Capítulo 29

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Esa tarde no pudo trabajar mucho (no supo si por la emoción o por la falta de galletas), pero por primera vez en meses, volvió a casa con una sonrisa. Y la mantuvo incluso cuando pilló a Harry y a Ginny (¡que lástima que el colegio no empezase hasta enero!) besuqueándose en el sofá. En cuanto la oyeron entrar, se separaron con expresión culpable.

-¡Seguid, seguid, no os cortéis por mí! Me voy a mi cuarto, le pediré a Kreacher que me suba algo de cena -les informó alegremente

Los chicos la miraron sorprendidos por su repentino cambio de humor. Llevaban meses preocupados por su tristeza y su aislamiento. Sabían que se sentía sola, pero sin embargo, rehuía cualquier tipo de compañía. Las ocupaciones de ambos y el respeto a la privacidad de la chica les habían impedido entrometerse más. Se miraron sorprendidos e intercambiaron una expresión de ilusión al ver que la chica parecía estar recuperando su carácter alegre.

-Te hemos guardado pastel de carne -la informó Harry sonriendo también.

Ginny se ahorró las cortesías y las sutilezas:

-¡Qué contenta estás hoy! ¿Es por esa chica, Aeryn?

Hermione le dirigió un gesto de reproche a Harry por habérselo contado a su novia, él le respondió con una mirada de arrepentimiento. Pero la chica estaba demasiado ilusionada como para que los cotilleos de la pareja la perturbasen.

-No, lo dejamos hace semanas.

-Vaya, lo siento, Hermione -se apresuró a decir Harry.

-Sí, qué lástima, ¿qué pasó? -preguntó Ginny sin soltar la presa.

-Sentí que algo en ella fallaba.

-Vaya, seguro que encuentras a alguien mejor. Si no supo apreciarte como te mereces, ella se lo pierde -aseguró la pelirroja para animarla.

-¡Ah, no! Fue culpa mía. Simplemente no era Bella -resumió con una sonrisa.

Dicho esto, se marchó a su habitación dejando a ambos chicos estupefactos. Hermione llevaba meses sin ni tan siquiera nombrar a Bellatrix y sus amigos lo habían respetado. Se trataba de un tema tabú y después de todo lo que Harry había escuchado y presenciado de su relación, sabía que para su amiga no había sido un rollo sin más y que la había marcado mucho. Supuso que el ser capaz de pronunciar su nombre y darse cuenta de su influencia en el fracaso de sus siguientes relaciones suponía un paso adelante. O eso quiso pensar.

Mientras, Hermione se percató de que dado que ella ya no era alumna de Hogwarts y la ex mortífaga tampoco era profesora, podía hablar de su relación abiertamente. Seguían llevándose veinte años y eran dos personas diametralmente opuestas, pero lo que el mundo opinara de aquello no le afectaba en absoluto. En cuanto llegó a su habitación, buscó el cambiante álbum que había hecho para Bellatrix. Sintió la sonrisa estúpida que se dibujaba en su rostro cuando comprobó que la bruja volvía a aparecer en las fotos. El amor era eso: solo aquella mujer tenía la capacidad de hacerla sentir.

Llegó el fin de semana y seguía sin tener claro lo que iba a decirle. Sabía que la realidad era la que era y no disponía de ninguna disculpa nueva. De hecho, solo le había pedido la cita para poder volverla a ver, como Sherezade, una vez más. Pero aún así lo puso todo de su parte. Dado que vivía con Harry y prácticamente solo salía para ir de casa al trabajo, ahorraba prácticamente todo su sueldo. Se compró un vestido verde oscuro, elegante y entallado con el que hasta Narcissa Malfoy le hubiese dedicado un cumplido. También fue a la peluquería y consiguió que su habitual melena leonina adoptara un aspecto más ordenado y sofisticado pero sin perder su esencia. Bellatrix la había citado el sábado "por la tarde", una indicación un tanto imprecisa. ¿Qué hora era esa? Decidió que serían las cinco (de ser por ella, hubiesen sido las diez de la mañana, pero mejor esconder el ansia dentro de lo posible).

Alguien que cuide de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora