Durante los días siguientes, Hermione no vio a su profesora favorita fuera de clase. Ella estaba completamente centrada en estudiar para los exámenes finales y Bellatrix probablemente quería evitar la conversación sobre su fin de semana con Voldemort. Lo que sí agradecía la joven era que también habían sorteado la charla sobre la extraña reunión de la bruja oscura con Snape; si bien mataría por entender de qué demonios iba aquello, no estaba dispuesta a hacerlo al precio de mostrar a Bellatrix su desconfianza hacia ella. Así que todo se sostenía en una calma tensa.
Ese viernes tenían la mañana libre, así que Hermione y Harry optaron por ir a estudiar juntos a la biblioteca. La relación con Ron avanzaba un paso y retrocedía dos; la gran favorecida por aquella disputa era Lavander, que nunca había recibido tantas atenciones del pelirrojo. Hermione se preguntaba con gran curiosidad si realmente el chico creía que le iba a dar envidia. Sacudió esos pensamientos de la cabeza y se centró en el trabajo de Estudios Avanzados de Aritmancia.
Hermione había elegido esa optativa porque le fascinaba la idea de las propiedades mágicas de los números para predecir el futuro o componer series de hechizos. Era de sus asignaturas favoritas. El interés de Harry en la numerología resultaba bastante más pobre: la había elegido para que Hermione pudiese ayudarle con los deberes. Pero no había contado con lo dura que era la profesora, Septima Vector, una gryffindor de unos cuarenta años con fama de estricta. La cantidad de deberes que les mandaba era realmente exagerada y al estar en el último año, la asignatura resultaba especialmente ardua. Tenían ante ellos folios y folios de números complejos llenos de tachones y anotaciones. El ejercicio consistía en diseñar una barrera defensiva a través de los números que pudiera proteger todo el castillo de forma impenetrable. La castaña llevaba semanas trabajando en ello con ahínco y con grandes resultados. Harry la ayudaba en lo que podía, pero le costaba mucho seguir el cerebro privilegiado de su compañera. La profesora les daba enunciados nuevos cada semana para que siguieran ampliando el trabajo y el último estaba siendo como luchar contra Umbridge.
-¡Esto es imposible! Ayer le pregunté después de clase qué habíamos hecho mal aquí, le echó un vistazo y dijo que siguiéramos intentándolo, ¿te parece normal? Seguro que ni siquiera ella encontró el fallo...
Hermione quería defender a su profesora, pero realmente no veía la manera. Harry tenía razón. Llevaban días dándole vueltas y repitiendo los ejercicios para desarrollar el último enunciado que habían recibido, pero seguía sin cuadrar y la joven no encontraba dónde se equivocaban. La castaña, sentada frente a Harry en un lateral de la biblioteca, decidió sugerirle que lo dejaran por un rato. Entonces vio que el chico abría los ojos y empezaba a gesticular:
-¡Profesora! -exclamó Harry en un tono que le valió una mirada de reproche de la bibliotecaria- ¿Podría venir un momento?
Hermione se giró y para su sorpresa, vio que la que se acercaba con varios libros de dudoso origen entre sus brazos era Bellatrix.
-Míster Potter, Miss Granger – saludó ella mirándolos con curiosidad.
-Disculpe, Madame Black... -empezó él.
La bruja les había advertido desde el primer día que "nada de llamarme profesora, no soy una anciana, aburrida y fanática de Dumbledore como todo el mundo aquí".
-Sé que no es su asignatura, pero si pudiera echar un vistazo un momento a este ejercicio... Hermione y yo llevamos varios días y no vemos dónde está el fallo – solicitó el chico en un tono bastante más suplicante de lo que hubiera deseado.
Hermione miró a Harry sorprendida. No entendía si lo hacía para poner a prueba a la bruja o porque realmente esperaba su ayuda. Lo que sí sabía era que la relación entre las profesoras de Aritmancia y Defensa contra las Artes Oscuras dejaba bastante que desear. No sabía si era por la rivalidad entre Gryffindor y Slytherin, porque Septima estuvo en desacuerdo con la contratación de la bruja oscura y además intentaron darle su puesto (que Bellatrix rechazó alegando que si te intentas defender de una maldición con un número eres imbécil). El caso es que estaba ahí. Tampoco conocía el nivel de Bellatrix en una materia tan compleja. Le había contado que odiaba Pociones e Historia de la Magia (por supuesto Estudios Muggles ni lo contemplaba), pero no había hecho mención de Artimancia. En cualquier caso, no quería ponerla en un compromiso, así que intervino:
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Alguien que cuide de mí
FanficBellamione. Hermione Granger vive su último año en Hogwarts con la amenaza de la inminente guerra contra Voldemort. Durante el baile de Navidad, se entristece porque parece Bellatrix Black, su profesora de Defensa contra las Artes Oscuras, no ha asi...