Capítulo 8: El baile y el cisne negro [Borrador]

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▬ Ugh, tu uña luce bastante mal. ▬ Dijo Aria ciertamente incomodada por la sangre, notando que Mirajane se la había lastimado al querer sujetarse del escritorio de la habitación en medio de su ardua labor. Angustiada, la segunda hizo un mohín y simplemente se sentó en el filo de la cama derrotada, ejerciendo presión en el dedo índice de su mano derecha, mismo donde la uña se había quebrado, todo con el fin de detener la hemorragia. 

▬ Me preocupa mucho más mi vestido... ¿Que se supone que haré ahora, Aria? ▬ Interrogó con notoria preocupación la castaña desde la cama, acariciando el faldón de rosa pálido de su vestido. El baile de otoño de la academia se encontraba a la vuelta de la esquina, y ahora aquel vestido que tan perfecto le resultaba simplemente no le cabía pese a los esfuerzos de Aria por hacer subir el cierre a toda costa, incluso llegando a casi asfixiar a su mejor amiga en el intento.

▬ Ya, ya, no te pongas así. Puedes usar el mío si quieres, estoy segura de que el tuyo me quedará bien. ▬ Respondió despreocupada la mayor, terminando por sentarse a un lado de Mirajane, quien apoyó su cabeza en el hombro de Aria en busca de algún consuelo en medio de semejante frustración que le provocaba la pérdida de su vestido. 

▬ ¿Y si tampoco me cabe? Debo estar hinchada o algo...▬ Agregó la castaña con ambas cejas arqueadas, conformando un rostro que denotaba su impaciente y agobiante tristeza. Sólo llegó a suspirar con pesadez, ahora bajando la mirada a su abdomen, intentando con sus manos encontrar algún extra de piel que sujetar para echarse la culpa de no entrar en su vestido soñado para el baile de otoño.

▬ Ha, ha, ha, hinchada de los pechos será. Vamos, que tú tienes mucho más que yo Mirajane, es por eso que tu vestido no entra, últimamente has estado creciendo bastante. ▬ Explicó Aria en un tono jocoso y con una sonrisa animada en su rostro. Así era ella, siempre fiable, un tipo de amiga que jamás dejaría a otra en necesidad, por lo que no tuvo reparo a la hora de ofrecer su vestido a una amiga en apuros. 

▬ Tampoco quisiera arrebatarte tu vestido... Es demasiado lindo. ▬ Agregó Mirajane dubitativa, pese a la amistad, tampoco deseaba aprovecharse de la buena voluntad ajena. Al menos, logró consolarse en aquellos terribles momentos, era cierto que su pecho estuvo creciendo últimamente, aquel vestido ya lo había comprado hace unos cuantos meses en el pueblo de Crowswood con el dinero que sus padres le enviaron por su cumpleaños. 

▬ ¿Y? Tú gusto es igual de bueno que el mío, aparte ya usé otro vestido blanco en el baile pasado, siempre quise atreverme por el rosa. ▬ Prosiguió Aria, en busca de finalmente convencer a su amiga de aceptar la oferta que le fue propuesta. Después de todo era cierto, Aria tenía menos busto que Mirajane, por lo cual no habría problema en que su vestido le cerrara ya que compartían a la perfección el resto de las medidas pertinentes. 

Por otra parte, los chicos ya se encontraban en la clase de gimnasia, tanto John como Lyon estaban trotando uno al lado del otro bajo la resolana otorgada por el sol que lograba arder sobre la piel con mayor intensidad que el calor de un sol directo. Las gotas de sudor no demoraron en comenzar a formarse en la frente de John, contrariamente Lyon permanecía perfectamente pulcro, desde sus rizos de cabello negro hasta su vestimenta, a lo mejor estaba en mejor forma, o John simplemente debía dejar de fumar tanto. 

▬ ¿Invitarás a Aria al baile? Tiene bastantes pretendientes, pero creo que te está esperando a ti.▬ Demandó Lyon con serenidad, mirando de soslayo al pelirrojo mientras que recorrían juntos la pista e intentando no perder su ritmo constante.

▬ ¿Eh, ya se acerca eso? De hecho no pensaba siquiera asistir. ▬ Respondió John con honestidad e incluso cierto desconcierto. Siendo un evento de tantos, no le afectaría en absoluto el perdérselo. Y en todo caso, se había olvidado de eso desde que Luciella desapareció de la academia, la única razón por la que iría era para ser la pareja de esta, aún recordaba aquel día donde ambos estuvieron toda una tarde revisando catálogos para encontrarle un traje a John, uno que fuera expresamente del gusto de Luciella para su acompañante. Pese a eso, ella mantenía en secreto el vestido que usaría, pero pese al misterio, repetía una y otra vez que no dejarían de mirarla en todo el baile, que sería ella quien se posicione por sobre el resto de las presentes como la más bella, también que la corona se posaría sobre su cabeza. Una convicción de magnitudes enormes, muy propia de Luciella.

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