--Te conozco, yo sé cuando algo va mal.

Charlie estira su mano y me soba la espalda en círculos. Me quedo callada. 

Es cierto; Él siempre sabe cuando hay algo mal.

--¿Qué va mal?—Susurra.

--Todo—Confieso, poniendo las manos juntas entre la cabeza y la almohada—No lo sé. Nada. No sé. Josselyn, Kimera, mamá, Harry…

  Frunce el ceño y sus cejas se unen.

--¿Qué te hizo ese Harry?

--No… No me hizo nada. Creo, creo que yo le hice algo a él. No lo sé.

--¿Quieres aclarármelo?

--¿No deberías estar en el trabajo o algo? Son sólo las cuatro. ¿Y dónde se metió Deborah?

--Ella está dibujando. ¿Sabes que lo está haciendo de nuevo?

Asiento.

--Vi un cuadro. Ella me dibujó.

Levanta una ceja. 

--¿Lo hizo?

Asiento.

--Bueno, no me sorprende. Eres muy importante para ella, y tú solo la tratas mal.

Yo ya sé a dónde esto se va a dirigir, y ahorita no estoy de humor para atrapar una pelea.

--Tengo sueño, Charlie. Cierra la puerta cuando salgas.

Él frunce el ceño.

--Sabes que tengo razón, Ridley. Pero bueno. Dime qué sucede.

Resoplo.

--¿Dónde empiezo?

Se encoje de hombros.

--Desde el principio.

--No creo que esto tenga ni principio ni fin.

Se queda callado, esperando.

--Bueno. Antier me peleé con Harry… Menos mal que ya me has dado el carro. No hemos hablado realmente.

--¿Qué hiciste?

Le frunzo el ceño.

--¿Cómo sabes que yo hice algo?

Se encoge de hombros.

--Lo siento. Un reflejo. Continúa.

Le frunzo el ceño una vez más y me acurruco contra la colcha hecha bolas.

--Es que él me besó. Y yo…

Levanta las cejas.

--Ya sé lo que piensas—Le digo, alzando la voz. Estornudo—Pero es complicado. Es que… Bueno, digamos que esta vez fue diferente. Fue más… real. Y más profundo, y yo…--Agito la cabeza y cierro los ojos—Yo le dije que no.

Reckless.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora