Capitulo: 12

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¡YA SE ME HIZO TARDE CHINGADA MADRE!

—Paco corría detrás del mexicano ladrandole mientras éste se ponía rápidamente su ropa formal (un traje militar que se le veía "de puta madre" según el).
Rusia con los audífonos puestos no escuchaba el escándalo, solo veía al mexicano moviendo la boca (seguramente insultando) y corriendo de aquí a allá con Paco tras de el, él solo se mantenía entre las cobijas de la cama siguiendo los movimientos de aquellos dos con los ojos guardando completo silencio.

México ya solo se había puesto una gorra militar y su banda con sus respectivas medallas de honor ganadas. (las cuales colocó ahí porque así no perdía tiempo poniendolas una por una en el traje).
Se puso una loción y volteó a ver al ruso, el cual ya se había quitado los audífonos y se levantaba lentamente de la cama.

¿Cómo me veo wey? ¿Mal? ¿Bien? ¿Mi banda está chueca? ¡Dime algo!

—Rusia tomó el despertador de la mesita de al lado de la cama, luego su celular y ajusto la hora del reloj.
No eran las 9:35 como creía México.
Eran apenas las 7:30am...
México tomó entre sus manos en despertador y lo vio con un rostro de incredulidad.

¿Qué chingados hiciste?

despertar temprano a México.

Dijo Rusia con suma tranquilidad mientras se tallaba los ojos.
México se sentó al lado del ruso en la cama y éste se recargó en el.

Solo tardo 15m en llegar al punto de reunión...
Eh... ¿Gracias?
Bien, todavía tengo chance de almorzar, ¿Quieres algo?

—Algo rápido de hacer.

—...Una Maruchan?

¿Qué es?

—Oh, es solo una sopa de fideos instantáneos... Pero esta con madres cuando le hechas salsa Valentina y limón.

Eso dices de toda la comida que lleva chile y lomin.

—"Limón" jajaja... Vente Vodka, vamos a comernos una maruchan.

Yo no tengo hambre de fideos. Quiero comer otra cosa...

—¿Qué se te antoja?

Tu...

—El ruso tomó de forma galante la cintura del mexicano ayrayendolo a él, atrajo el rostro del más bajo tomándolo por el mentón y besando lento pero activamente los labios de su contrario.

Hace bastante que quería hacer eso...

—El ruso se separó del mexicano dejándole espacio para que pudiera salir. México estaba temblando casi más que Paco.
Aquello lo había dejado bastante desalineado, volvio a peinarse y a ponerse más colonia para quitar el aroma del ruso de su cuerpo, y ya arreglado de nuevo salió de su habitación.

Rusia sonrió al ver al mexicano bajar las escaleras.

Y-ya me voy... Cuida a Paco...

—Dijo México tratando de sonar distante, poniéndose una gabardina antes de salir de casa, ya en la puerta de ésta.
Rusia se acercó a donde estaba México, tomó el rostro de dicha persona con sus manos, abultado las mejillas del contrario.
Al ruso le hizo gracia la cara del mexicano.

Ya déjame pinche vodka.

—Rusia sonrió tiernamente y se acercó a México, haciendo que a éste se le revolviera el estómago.
El eslavo aprovecho la distracción y dejó nuevamente un (ahora) ardiente beso en los labios del mexicano. Uno que le hizo arder la piel al contacto con el contrario, uno que le fuera difícil de olvidar, igualar o superar.
Se separó lentamente de él dejando un hilo de saliva entre ambos y aún con esa sonrisa abrió la puerta y empujó al anonadado mexicano fuera de la casa luego de un: "no llegues tarde, te amo"

México camino en silencio por la calle, subió a un Uber que había contratado y partió.
Dentro del pensativo país las palabras del estadounidense atravesaban cual balas su frágil corazón de porcelana...

"Pídele al ruso que te bese como yo lo hice"

((Ya lo hizo...))

"Pídele que te envuelva entre sus brazos como yo lo hago"

((También lo hizo...))

"Pídele que te diga que te ama."

((Ya me lo dijo...))

"Y cuando lo hagas, analiza lo que sentiste en ese momento.
Tus sentimientos te dirán si le amas a él o a mi."

((¿Cómo esperas que sepa eso?))

"Pero quiero que compares mis labios con los suyos, quiero que pruebes la calidez de otros brazos"

((¿Qué me han hecho?
¡Maldito Estados Unidos!
¡Eres un hijo de puta!
¡Un hijo de puta!
¡Qué te carguen a ostias chaval Malparido! ¡Igual a tu tonto ruso!))

—El léxico del mexicano mutaba repentinamente por la influencia que tuvo en el pasado... Pero detestaba eso más que nada el mundo. —

((Ah... ¡CHINGUEN A SU MADRE TODOS!))

"y así te darás cuenta de que jamás encontrarás a nadie que te ame tanto como yo lo hago."

((Tu bastardo... ¿Por qué no puedo sacarte de mi cabeza? ¿¡Por qué!? ¡YO TE AMABA Y TU SOLO ME MANDASTE A LA CHINGADA INFINIDAD DE VECES! ¡Y AHORA QUE QUIERO ENTREGARME A OTRO, A OTRO QUE ME AMO DESDE EL PRIMER MOMENTO NO PUEDO-...! ...no puedo.... No puedo sacarte de mi cabeza... No puedo quitarme la sensación de tu cuerpo en el mío... ¡Te odio maldita sea! ¡POR QUÉ JUSTO AHORA DIJISTE QUE ME AMABAS?! ¿¡POR QUE NO ANTES!? ...¿Por qué me lastimabas...? ¿Por qué vienes a joderme de nuevo ahora que estuve a punto de encontrar el amor con... Con... Rus... Y-yo lo abandoné cuando era niño...))

—Jefe, ¿Se encuentra bien? Tengo pastillas para el malestar si tiene alguna molestia.

—Dijo la amable voz del conductor, haciendo despertar a México de su trance, al cual se le empezaban a notar las cicatrices que salían a la luz cuando estaba muy enojado o triste.

No, no, no se preocupe, estoy bien.
Solo que no dormi bien anoche, es todo.

—El Uber llegó al aeropuerto y de ahí partió al país alemán.
Tras largas horas de vuelo, el mexicano finalmente llegó al país, siendo trasladado y recibido por la fuerza militar.
Al llegar a la enorme mansión de su hermano, México entró como si nada, obviamente, pues era considerado parte de la familia.
Todos se inclinaban ante México con respeto y admiración.
Mientras el solo pensaba en como sus amigos sudamericanos en la vida le mostrarian ni una pizca de respeto.
Menos después de ponerse hasta la madre de borrachos en las pedas que hacían...

¿México?

La voz del alemán que pasaba por uno de los pasillos hizo que el mexicano girará a verlo con una sonrisa. —Buenos días carnalito.

¡México! —Lo abrazo— ¿Llegaste temprano? ¿Tú? Jaja ¿te has caído de la cama o algo por el estilo?

Tenia mal el reloj despertador...

—Alemania abrazó con efusividad al mexicano y lo llevo a la oficina de su padre.

Hola Krieger, tiempo sin verte.

La voz gruesa y autoritaria del Alemán le sacó una sonrisa a México.
"Krieger" así fue como lo nombró Alemania.
Dicha palabra significaba: guerrero.

Hola señor.

¿Puedes creer que Krieger llegó temprano?

—Dijo Alemania riendo y México le dió un golpecito en el hombro también riendo.
Tras de eso los dos tomaron asiento.

México y los otros dos comenzaron a charlar.
Una plática realmente amena.
México se sentía en paz y feliz.

La fuerza más poderosa del mundo no es el amor, son las armas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora