Cuando Taehyung despertó, no habían rayos de sol filtrándose a través de la ventana, ni tampoco se escuchaba el sonido de la alarma, o de cosas rompiéndose (algo que usualmente provenía de la destructiva mano de Kim Namjoon), como para determinar el por qué de su estado de consciencia. Sus brazos pesaban tanto que sentía que se habían vuelto uno con la cama, y en algún lugar de su mente comparó esa sensación con la de sufrir de resaca.
―Hola ―Una cálida brisa golpeó su oído y terminó de despertar, con sus ojos abriéndose estrepitosamente.
―¿Hyung? ―parpadeó, dándose cuenta que Hoseok estaba allí, a su lado, y acostado de tal forma que sus rostros quedaban totalmente enfrentados. Tragó. Sus pies se estaban tocando y tenía uno de sus brazos alrededor de su cintura. ¿Acaso estaba soñando?―. ¿Por qué estás en mi cama?
Aún confundido, Taehyung alcanzó a ver cómo Hoseok alzaba una de sus cejas. ―Tú eres el que está en mi cama ―le dijo él.
―Uh ―balbuceó perspicaz, completamente seguro de que la noche anterior se había acostado en su propia cama. Taehyung se recordaba a sí mismo diciéndose que debía dejar de pensar en Hoseok durmiendo a su lado, incluso aunque eso generase el efecto contrario.
―Caminaste como un sonámbulo hasta aquí ―terminó de explicar Hoseok sin expresión, aunque Taehyung pudo escuchar la risa en su voz y quizás, pensó, no había sido tan malo el caminar dormido después de todo-
Oh. Oh. Espera. Oh, Dios. Eso era malo. La última vez que había caminado dormido había sido a los diez años, cuando era joven y temerario, con absolutamente cero control sobre sus impulsos. Un niño que aún pensaba que el hada de los dientes era real.
―Solía caminar dormido cuando más pequeño ―balbuceó―. Lo siento.
La idea de arrojarse a sí mismo por la ventana pasó brevemente por su cabeza.
―Fue divertido. Intenté despertarte varias veces, pero creo que estabas teniendo una pesadilla ―Y Hoseok lo miró con preocupación, y a pesar de la oscuridad que los rodeaba, Taehyung sintió como si pudiese ver en lo más profundo de sus ojos. Y se quedó sin aliento, y su cuerpo empezó a reaccionar, y nunca se había sentido tan caliente y avergonzado en su vida.
Veloz, se sentó. ―Yo voy- voy a- ―Y cortándose, hizo un torpe gesto hacia su cama antes de empezar a moverse.
―Está bien ―Lo detuvo Hoseok, colocando una de sus manos sobre su brazo, y con mirada indescifrable―. Quédate.
Taehyung dudó, dándose cuenta, tardíamente,que había estado ocupando más de dos tercios de la cama.
―Hablo en serio, Tae ―Y Hoseok jaló su brazo, como si hubiese leído su mente.
―Vale ―dijo, acostándose sobre su espalda y cubriéndose con las sábanas hasta la barbilla. Podía sentir la mirada de Hoseok sobre él, perforando directamente su desinhibida alma de sonámbulo.
―Tae... ―no se movió, y Hoseok siguió diciendo, casi en un murmullo: ―No te odio ―Y hubo una pausa donde sólo el silbar del aire acondicionado llenó sus oídos―. Lo siento ―Y hubo otra pausa más larga―. ¿Me perdonas? ―Y Hoseok colocó una de sus manos sobre su hombro, tratando de llamar su atención como si Taehyung no estuviese escuchando cada una de sus palabras.
―Pensé que me odiabas ―dijo con voz pequeña―. Acaso... ¿Jimin te dijo algo?
―Sí, lo hizo ―respondió, sonando avergonzado―. Él te llamó anoche, pero tú estabas bañándote, así que agarré el teléfono y... empezó a gritarme.
―Oh ―soltó. Eso explicaba la llamada.
―No te odio ―repitió Hoseok, con su cálida mano aún sobre su hombro. Su gentil voz y su increíblemente agradable aroma inundándolo.
