ENAMORADO PT. 3

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Septiembre 2016

Cuando por fin cumplió los diecinueve años, Taehyung se atrevió a probar el Soju por primera vez en su vida. La primera botella le supo intensamente amarga, y quemó su garganta y estómago por un segundo. Ya luego, con la tercera botella, no pudo recordar el sabor ni la sensación, o siquiera cuántas más siguieron luego de esa. Lo que sí recordaba de todo aquello era a Jimin burlándose de él por nunca antes haber bebido (Vivía en una granja, ¿vale?), y a Yoongi tomando de su copa como si fuera agua, y a Namjoon mirando a Seokjin como si hubiese encontrado la respuesta al significado de la vida, y a Seokjin diciéndole que no bebiera demasiado mientras, irónicamente, sostenía dos botellas más en ambas manos. Rápidas imágenes venían a él, y podía recordar la cálida mano de Hoseok sobre la parte trasera de su cuello, y la cabeza de Jimin sobre sus piernas, y a los miembros ‒sus amigos más cercanos. Su familia‒ riéndose de forma tan brillante que bien podrían tener pequeños soles sobre sus rostros.

Después de esos diecinueve años, llegó a probar la cerveza, el vodka, el whiskey y muchos otros licores un poco más amargos junto a los miembros, quienes siempre estaban ahí para alcanzarle bandas para el cabello y masajearle la espalda cada vez que él, invariablemente, terminaba vomitando sobre uno de los inodoros, siendo el punto cumbre cuando todos se destornillaban de la risa ante sus lamentables intentos por cepillar sus dientes sin un cepillo.

Luego de esas experiencias, por primera vez en su vida, estaba bebiendo solo. Esa vez era Soju de nuevo, aunque su sabor fuera tan malo como el del drenaje. Y no es como si él supiera a qué sabía, pero estaba bastante seguro de que si el agua del drenaje podía saber a algo ese algo tenía que ser a Soju. Aún así, dos botellas completamente vacías sobre la mesa le hacían compañía, mientras la boca de una tercera brillaba de forma tentadora. Bueno, en realidad, todo brillaba y se movía de una manera... fantástica. El aire roncaba con calma, y si escuchaba atentamente, incluso podía llegar a percibir los ronquidos de Namjoon a la distancia.

Por desgracia, la confusión nublaba sus sentidos y la habitación giraba a su alrededor, haciendo realmente difícil la tarea de colocar sus dedos en torno a la tercera botella de Soju. «Sólo es tomar una botella de la mesa» pensó sin rendirse. ¿Qué tan complicado podía ser? Sólo tenía que estirarse, apuntar, y colocar sus dedos alrededor...

El tiempo pasó realmente lento cuando sucedió. Sus dedos tocaron la botella y al instante empezó a caer, moviéndose temblorosa sobre una de las esquinas de la mesa hasta que, finalmente y de forma peculiar, terminó haciéndose añicos sobre el duro suelo, rompiendo el pesado y silbante silencio que hasta esos momento lo había envuelto.

De alguna manera era poético, pensó. Se sentía como su vida, derrumbándose alrededor de él y recordándole... recordándole...

―¿Tae?

Taehyung alzó la vista del desastre que había sobre el piso. Era como si sus globos oculares tuvieran su propio y persistente mecanismo de rocío de agua y guardabrisas, exceptuando que él no contaba con un botón de «apagado» qué presionar, y era demasiado difícil mirar a través de las lágrimas.

―¿Por qué no estás en la cama? ―volvió a cuestionar Hoseok, pausándose unos segundos―. ¿Estás... estás borracho? ¿...Tae? ¿Estás bien?

Un hipido salió de entre sus labios. Enseguida sintió unas cálidas manos sobre sus mejillas, arrastrando sus lágrimas lejos, y la acogedora esencia de Hoseok llenó sus sentidos, abrumándolo. La pérdida de su abuela y la abrupta realización de todos los años que habían pasado ‒años en los que podría haber estado junto a su familia y seres queridos haciendo las cosas que debería haber hecho como el hijo, nieto y hermano que era‒, se le hacía intolerable.

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