- Gracias por acompañarme a casa señor, no debía de preocuparse.- oh no Tyler, gracias a ti por acompañarme a la cafetería.
Tyler iba a entrar a su casa pero vio que el señor Schmidt no se iba por lo qué incómodo abrió más la puerta.
- q-quiere pasar?
- sería un honor.
El señor entró con aires de superioridad. Miraba todo detalladamente, viendo lo limpio y ordenado que todo estaba.
- vives solo Joseph?
Preguntó tomando asiento en el sofá.
- s-si, vivo solo...
El hombre sonrió y se estiró en el sofá.
- tienes vino o algo así?
- umh... no lo sé, debería ir a ver.
El castaño fue hacia la cocina y se agachó para buscar si había algún vino en los muebles de más abajo.
El hombre descaradamente se inclinó un poco admirando la figura masculina pero a la vez fina del castaño.
- encontraste algo ty?
Ese apodo resonó en los oídos del menor. Ese hombre apenas lo conocía pero de todos modos se tomaba la confianza para llamarlo así, ¿era bueno o malo?
- oh, si! Aquí hay uno.
El castaño rápidamente lo sacó y lo sirvió en dos copas.
Fue hacia el señor y se sentó a su lado entregándole la copa.
- Por nuestro trabajo.
Dijo el castaño.
- Por nuestra amistad.
Sonrió el señor mientras tomaba de la copa casi al seco. Tyler comenzó a jugar con su copa, no era muy fan del vino y le desagradaba tomar más de lo debido.
- y...¿tienes novia?
- no soy de preferencias femeninas... señor.
- no me llames señor ty, puedes llamarme por mi nombre.
- c-claro... Adam.
- y bueno... ¿has tenido pareja?
- tenia pero... fue algo pasajero y que no funcionó.
- con Jack?
Tyler asintió algo apenado. El señor palmó su mano en una de las piernas del castaño. Este lo miró con algo de temor, a ese hombre se le notaban sus verdaderas intenciones.
- te hizo mucho daño? - Preguntó acercándose cada vez más al menor. Tyler asintió sintiendo la respiración contraria.- oh Ty, si ese idiota supiera que fue lo que se perdió.
Cuando el agarre en su pierna se hizo más firme y fuerte Tyler lo alejó.
- s-señor Schmidt perdón por esto pero... le pido que por favor se vaya de mi casa.
El hombre después de unos largos segundos mirando al castaño asintió.
- si... perdón por incomodarlo Joseph.
- n-no es eso... solo que estoy cansado y mañana es otro día más.
- si, entiendo. Nos vemos en el trabajo, adiós.
Y así el castaño se quedó solo y tranquilo. Que alocado.