Capítulo 27: Los siete pecados capitales [Borrador]

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▬ Bueno, supongo que esta es la despedida. ▬ Musitó Jesse con simpleza, rascando su nuca mientras que buscaba las palabras precisas para despedirse de Luciella luego de la aventura que habían pasado aquel día, dando finalmente un cierre a todos los acontecimientos vividos en la academia.

▬ ¿Qué harás tú? ▬ Interrogó Luciella con un auténtico interés, cruzándose de brazos para protegerse un poco del frío que se colaba por las aberturas de su vestimenta provocadas por los ataques de Cassandra. 

▬ No lo sé, Crowswood me queda muy cerca de aquí... Iré a alguna otra parte, algún lugar que quede muy lejos de aquí. ▬ Explicó Jesse sin realmente entrar en detalles, puesto que aún no tenía la menor idea acerca de a dónde se dirigiría, solamente tenía en claro que su destino se encontraba en algún lugar muy apartado de Crowswood y de la academia, un lugar en el cual podría pensar acerca de todo lo que le sucedió y finalmente dejarlo todo atrás. 

▬ Cuídate, Jesse. ▬ Sentenció Luciella, dando un fin a aquella pequeña despedida, mientras que el mayor se preparaba rebuscando las llaves de la ambulancia entre sus bolsillos. Era el momento de partir de la academia para siempre. 

▬ Tú igual, Luciella, tengo el presentimiento de que aún te faltará alguna otra cosa que hacer aquí. ▬ Vociferó el azabache, alzando su diestra para despedirse de la contraria y dar media vuelta, alejándose sin más para subirse en la ambulancia y encendiendo el motor mientras que asentía una última vez con la cabeza hacia Luciella en forma de saludo. Y así se marchó del lugar, dejando a la menor en la soledad de la entrada principal de la Academia. 

▬ Lo sé. ▬ Respondió Luciella una vez que el contrario se marchó, en soledad. La lucha aún no había terminado, de eso estaba segura, y su tía se encontraba incapacitada para brindarle ayuda en aquellos momentos. De todas formas, aún debía pasarse por la enfermería para verificar su estado, se encontraba ansiosa de verla despierta y consciente, deseaba explicarle todo lo que había sucedido junto a Jesse, el hecho de que él no había sido más que una simple marioneta, esta vez compartiría toda su información con aquella en quien más confiaba. 

Una vez que ya se adentró en la academia, se encontraba decidida a dirigirse estrictamente a la enfermería donde aguardaban el Doctor Templeton y probablemente su tía, pero Luciella fue detenida debido al sonido que lograba escaparse desde detrás de una pequeña puerta de madera. En contraste a las altas paredes del corredor y los pilares de mármol, era una puerta de madera tan simple y abandonada a su suerte ahí, que jamás le había realmente llegado a prestar atención, pero ahora de ella emergió Bartolomé. Lo miró durante unos segundos, pero realmente se trataba de él, con el rostro en gran parte cubierto por sangre reseca y con cuencas vacías donde solían encontrarse sus ojos de marrón claro.
La sorpresa de encontrarse con el castaño, y verlo en aquel estado fue avasalladora, pero logró apresurarse a socorrerlo, ayudándolo a mantenerse de pie debido a lo notoriamente débil que se encontraba.

▬ ¡Bartolomé! ¿Qué te sucedió? ▬ Interrogó Luciella con una notoria preocupación en su habla, haciendo su mejor esfuerzo por sostener el peso del cuerpo ajeno con su propia fuerza.

▬ Luciella, ¿eres tú? ▬ Interrogó el castaño aturdido, dejándose ayudar por los brazos ajenos. Encontrarse en el exterior y sentir un aire menos pesado era un alivio, pero necesitaba hacer algo respecto a su nueva información.

▬ Sí, sí, soy yo, ¿qué le sucedió a tus ojos? ▬ Interrogó nuevamente Luciella, intentando lograr que el contrario le brindara alguna respuesta, no obstante, él simplemente se mantenía embotado, era incapaz de prestarle atención de momento. Viendo su estado, tampoco podría culparlo.

▬ Tengo sed, tengo demasiada sed. ▬ Informó Bartolomé jadeante por el esfuerzo provocado al salir de las catacumbas y con su boca completamente seca, había pasado casi un día desde la última vez que se hidrató.

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