Diciembre 2016
Como un golpe, duro y rápido, el invierno llegó a Seúl, blanqueando las calles con nieve. Dos meses pasaron en un santiamén, en medio de conciertos e itinerarios de navidad. En ese tiempo, Taehyung aprendió que dormir en una cama era un privilegio. Cada vez que podían, los miembros y él, aprovechaban cualquier lugar para hacer la siesta, ya fuera en la Van, en los camerinos, e incluso, a veces, en medio del set de grabación cuando los miembros del staff se tardaban más de la cuenta en organizar la filmación.
El único lugar en el que Taehyung no dormía era en la cama de Hoseok o en el hombro de Hoseok, o dónde fuera que Hoseok estuviese cerca. La situación entre Hoseok y él no había cambiado mucho, si lo pensaba detenidamente, pero había algo diferente entre ambos.
En esos dos meses Hoseok lo había ayudado muchísimo. Había sido diez veces más afectuoso y veinte veces más complaciente, llevándole agua cuando todavía no se acababa su botella o dejándole dulces cartas de ánimo sobre su mesita de noche (Sólo Dios sabía cómo Hoseok hallaba el tiempo para escribirle esas cartas). Y aún con todo y ello, Hoseok también se tomaba la molestia de prestarle la suficiente atención durante las prácticas de baile, por lo que incluso sentía que estaba mejorando. Pero...
Pero los fugaces toques: las palmadas en la espalda, el brazo sobre sus hombros, e incluso el molesto hábito de Hoseok de jalar de sus orejas y hacerle cosquillas bajo la barbilla; toques que jamás había analizado o registrado, habían dejado de suceder. En las extrañas noches en las que dormían sobre sus propias camas, Taehyung nunca veía a Hoseok sobre la suya, lo que significaba que no podía salir de debajo de sus sábanas para unírsele. Se sentía raro dormir en la cama de Hoseok sin Hoseok, por lo que terminaba durmiéndose en la suya.
Faltaban dos semanas para navidad y hacía exactamente dos meses desde que Hoseok y él mantenían esa nueva y extraña distancia. Fue en ese momento cuando recibieron la noticia.
―¿De verdad? ―exclamó Seokjin―. Si esto es una broma, Joon-ah, te golpearé.
Estaban en la van, moviéndose a paso de caracol a causa de los montones de nieve sobre la vía y la lluvia de granizo que impedía que el tráfico se moviera con fluidez.
―Por favor, hazlo ―vociferó Yoongi.
―¡Hey! No estoy bromeando ―dijo Namjoon, indignado. Taehyung apoyó la cabeza sobre la ventana y observó el reflejo de Namjoon a través de sus lentes―. Nos mudaremos de apartamento después de navidad.
Hoseok chilló con excitación. ―¿Qué tan grande es? ¿Cuántas habitaciones tiene?
―Cuatro ―respondió Namjoon.
―Eso significa... ―empezó Jungkook, para luego quedarse en silencio. La expresión pensativa en su rostro lentamente pasando a una de confusión.
―¡Uno de nosotros tendrá su propia habitación! ―exclamó Jimin, solícito.
―Ah, sí ―susurró Jungkook, luciendo avergonzado. Casi inmediatamente sus facciones se iluminaron mientras saltaba―. ¡Ese seré yo!
―Disculpa ―gruñó Seokjin―, pero yo soy el mayor. Yo debería quedarme con la habitación individual.
―Bueno, hyung, tú sabes... ―cortó Namjoon, al mismo tiempo que Yoongi reclamaba: «¿Por qué no quieres seguir compartiendo habitación conmigo?».―. Yo soy el líder, así que-
―Juguemos piedra, papel o tijeras ―interrumpió Taehyung, una vez más demostrando lo listo que era. «Soy un brillante genio» pensó, totalmente conmovido por su propio ingenio.
Eso hasta que Jungkook ganó.
―Bueno ―Alcanzó a decir Seokjin en medio del silencio de total y absoluta negación que los embargó. Taehyung prácticamente podía oír la burlona risita de Jungkook a su lado―, supongo que seguimos siendo compañeros de habitación ―comentó, palmeando el hombro de Yoongi―. Lo siento. Nunca quise abandonarte.
Yoongi fingió sonarse la nariz.
―Tae, tú duermes conmigo ―concluyó Namjoon de forma decisiva.
Un inadecuado sonido escapó de su garganta.
―¡No puedes! ―se quejó Jimin.
―Sí, sí puedo ―respondió Namjoon con suavidad.
―¡Eso es...! ―Iba a decir «¡injusto!», con todo el enojo que sentía burbujear en su pecho, cuando su mirada y la de Hoseok se encontraron y se dio cuenta que Hoseok lo había estado mirando durante todo ese tiempo desde su lugar, al frente en la van. Hoseok desvió la mirada y Taehyung entendió. «Quizás esto será un buen descanso» pensó de repente. Una manera de terminar con esa extraña distancia entre Hoseok y él, y así también de eliminar los quebraderos de cabeza que tenía cada vez que Hoseok eludía sus toques―. Vale ―Terminó por decir, inseguro―. Está bien. Claro, hyung, como sea.
―Está arreglado ―aplaudió Namjoon―. ¡Bien! Primero, empezaremos por tirar los viejos figurines de Mario de Seokjin hyung. ¿Saben cuáles? Los que están llenos de moho-
―No lo harás ―bramó Seokjin.
Sus voces se distorsionaron y mezclaron con el incesante y rítmico sonido del tráfico. Taehyung admiró el panorama a través de la ventana, mientras la nieve caía y se adhería al vidrio, e imaginó a Hoseok y a él como dos copos de nieve en medio de la tormenta, excepto que ambos volaban en direcciones totalmente diferentes.
