El fin de semana en casa de los Castillo no estuvo nada mal. El señor Francisco regresó el domingo por la tarde.
Los Traviesolos no hicieron nada, tampoco se atrevieron mirar a Miguel o hacer el intento de insultarlo. Jamás habían experimentado la vergüenza y la pena.
Rosalinda tampoco dio algún comentario malo, ni se quejo mientras trabajaban en su proyecto, incluso cuando Miguel seguía sin comprender algo, ella se lo explicaba con gran paciencia.
Caminando por las calles para regresar a casa, Miguel observa un momento el cielo oscuro, apreciando las estrellas deslumbrantes que lo acompañan esta noche al igual que la luna.
Hace mucho que no sentía un poco de paz.
Su monotonía se rompió y poco a poco se adapta a su nuevo estilo de vida. Le cuesta mucho trabajo hacerlo, porque siente que trata de encajar en un lugar donde no pertenece. Sin embargo, no lo dejan ir tan fácil.
Ya llegara el momento que todo volverá a la normalidad.
Nuevamente será invisible.
Nuevamente será ignorado como todos estos años.
Luego, surge un repentino miedo.
¿Qué pasa si nada regresa como antes era?
Le da miedo los cambios.
Escucha unos pasos dirigirse a él. Reconoce la persona. Con una sonrisa nerviosa, saluda a Toño.
— ¿Vas a casa? —pregunta Toño.
—Sí —contesta Miguel metiendo sus manos en los bolsillos. Tiene bastante frío.
— Es peligroso que pases por estos lugares solo. Te acompañare...
— No vivo tan lejos. Tomare el autobús.
— Te acompaño hasta que lo tomes.
Ni como negarle. Toño irradia pura seguridad y protección. Dios debió darle una pisca de dulzura para que todos le tenga confianza, por esa razón los del salón lo idolatran, las chicas están locas por él y quizá algunos chicos.
Miguel es acompañado por Antonio. No hay incomodidad como cuando esta con Julio, debe usar la oportunidad para agradecerle por haberlo sacado del baño el otro día.
— ¿Por qué cantas con los ojos vendados? —cuestiona Toño antes de que Miguel abriese la boca.
— Me pongo nervioso. Practico con los ojos vendados para poder calmarme, Julio dice que el jueves ya debo cantar sin la venda.
— Julio y tú... ¿Son amigos?
Una cosa es decir que le gusta Rosalinda, pero eso mata de risa a Miguel. Carcajea por la pregunta de Toño. ¿Amigo de Julio? ¿Enserio? ¿Puede alguien hacerse amigo de quien lo ha humillado y maltratado? Pues a Miguel le es chistoso y mucho. Ni si quiera puede tener una conversación normal con el rubio sin que lo mire con odio, burla o que lo intimide con esos ojos salvajes color miel.
— ¡Nunca! Estoy con él por-porque convencerá a todos para que dejen de fastidiarme . No somos amigos.
— ¿Y los demás? —insiste Toño.
— No creo tomarlos como amigos.
— ¿Tienes amigos fuera de la escuela?
Miguel suelta una pequeña risa, de sarcasmo. Siente una gran pesadez cada vez que le preguntan eso. Un típico otaku que no tiene vida social y se le pasa todo el día leyendo libros, mangas, viendo anime y jugando videojuegos sangrientos en su computadora, sin amigos. Siempre encerrado en su propio mundo, sin que nadie interfiera.
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Corazón de Ángel
Dla nastolatkówSer adoptado no es un crimen, tampoco ser otaku, ni tartamudear, ni mucho menos tener cicatrices. Aún así, es ignorado por medio mundo, pero es algo muy normal para Miguel Ángel. Sin embargo, dejará de ser invisible cuando se convierte en víctima d...