Capítulo 16: ¡Y que cumplas muchos más!

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Luciella corría grácilmente entre los pastizales de verde intenso de los páramos, entre los sembradíos de rosas que se extendían tan lejos como la vista fuera capaz de vislumbrar, coloreando todo con un denso manto de rojo carmesí. A su lado, cargando consigo una manta al hombro y una cesta de mimbre donde resguardaba alimentos para llevar un día de campo bajo el agradable sol que en lo alto se alzaba, se encontraba Violet con una pintoresca sonrisa dibujada en su delicado rostro. 
 Era realmente un día agradable, respirar el aroma de las rosas, sonreír y compartir unas galletas de mantequilla que aún se mantenían tibias, salidas hace tan sólo un rato del horno y cocinadas por Violet con todo el esplendor de su cariño de madre. Realmente, Luciella tras dar un único bocado a una de esas galletas tuvo la certeza de que sería capaz de comerse todas y cada una de ellas sin titubeo alguno, sin importarle cuanto llegaran a hacerla engordar, se encontraba extrañamente con un excelente apetito aquel día. ¿Y cómo no hacerlo? Su madre se había tomado el trabajo de organizar todo un día de campo y cocinarle, era una oportunidad que ni en sueños pensaba desperdiciar. 

▬ ¿Te la estás pasando bien, cariño? ▬ Interrogó Violet con devoción, mientras que alzaba la mirada a los despejados cielos de un celeste intenso, en paz y tranquilidad junto a su pequeña. 

▬ Sí mamá, no sabía que cocinabas tan bien. ▬ Replicó la menor, sonriendo con inocencia. De hecho, era incapaz de hacer cualquier otra cosa que no fuera sonreír, dejando de lado todo ápice de amargura de su persona para disfrutar aquel momento con su madre, en perfecta compañía y tranquilidad. 

Luego de las dulces galletas, la menor se dignó a probar un sándwich de pollo y vegetales preparado por su madre, quien en ningún momento la regañó por haber comenzado a comer lo dulce primero. Tal parece, aquella deseaba mimarla tanto como le fuera posible en aquel día, donde la consentiría así fuera lo último que hiciera. Entonces, acomodadas sobre la manta en aquellos páramos paradisíacos, comenzaron a charlar de madre a hija, aprovechando el día tanto como les fuera posible. Teniendo en cuenta todas las cosas que Violet se había perdido, aquella era la oportunidad perfecta para ponerse al tanto con su hija, en un día calmo y perfecto para ambas. 

▬ Y luego está el asunto de Aria... Es una buena chica, pero tiene miedo. Yo no sé que haría en su posición tampoco. ▬ Musitó Luciella tras un rato de relatar los sucesos a los que se vio expuesta, finalmente llegando a abordar el asunto de Aria y por primera vez sintiendo algo de empatía respecto a su compañera, para luego otorgarle un buen bocado a su sándwich y sonreír con la boca llena como si se tratara de una pequeña niña, mientras que aún le relataba a su madre todo lo que había sucedido durante su ausencia. 

▬ A ella también le gusta John, ¿cierto? ▬ Interrogó Violet, para luego hacer uso de una servilleta con el fin de limpiar unas migajas de pan que habían terminado por depositarse en la comisura de los labios de su pequeña. Era agradable verla tan apacible al estar junto a ella, tan sonriente y alegre. 

▬ Supongo... Pero sabe que no puede tener nada con él. ▬ Respondió la menor, mientras que hacía una mueca tras sentir nuevamente algo de lástima respecto a Aria. Pese a que no se encontrara completamente convencida de aquella que había tomado su lugar durante su ausencia, era capaz de comprender la situación ajena.  

▬ Y lo de las monjas en la capilla me dio mucho miedo...▬ Prosiguió relatando Luciella con el fin de dejar a su madre enterada de todo. No deseaba dejar escapar detalle alguno de los sucesos ahora que tenía la oportunidad de hablar y compartir con su madre en un ambiente tan calmo. Realmente, habían sucedido demasiadas cosas, pero ahora parecía estar todo en una extraña tranquilidad. 

▬ Pero aún así te adelantaste a defender a tus amigos. Eres valiente Luciella, mucho más valiente de lo que yo jamás sería capaz de ser, no tienes idea de lo orgullosa y feliz que me siento por ti. ▬ Completó Violet, para así ponerse de pie mientras que su pequeña aún estaba sentada sobre aquella manta que yacía encima de los pastizales verdosos de los páramos. 
 La mayor se dirigió hacia su hija y terminó por acariciar los cabellos dorados de esta, con una tenue sonrisa en sus labios de rosa pálido, mientras que comenzaba a verse borrosa y distorsionada, confundiéndose con el paisaje. 

▬ Ahora ve con ellos, hija. ▬ Indicó finalmente Violet, lo cual provocó una enorme sensación de tristeza en el interior de Luciella, quien sin más comenzó a secarse las lágrimas de sus ojos una y otra vez, lágrimas que no dejaban de salir de estos, pero aún así no deseaba que su madre la viera llorar. No en ese momento. 

▬ Y recuerda hija, te amo. ▬ Sentenció entonces la mayor, para acercarse a darle un último beso en la frente a su pequeña mientras que terminaba de disiparse, caminando por los páramos de la academia en dirección a las colinas de las lejanías, convirtiéndose en bruma y llevando todo aquel paisaje de regreso a la oscuridad. 

▬ ¡Y que cumplas muchos más! ▬ Terminaron de cantar a dueto Lyon y Mirajane con unas amplias sonrisas en sus labios, mientras que llevaban con ellos unos diminutos muffins de vainilla  que habían comprado en la cafetería de la academia, ambos con una colorida vela encendida sobre ellos. 
 
Luciella despertó, alterada, sin comprender bien en qué lugar se situaba en ese entonces, puesto que un momento atrás estaba en una especie de versión más vivaz de los páramos, junto a Violet, su madre. Pero ahora incorporándose a este nuevo paisaje, se encontraba de regreso en su cama, con Lyon y Mirajane cantándole el feliz cumpleaños y John detrás de ellos junto con Aria, quien estaba aún más atrás apoyada en el marco de la puerta, sintiéndose un poco ajena a aquella celebración. Aquello que la había hecho despertar con un sentimiento de cariño y tranquilidad, no había sido más que un sueño, lo cual constató al mirar por la ventana y ver los desolados y resecos páramos, sin ningún indicio de vida, sin pastizales verdes o sembradíos de rosas.
 Se mantuvo embotada durante unos instantes, repasando el sueño que tuvo con su madre en el preciso día de su cumpleaños, intentando recordar todo punto por punto con el fin de no olvidarlo tras despertar y verse obligada a soplar aquellas dos velas que yacían sobre los muffins de Lyon y Mirajane.

▬ Les dije que era una pésima idea... ▬ Indicó John, quien se había abstenido de cantar junto a sus compañeros para que así Luciella lo regañara menos por toda aquella puesta en escena a su despertar, en su propia habitación. 

Contrario a lo que cualquiera pensaría, pese a que la rubia se tomó bastante tiempo hasta incorporarse y ponerse de pie, aún un tanto dormida, esta sopló las velas de los muffins y agradeció tanto a Lyon como a Mirajane, acercándose descalza para rodear al pelirrojo con sus brazos y sentir el cariño de este al corresponder su abrazo. Había olvidado por completo que era su cumpleaños debido a todo lo sucedido, pero aquellos que la querían parecían recordarlo debidamente, incluso Violet. Pues en todo momento Luciella era capaz de asegurar que aquel día de campo, fue el regalo por parte de su madre desde el más allá. 

▬ Hey, feliz cumpleaños. ▬ Musitó John un tanto extrañado de que la contraria no hubiera comenzado a los gritos tras ser asaltada en sus aposentos, entonces dando con un sobre en su bolsillo y extendiéndolo hacia Luciella. Como era costumbre para cualquier festividad, el pelirrojo le regalaría a Luciella algo de dinero para que se comprara lo que quisiera, puesto que siempre resultaba ser bastante caprichosa y al final no terminaba por gustarle ninguno de sus regalos, pero esta vez Luciella no lo tomó. Simplemente sujetó las manos del pelirrojo con el sobre y las acercó de regreso a él. 

▬ No te preocupes John, aquí tengo todo lo que necesito. ▬ Inquirió Luciella, para extender sus brazos y arrastrar a Lyon y Mirajane hacia ellos para un abrazo grupal, al cual se encargó de también unir a Aria, para que esta no se sintiera ajena a sus propios amigos por culpa suya. 

PurgatoriumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora