ENAMORADO PT. 8

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Febrero 2017

El suelo del escenario estaba duro bajo sus pies y el aire se sentía fresco, corriendo a través de su seca garganta. Sus orejas estaban a rebosar de los vítores y ánimos provenientes de los fans, y sus ojos permanecían completamente inundados del destello de los focos y de las luces estroboscópicas que brillaban de forma intermitente.

El Domo de Gocheok Sky era enorme, más grande que cualquier otra cosa que hubiese visto o imaginado.

Estaban en medio de una de sus presentaciones sin coreografía, donde tenían la libertad de correr alrededor del escenario como si se trataran de niños traviesos. Hoseok estaba en la pasarela frente a él, bailando con soltura, y la garganta de Taehyung pasó a estar increíblemente seca en cuestión de segundos.

Hoseok... Hoseok se movía como el aire: con fluidez e indetenible. La forma en la que su cuerpo se ondeaba al ritmo de la música, la forma en la que movía sus caderas... El control. Taehyung se preguntó, no por primera vez, cómo sería tener a Hoseok bajo su cuerpo. ¿Acaso se movería con la misma cantidad de control que usaba sobre el escenario? ¿O sería del tipo que caía presa del desenfreno?

En la otra pasarela, Hoseok despegó la vista del público, moviéndose unos cuantos pasos al ritmo de la canción que sonaba, y alzó su vista. Sus ojos se encontraron en medio del mar de fans que los separaban.

Hoseok le guiñó un ojo, descendió sobre el suelo e hizo el tipo de movimiento pélvico que mandaba toda su sangre volando hacia el sur. Taehyung se sonrojó por completo y pensó acerca del sueño, acerca de Hoseok agitando de forma sinuosa sus caderas contra las suyas, acerca de Hoseok contemplándolo al igual que en ese momento, con ojos agudos, oscuros e intensos. Los gritos de los fans desaparecieron al fondo. Sólo eran Hoseok y él. Hoseok bailando para él, con su vista clavada en la suya, y siendo enloquecedor, maravilloso y terrible.

Taehyung olvidó su línea.

―¡Tae hyung! ―La voz de Jungkook flotó desde algún lugar, a lo lejos―. ¡Canta!

Y la realidad lo golpeó de vuelta. Taehyung abrió la boca, pero su parte ya había pasado y ahora era Jimin el que cantaba desde algún lugar del inmenso escenario. Hoseok, por otro lado, ya no le prestaba atención, y parecía haber vuelto a la normalidad mientras saludaba al público y corría a través de la pasarela para encontrarse con los fanáticos del otro sector.

Jungkook llegó a él, empujándolo. ―¡Presta atención, hyung! ―regañó, sus ojos brillando con regocijo.

―¡Lo siento! ―exclamó por sobre los gritos del público, y empujó de su mente, de forma desesperada, la recurrente y distractora imagen de Hoseok bailando para él.

El resto del concierto transcurrió en medio de una nube de euforia, adrenalina e intensa gratitud ―hacia los fans, hacia Big Hit y hacia los miembros―. No pensó en Hoseok. No pensó en sus clavículas, ni en la forma en la que mordía su labio, ni en cómo su sudor brillaba suave y tentadoramente sobre su piel. Él, ciertamente, no pensó en Hoseok esa noche, mientras estaba de pie bajo la ducha, con su labio inferior rojo y adolorido luego de haberlo mordido, y con una caliente mano rodeando su hombría. Él no pensó en Hoseok del todo.

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