15.- 9 de Octubre

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Los exámenes son la pesadilla total, y por fin es el último.

El ultimo día de tanta tortura. Y rumores dicen que la mayoría ha perdido la cordura. Miguel lo ha notado, siente que está perdiendo la razón mientras trata de resolver la penúltima ecuación.

— ¡Abajo los lápices!

Ordena el maestro con voz ronca. Miguel no hace caso y trata de resolver a lo loco el último ejercicio. El profesor le quita el examen con brusquedad, con la última respuesta vacía.

Los adolescentes, festejan de haber finalizado una de las semanas más pesadas del ciclo escolar. Parece que han acabado con una batalla apocalíptica.

— Miguelito... ¿tú y Rosa ya andan? —pregunta Carlita con ingenuidad.

— ¿Qué? No. ¿De dónde sacaste eso? —responde Miguel nervioso por su examen, no tiene idea si le fue bien o mal. Más vale sacar al menos un seis.

— Es que como tú y ella han estado casi inseparables... 

— Eso no quiere decir que ande con ella.

—Han tenido citas. 

—Hemos salido como amigos y no llevas a tus hermanos a las citas. Y la vez que salimos sin los niños fue porque ella quería mostrarme la ciudad.  

— Puedo lamerme el codo con la lengua —cambia drásticamente de tema mientras trata de demostrarle a Miguel que si puede.

Andrea se pone entre ellos interrumpiendo su conversación interesante.

— Lárgate, tonta —ordena Andrea.

— Claro —dice Carlita y se va alegremente.

— ¿Se te metió algo?—dice Miguel sacado de onda.

— ¿Por qué tan unido a Rosatonta? —pregunta Andrea curiosa.

— No sé, nada más sur-surgió. 

—Ah... —Andrea toma la mano de Miguel y le dibuja un corazón en la mano con brillitos a su alrededor—. ¿Y te has sentido bien? Estando con ella y los Cósmicos. 

—Al principio fue raro, luego me acostumbre.  

—¿No te da miedo que puedan traicionarte? Hasta el momento todo ha ido bien pero, no descartes que eso puede pasar. 

— Sí, tienes razón, hay personas que traicionan, pero debe haber una persona que nunca lo hará. Yo confío en ellos, por ahora. 

— Dame un ejemplo de alguien que se puede confiar —dice Andrea creyendo que Miguel estaría callado.

— Puedo hacerte una lista con quienes tengo una gran confianza.

— ¿Y Rosatonta?

—No le digas así. Ella... es muy linda... cuando quiere. Le tengo afecto. Es mi amiga. Sí, también confió en ella. 

Andrea termina de dibujarle la mano. Miguel le quita la pluma y hace lo mismo con ella, dibujando una carita feliz sacando la lengua. 

—No puedo creer que te volvieras amigo de esa gente.

—Yo tampoco lo creo. Nunca creí que tendría un amigo o una amiga.

—Mientras no se te suba la fama... 

—¿Cuál fama? Todavía soy el raro del salón y ya nadie me va a quitar el puesto.

—Pues deberías regresarme el puesto. Yo era antes la rara.

Ambos ríen y continúan bromeando entre ellos y rayando sus manos.

Muchos de sus compañeros se les quedan mirando, no obstante, Andrea y Miguel los ignoran.

Corazón de ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora