Capítulo 28: Pacto [Borrador]

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Al día siguiente, todo procedió según las palabras de John. El grupo de Lyon y Mirajane se dirigió junto a Aria hasta la oficina del monseñor Gabriel, mientras que el pelirrojo espiaba desde las lejanías de una columna, deseando estar presente en aquella reunión por más que no fuera capaz de oír absolutamente nada de lo que se hablara a puertas cerradas. Su presencia en aquel sitio era innecesaria y podría provocar sospecha, siendo Mirajane y Lyon los reyes del baile y Aria la vicepresidente de la clase, el Monseñor Gabriel no soportaría la presión de darles una negativa a la pequeña idea de llevar a cabo un baile improvisado con la temática navideña, para que todos los alumnos de la academia fueran capaces de tener ese momento para fraternizar indiferentemente de la edad. Habría juegos de quermés y adivinanzas, Aria y Mirajane se encargarían incluso de cantar algunas canciones para entretener a los menores, para lo cual también pedirían ayuda a Megumi. Era justamente lo que John precisaba, un enorme evento capaz de reunir a todos, una gran distracción. 

Mirajane entonces fue la primera en salir, caminando tranquilamente, como si no acabara de trazar todo el plan de John con aquel permiso y como si no fuera parte de el, con naturalidad. Entonces simplemente elevó ambos pulgares a la altura de su abdomen para que el monseñor Gabriel no fuera capaz de vislumbrar ese acto desde la oficina, pero John en cambio sí desde su escondite. Había sido todo un éxito y se encontraba orgullosa de haber logrado ser de ayuda. Una vez que Lyon y Aria salieron detrás de ella, el pelirrojo simplemente tomó un camino diferente con el fin de alejarse antes de que lo encontraran husmeando en los alrededores de la oficina del monseñor en una parte tan vital de su plan. 

Luciella caminó distraídamente hacia la enfermería en busca de novedades acerca de Bartolomé y su propia tía, habiéndose despertado más temprano de lo usual solamente por ello, logrando ahorrarse un breve lapso de tiempo antes de que comenzara el período escolar. En los corredores, los rostros de estudiantes volteando hacia ella eventualmente para apreciarla desaparecieron una vez que giró en dirección izquierda, para encontrarse con la enfermería al final de aquel pasillo. La figura que logró ver escapándose de su lugar de destino antes de que siquiera fuera capaz de llegar a ella, era la de una mujer anciana y de vestimentas negras, sumamente elegantes y a la vez, lucían como si hubieran sido olvidadas en el ático durante incontables años de soledad y finalmente se reinsertaran en la sociedad, luciendo antiguas y descuidadas. Aún así, esa mujer era capaz de lucirlas como si se trataran de las más costosas vestimentas del mundo, unas diseñadas únicamente para ella.
Luciella posó sus ojos café sobre aquella figura, maravillada, confundida y a la vez sintiendo cierto nivel de respeto en aquella que se acercaba a paso lento y certero hacia ella por el corredor. Entonces finalmente, logró sentir cierto miedo a lo desconocido cuando aquella mujer volteó a verla de soslayo, arqueando ambos viejos y agrietados labios en una sonrisa de aceptación respecto a Luciella, como si la conociera previamente y se encontrara alegre de verla tan bien a medida que crecía. 

▬ ¿Quién eres? ▬ Interrogó Luciella aún confusa, mientras que aquella mujer marchaba tranquilamente, casi ignorándola, tal y como si no fuera capaz de verla y a la vez, sabiendo absolutamente todo de ella. 

▬ No soy nadie importante, Luciella. Ve a ver a tu tía. ▬ Replicó aquella mujer, arrastrando las palabras a cada sentencia y simplemente continuando su recorrido, pasando por un lado de la menor hasta finalmente dejarla atrás sin otorgarle oportunidad de seguirla. 

Luciella volteó rápidamente, aún escuchando los pasos ajenos, pero cuando finalmente su vista aclaró, logró notar que solamente se encontraba ella en aquella parte de la academia, lo cual era más que confuso. Los recuerdos de aquella mujer se disiparon en su cabeza con facilidad, dejando a Luciella simplemente recordando sus últimos pensamientos para recordar esa visita tan lejana y a la vez reciente que sin problemas había olvidado, hasta que el recuerdo simplemente desapareció por completo, dejando a la rubia un tanto desorientada respecto al espacio que la rodeaba. 

Se mantuvo unos instantes detrás de la puerta de la enfermería, con su mano estática a unos pocos centímetros de distancia del picaporte, a sabiendas de que una vez que lo sujetara para abrir la puerta y atravesar esta, su último pensamiento que aún intentaba recordar acerca de aquella extraña señora desaparecería por completo. No sabía realmente qué era específicamente lo que intentaba recordar, pero aún le daba vueltas al asunto que permanecía de a momentos en su cabeza de forma residual. 

▬ Sorpresa. ▬ Vociferó Latea, apareciendo detrás de ella de forma descuidada. La noche anterior se había dirigido a dormir de una buena vez en su habitación, pero durante esa mañana el doctor Templeton la había citado para una última revisión. 

Luciella volteó sobresaltada, se encontraba tan concentrada en sus pensamientos que no fue capaz de oír los pasos de su tía acercándose hacia ella, por lo cual se vio momentáneamente sorprendida por aquella aparición tan repentina que a fin de cuentas, terminó siendo de lo más agradable. 

▬ ¡Tía! ¿Estás mejor? ▬ Interrogó Luciella a la vez alegre por encontrar a su tía y preocupada por su estado, intentando conciliarse en la situación y terminando por perder el último de sus pensamientos respecto a la misteriosa mujer con la cual se cruzó en el corredor previamente. 

PurgatoriumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora