Marzo 2016.
Estaban en el período de calma antes de la tormenta que suponían las promociones, y cualquier persona en su sano juicio tomaría ventaja de ello. Jungkook, por ejemplo, había estado usando esos días de descanso para mejorar sus habilidades en la producción de vídeos, mientras que Namjoon se había dedicado a escribir increíbles argumentos filosóficos como un campeón, y Yoongi dormía. Desafortunadamente, su cuerpo había elegido el peor momento para agarrar un resfriado.
―Ugh. ―El rostro de Seokjin apareció tras la puerta, con expresión preocupada. ―. Este lugar huele a enfermedad y muerte.
Taehyung bufó, frotando aceite mentolado bajo su nariz. Su objetivo era descongestionar, aunque fuese un poco, sus fosas nasales para así poder volver a respirar con normalidad.
―Es por el aceite ―explicó a duras penas, empezando a sentirse cansado de estar en pie.
―Oh, bueno. Te hice un poco de sopa de pollo con jengibre ―comentó Seokjin, adentrándose en la habitación y dejando la humeante taza sobre su mesita de noche―. Cómetelo todo, ¿vale? Iré a la compañía a grabar unas cosas ―informó, apuntando al tazón y luego a su rostro.
―Gracias, hyung ―susurró a duras penas por sobre el zumbido entre sus oídos. Estaba sumamente agradecido hacia el mayor, pero el sólo pensar en sentarse y comer lo hacía sentirse mucho más exhausto de lo que ya estaba. ¿Quién diría que frotar aceite bajo la nariz sería tan agotador?
Seokjin terminó de despedirse, agitando su mano antes de cerrar la puerta tras él, y sólo allí, cuando estuvo completamente solo, fue que se apoyó contra la estructura de la litera, suspirando. Quizás debo descansar antes de comer, meditó, subiendo las angostas escaleras y dejándose caer sobre su cama. Cerró los ojos y se concentró en respirar el aceite que aún permanecía bajo su nariz, ansioso por volver a respirar como toda persona normal.
Cuando volvió a abrir los ojos era de noche y la habitación estaba en silencio.
Tosiendo, y con los ojos aguados, pensó en lo mucho que dolía su garganta y en lo caliente que se sentía su espalda. Incluso el zumbido entre sus orejas había crecido, transformándose en un rugido.
¿Dónde estaban los demás de todas formas?, se preguntó, buscando su móvil a tientas y abriendo los ojos con dificultad. Era la una de la mañana. Había estado durmiendo por doce horas. Los miembros ya debían estar en casa.
Con gran esfuerzo, logró controlar las inmensas ganas de orinar que tenía antes de llegar al baño. Una vez ahí, no pudo dejar de lavarse con jabón varias veces, recordando que había sido su falta de higiene la que lo había llevado a enfermarse.
De repente, algo captó su atención. Sólo había un cepillo sobre el lavamanos. Extrañado, desvió la vista hacia el perchero donde solían descansar sus toallas. Sólo había una. Al igual que sólo había un frasco de loción para el rostro.
Era tan extraño...
Con la cabeza dándole vueltas, se encaminó hacia la sala. El apartamento se sentía muy tranquilo. Silencioso. ¿Dónde están los miembros?, se preguntó nuevamente, encendiendo las luces. Había algo que se sentía fuera de lugar en el ambiente, incorrecto, pero no podía explicar el qué, hasta que sus ojos se pasearon por el largo sofá y se dio cuenta. El libro de Namjoon no estaba ahí, y en la mesa del centro no había rastro de la taza que Jimin siempre olvidaba lavar... y la chaqueta número 1274927 de Hoseok no se encontraba sobre su silla favorita, como usualmente solía estar.
Confundido, regresó a su habitación. Al principio creyó que estaba alucinando. Parpadeando, volvió a pasear su vista por todo el lugar. La cama de Hoseok y la litera que compartía con Jimin no estaban. Simplemente... se habían esfumado. En el pequeño dormitorio sólo había una cama, y una mesita de noche en la que no quedaba rastro alguno de la taza con sopa que Seokjin le había dejado con anterioridad. Confundido, detuvo su atención en la foto donde los siete aparecían, una en la que habían posado cuando visitaron Lotte World, en su época del pre-debut... Había algo totalmente mal con ella.
