Juego de Cuatro.

Secretos.

Mi paso es acelerado, algo nervioso pero firme. Me sigue O'Brian corriendo para alcanzarme, con su pecho subiendo y bajando, alterado por todo lo que acabamos de escuchar. Demasiada información valiosa para alguien tan inocente como él.

-¿De qué crees que hablaban?-. Pregunta atropellando sus palabras, sin dejar de caminar.

Su rostro está pálido, asustadizo por todo lo que su cerebro imagina que han podido hacer.

Me encojo de hombros.

Yo también siento curiosidad, pero debo calmarme. La información es demasiado valiosa, debemos ser más inteligentes y cuidadosos que ellas. Por el momento llevamos ventaja.

Debo analizar todo lo ocurrido para ordenar en mi cabeza las piezas de un rompecabezas que cada vez parece más complejo. Para empezar, hay algo que las une por encima de una inestable amistad, y ese algo parece bastante grave, demasiado. Si eso es así, ellas mismas han cavado su propia tumba, solo debería enterarme que es lo que tienen entre manos, y con Holly de mi parte no parece muy difícil. Pero cargo con dos problemas a mi espalda, el principal es que Amer me ha fichado para su lista negra, y no va a ser fácil deshacerme de ella. Y el segundo es que necesito conseguir que al menos Skyler confíe en mí, tengo que dividirlas.

-Ha dicho que Skyler se encargue de ti-. Me recuerda O'Brian con la voz temblorosa. -¿La ha enviado a matarte?-.

Sus ojos se abren desmesuradamente al pronunciar la última palabra, como si al decirla cobrara sentido.

Ahora cuento con la morena siguiendo mis pasos, por lo que debo de andar con cuidado. Tendré que demostrarle que Tayson Blade puede ser todo un caballero.

Una amplia y maliciosa sonrisa aparece en mi rostro.

-Dime O'Brian-. Le llamo captando su atención. -¿Qué ocurre cuando hay una fila de fichas unidas y le das un golpe a la primera?-. Pregunto, fijando la mirada en él, esperando su respuesta.

-Que cae el resto-. Responde con obviedad.

-Pues eso es lo que Holly necesita, un empujón-. Aclaro, expresando toda la satisfacción que produce imaginarme eso. -Para que el resto de fichas caigan-.

La cara de horror no se hace esperar en el moreno.

-¿Y si las demás fichas se cabrean y vienen a por ti?-. Frunce el ceño, sin dejar su expresión de espanto.

Ruedo los ojos.

-Son fichas O'Brian, no cobran vida-. Le hago saber, explicando el sentido de una metáfora.

Él no parece muy satisfecho con la respuesta pero mi poca paciencia retiene las palabras en su boca.

-Mira-. Me señala en el horizonte una figura femenina, sentada debajo de las gradas. -Deberías ir-.

Observo a Holly cabizbaja. Dicen que la vulnerabilidad es un estado de ánimo peligroso para quien desea sacar provecho de ello, y yo quiero sacar hasta su último aliento.

Me fijo en O'Brian antes de salir en la dirección de esta. Su mirada está fija en la pelirroja, desprendiendo deseos de ser él quien vaya a tranquilizarla con todo ese amor que en algún lugar de su humillado corazón debe tenerle. Y es cruel tener que hacerle esto a la única persona que me ha hablado desde que aterricé en Driftwood, pero así son las cosas.

-Lo siento, pero en el fondo te estoy librando del mal-.

Apoyo mi mano izquierda en su hombro, haciendo que se tambalee un poco.

-Aún que tuviera oportunidad de ir, jamás me dejaría pronunciar ni dos palabras-. Suelta en un suspiro. -Soy la última persona del mundo que esos preciosos ojos querrían mirar-.