Capítulo 27

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Tras acostar a Bellatrix y pasar unos minutos más en el baño, Hermione volvió a sentarse en sofá del salón para esperar a sus hermanas. No era capaz ni de leer. Todo su esfuerzo consistió en intentar relajarse y calmarse para no actuar de una forma que le acarreara futuros arrepentimientos. Sobre todo le daba miedo que Narcissa o su hijo saliesen mal parados del juicio: no sería capaz de enfrentarse a ella en esa situación. Con esas reflexiones, transcurrió media hora. En cuanto escuchó la puerta de entrada, se levantó de un salto.

Entró primero Andrómeda muy sonriente. "¡Hemos ganado, Hermione!", exclamó abrazándola muy contenta por su hermana, "Realmente Shacklebolt quiere hacer las cosas bien y solo los ha condenado a una multa para contribuir a las reparaciones". La chica no quiso cortar su felicidad tan pronto y la dejó hablar un rato más. A Lucius sí que lo habían condenado a cárcel, pero no podrían trasladarlo a ningún sitio hasta que Bellatrix se hallase en condiciones de retirar la inmovilización. Además, el nuevo primer ministro estaba intentando reformar Azkaban para que resultase más humana. La joven realmente se alegró al oír aquello. Pero su gozo desapareció en el instante en que entró Narcissa.

No era capaz de leer la expresión de la rubia como lo hacía con sus hermanas. Había en su gesto algo de soberbia, triunfo y quizá también cansancio, pero no estaba nada segura. En cuanto vio a su hermana abrazando a la chica, su faz volvió a reflejar el desprecio que sentía hacia la sangre sucia. Y la estudiante no fue capaz de contenerse más. En cuanto vio la rabia en sus ojos, supo que para Narcissa era evidente que la había desobedecido y había interactuado con Bellatrix.

-¿¡Cómo has podido, cómo has sido capaz...!? Sabía que eras fría y cruel, pero hacer que Bella me olvide es muy rastrero y no es justo ni para ella, ni para mí... ¡No tenías ningún derecho!

Lo espetó todo rápido, sin respirar, tuteándola como si no mereciera el respeto del usted. La mirada de la rubia no varió un ápice, sospechaba que eso sucedería. Abrió la boca con calma, pero su hermana se le adelantó y se giró mirándola atónita:

-¿¡Que has hecho qué!?

Se trataba de una pregunta retórica. Hermione se había explicado bien a pesar de la ira y ella conocía a la rubia de sobra para creerla capaz de borrar a la hija de muggles de los recuerdos de su hermana. Respondió con calma mirando a la joven.

-Te advertí que no hablaras con ella.

-Fue ella la que me habló y...

Narcissa la cortó levantando la mano para silenciarla. Se quitó la capa y añadió:

-Da igual. Lo hecho, hecho está. Mejor dejarlo así. Gracias por tu ayuda. Buenas noches a las dos, he dejado la verja abierta unos minutos, podréis salir sin mí.

Las otras dos mujeres no daban crédito. ¿Pensaba zanjar el tema así, como si nada? ¡Se iba a ir a dormir tan tranquila! La joven no iba a permitirlo. Narcissa era temible, pero menos que un mortífago o cualquier horrocrux. Ya había tratado con suficientes peligros como para dejarse intimidar... y más en un tema tan vital para ella.

-¡De dejarlo así nada! Busca la forma de arreglarlo. ¿Te parece bien hacer algo así contra su voluntad?

-No sigas por ahí -advirtió la bruja alejándose sin girarse.

-¡Narcissa Malfoy, ni se te ocurra darme la espalda después de lo que he hecho por ti y por Bellatrix!

Ahí la rubia sí se giró. Ahora su expresión era un libro abierto: cólera en su naturaleza más pura. Miró por turnos a ambas brujas sin decidir a cuál poner en su sitio primero. Optó por su hermana, la sangre sucia podía esperar.

-¿Lo que has hecho por nosotras? -preguntó mezclando frialdad y furia en un tono suave- ¿Qué has hecho? ¿Venir a vernos un par de veces a la semana, como cualquier desconocida de San Mungo? Solo que tú ayudas menos porque solo nos miras con lástima desde tu superioridad moral de persona íntegra... ¿Qué has hecho? ¿Soltar un par de frases a mi favor durante el juicio para aliviar tu conciencia?

Alguien que cuide de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora