5.- Más mala suerte

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Miguel acaba en el suelo. Julio aprovechó para empujarlo por detrás.

"¿Cuántas veces he saludado a mi amigo el señor piso?"

— ¡Idiota! —espeta Julio y lo toma del cuero cabelludo con fuerzas.

— ¡Auch! ¡Suéltame! —pide Miguel tratando de zafarse del agarre del rubio.

Carlos se hace presente, esta jadeando y sudando.

— Julio. ¿Qué haces? Suéltalo y ven a jugar.

Julio hace caso a su amigo; suelta a Miguel, no sin antes de decirle:

— Te salvas, pero después te destruiré tus dientes, otaku.

Julio camina hacia Carlos, ambos hablan, casi susurrándose.

Miguel sigue en el suelo, con dolor en la cabeza por el jalón. Piensa que es buena idea cortarse el cabello, lo tiene bastante largo, a excepción de su mechón que le esconde la cicatriz.

Se levanta con algo de dificultad. Ya de pie un balón golpea su cara, otra vez vuelve a caer.

"Tomar nota: Los balones me odian".

— ¡Otaku, pásala! —grita Ulises. 

Miguel se levanta, esta vez esperando no caer de nuevo. Algo escurre por su nariz: Sangre.

— ¡Esta sangrando! —señala Benjamín riendo.

Los Galácticos carcajean. Ariadna grava todo.

Miguel, aun mareado por el golpe, maldice a quien sea que le haya lanzado el balón en la cara que no tiene los pantalones para disculparse.

Trata de tocar su collar, pero no lo siente.

Su respiración se corta y el miedo invade su alma. 

¡Su collar del Arcángel Miguel no está!

Desesperado, busca a su alrededor y todo su cuerpo sufre escalofríos. Una de las peores sensaciones que ha sentido.  

— ¿Buscas esto?  —Julio le muestra el collar.

Tolera que rompieran su libreta... pero ese amuleto es muy especial para él.

—¡Regrésamelo!

La peor parte, es que Julio arroja el collar a lo lejos.

Carlos no lo soporta y golpea la cabeza de su amigo.

Miguel ni si quiera puede moverse, olvida como respirar, el estomago se le revuelve de una manera dolorosa y su corazón se detiene por un segundo. 

El tiempo es lento para él.

Reacciona e invadido por la ansiedad, busca desesperado el collar entre los arbustos. Sus compañeros se burlan de él.

Las manos de Miguel se pinchan con las espinas de las bellas rosas, y en su necedad, continúa con la búsqueda, ignorando el dolor. 

Al aceptar que jamás encontrara su atesorado collar, se pone de pie en estado de shock e impotencia.    

Si antes sentía su pecho destrozado como sus anteojos, ahora siente que acaban de ocasionarle grietas a su alma. 

La sangre hierve dentro de él, todo está caliente, sus puños se cierran con fuerzas, sus ojos verdes expresan un brillo diferente: Esta harto.

Logra escuchar cómo todos lo ofenden y mientras más lo insultan, más se enfada.

Se muerde el labio con tanta fuerza que le sale sangre. No le toma importancia.

Corazón de ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora