Aspiro y a continuación toso. Doy un manotazo a la persona que sostiene esa cosa olorosa en mi nariz.
--Quita esa cosa de mí. ¿Qué quieren matarme? Porque fui a karate, y aunque fueron dos clases, ya sé cómo noquear a un hombre.
Aunque no a un hombre. Sólo a mi compañero de aquél entonces, y él era un niño flacucho de catorce años que dejaba que yo hiciera todo lo que quería.
Aunque he abierto los ojos un poco, tengo la visión nublada, como si me acabara de despertar. Por eso no veo a las personas alrededor que suspiran de alivio cuando éstas palabras salen de mi boca. No puedo ver a la persona que me tiene acurrucada en sus brazos, rodeándome como si yo fuera una pequeña muñeca.
--Está empezando a divagar—Dice una voz masculina—Le daré algo de calmante para que duerma un poco.
Alguien ríe suavemente. Harry.
--No está divagando, sólo está siendo Ridley. Está bien.
No estoy segura de si estoy bien. Escucho muchos sonidos alrededor, no sabría decir de qué. Me duele todo el cuerpo y ésa cosa que olí sigue atormentándome.
No, espera… ¿Harry?
Abro bien mis ojos, pero aún sigo viendo nubloso. Intento levantarme, apartar estos brazos que me rodean, porque sé que no son los de Harry.
--Ridley, no—Dice mi hermano, volviéndome a empujar hacia sus brazos.
--¿Charlie?
Me libro de los brazos de mi hermano y me siento en algo frío y duro. Me ubico cuando la niebla en mis ojos se esfuma, cuando me adapto a la luz. Mi hermano mayor se acerca hacia a mí. Él está ahí, sentado a mi lado, con una mano rodeando mi brazo.
--Mi niña, ¿Estás bien?
Miro a Harry, ahí parado enfrente de mí. Tiene las mejillas rojas, el pelo desordenado y la preocupación grabada en sus ojos con una mezcla de alivio. Está muy ocupado respirando y aspirando, mirándome fijamente.
Miro alrededor. Ahora lo entiendo; Todo el sonido. Las personas van y vienen, haciendo su trabajo. Es que aún estoy en la casa de Kimera. No en el interior, claro, en el exterior. Estoy sentada en la parte trasera de una ambulancia, junto con mi hermano, Harry, y un paramédico mirándome, esperando mi respuesta.
--Estoy bien.
--¡Ridley!
El grito histérico de mi madre interrumpe lo que iba a decir y ella sale corriendo entre la multitud de personas con la cara enrojecida y una mueca de dolor. Ella llega hacia mí y me abraza, casi derribándome hacia atrás.
--¿Estás bien, cielo?—Pregunta, en verdad sin darme oportunidad de responder—No te preocupes, todo va a estar bien.
En ese momento un policía interrumpe cortando la escena antes de que pueda cortarla yo.
--Disculpe, tenemos qué hacer algunas preguntas.
Qué mierda. Quiero decir, ¿Estoy a punto de morir y me hacen preguntas en vez de traerme unos jodidos chocolates? ¿Enserio?
No es hasta que tengo todas las miradas en mí y una que otra sonrisa intentando esconder que me doy cuenta de que he dicho esto en voz alta.
Mi madre es la única que me mira severa.
--Oh, vamos, mamá. Dame un respiro.
--Te compraré unos chocolates cuando nos libremos de esto—Me susurra Harry, que se ha deslizado a mi lado.
Me quedo hipnotizada por el movimiento de sus labios.
Ah, y porque me va a comprar unos chocolates.
--Señorita Sutton—Insiste el policía--¿Qué recuerda del accidente?
“Accidente”. Eso no fue un accidente. Eso fue un tipo loco que me ha querido matar. Ha sido el padre de mi mejor amiga. Oh, mierda.
--¿Dónde está Kimera?
--¿Se refiere a la otra joven?
--Sí, ella.
--Estaba muy alterada. Se la llevaron al hospital hace unos diez minutos.
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--¿Charlie? Te amo. Pero deja de fastidiarme.
Mi hermano suspira detrás de mí mientras caminamos por el pasillo. Luego me grita que no corra, porque sigo muy débil. No le hago mucho caso.
--Eres tan complicada, eres tan irracional—Se queja.
--¿Qué querías? Así son las hermanas menores. Te hubieras ido con Harry y mamá a casa. No tienes que cuidar de mí—Antes de darle tiempo para responder me paro frente a la recepcionista—Kimberley Rose Miller. La ingresaron hace veinte minutos.
La recepcionista busca en la computadora y mi hermano se queja.
--¿Qué no tengo qué cuidar de ti? Ridley, estuvieron a punto de matarte.
Si quiebra su voz en la última parte, lo que me hace detenerme y pensar en sus sentimientos. En lo que debió haber pasado.
Me giro hacia él.
--Lo siento, Charlie. Pero estoy bien. Estoy intacta. ¿Lo ves? No hay nada de qué preocuparse.
Él me mira fijamente, con la boca entreabierta y con aire asustado y perturbado.
Y luego me abraza.
Nos quedamos así hasta que la recepcionista del hospital se aclara la garganta.
--¿Son familiares?
--No. Pero justo ahora soy lo único que tiene.
--Lo siento, pero no puedo…
--¿Eres esa chica Ridley?
La voz se eleva a mis espaldas.
Cuando me giro de pie hay una señora joven, de treinta y pocos, con cabello castaño y corto hasta los hombros. Me mira fijamente.
Dudo.
Ella extiende la mano y dice:
--Soy psicóloga. Trabajo con la policía.
--Soy Ridley.
Ella asiente.
--Ven conmigo.
Como soy menor de edad, mi hermano insiste en acompañarme, así que no le digo nada. La policía/psicóloga parece no tener problema con ello.
--La madre de la paciente fue asesinada y el padre está detenido. Le preguntamos antes de ingresarla si tenía familiares, pero no podía contestar. Preguntaba por ti. Lo siento; No he podido ver los detalles del caso puesto que me he ocupado de Miller; ¿Eres tú la segunda chica implicada?
Asiento.
--Tiene sentido. ¿Cuál es tu relación con la víctima?
“Victima”. Aunque sé que es verdad… ¡Están hablando de mi mejor amiga! ¿Por qué no usan palabras más suaves como La Muchacha? Carajo, esto de los sentimientos se les da peor que a mí.
--Es mi mejor amiga.
Asiente.
--¿Tiene ella familiares?
--No realmente—Responde alguien por mí. Es un joven policía, un poco mayor que mi hermano.
Él hace un asentimiento con la cabeza para saludarnos a mí y mi hermano y luego le entrega una carpeta a la psicóloga.
--Su padre era hijo único, y la única hermana de su madre murió años antes. Tienen primos lejanos, pero ninguno de ellos tienen la capacidad para ocuparse de unas adolescentes. Miller tiene una hermana, que está en la universidad, y pronto cumplirá la mayoría de edad. El mes próximo, de hecho.
Vaya. Mentes Criminales y todo.
La psicóloga sigue hablando con él, y yo me giro hacia mi hermano:
--Tú estás en estas cosas de la ley. ¿A qué se refiere cuando dice que no están en condiciones?
--Drogas, violaciones, ya sabes; delitos graves…incapacidades, ésos tipos de problemas.
Asiento.
--¿Qué me dices de la hermana?—Pregunta ella al policía.
--Enviamos a agentes la buscarla a la UCLA, pero al parecer están teniendo problemas.
Me aclaro la garganta.
--Eh… Sí, bueno… Ella no está en la UCLA—Me miran interrogantes---Su madre la envió a un internado, Thorne. Está al otro lado de la cuidad.
A mi hermano le cruza el reconocimiento y asiente.
--La chica.
Asiento.
--Entonces llámalos y avísales—Le dice la psicóloga al policía.
Y aunque vayan a avisarles, aunque encuentren a Victoria, las cosas aquí no van a mejorar, me doy cuenta.
Ya no hay nadie, ni nada que quede por hacer, que pueda salvar a Kimera.
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Reckless.
Teen FictionRidley Sutton salta de corazón en corazón, rompiendo todo. Harry Conrad no. No la va a dejar. *Esta historia fue publicada en un blog anteriormente, con mi nombre de autor similar. *No es el Harry de One Direction. -Derechos reservados-