Capítulo 3

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Durante el resto de la velada, Harry y sus compañeros se pusieron como meta intentar rapiñar la mayor cantidad de alcohol posible. Entretanto, Ron lanzaba miradas despectivas a Hermione mientras él y Lavander se besuqueaban a la vista de todos. De su acompañante, hacía rato que la chica no sabía nada. A pesar de haber procurado beber poco, la estudiante no pudo evitar sentirse agobiada. Se alejó con la excusa de ir al baño y se sentó en un banco lateral para serenarse. Y para buscar con su mirada a la matriarca de los Black.

Le costó poco localizarla en una esquina al otro lado de la sala. Aunque hubiera cientos de personas ahí congregadas, la profesora de Defensa tenía un aura que parecía atraer a Hermione como la comida atraía a Ron. En su pálida mano sujetaba un vaso de whisky que, a juzgar por la mirada perdida y cansada de la profesora, parecía haber sido rellenado varias veces. Casi nunca se relacionaba con el resto de los profesores. A muchos les intimidaba casi tanto como a sus alumnos; otros desconfiaban de la decisión de Dumbledore al contratarla (a pesar de ser la mejor duelista y conocedora de las Artes Oscuras de toda Inglaterra); y el propio director sabía que la bruja solía preferir la soledad. Era probable que el único motivo de su presencia en la fiesta fuese el alcohol.

Eso mismo le había contado Sirius a Hermione cuando esta le había interrogado discretamente sobre su atractiva e inteligente prima. Su eterna necesidad de soledad. Era algo que comprendía: al fin y al cabo, ella siempre había preferido la compañía de los libros a la de sus amigos. La sabelotodo no podía evitar pensar que igual era que ninguno de aquellos hombres estaba a la altura de la profesora."¿Pero tú sí, verdad?", se preguntó burlonamente a si misma.

El curso de su pensamiento quedó interrumpido cuando vio que Moody, aún más áspero en sus movimientos que de costumbre por el efecto del alcohol, se acercó a hablar con Black. La morena no parecía en absoluto interesada en el tema. Sus gestos reflejaban apatía cuando comenzó la conversación, hastío cuando los gestos de Ojoloco se hicieron más bruscos y finalmente rabia cuando el auror abandonó todo esfuerzo de parecer amigable.

Hermione sentía una curiosidad enorme. Desde donde estaba, no podía oír nada. Captó por las expresiones del hombre referencias a"El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado" y a magia negra. La estudiante se levantó para acercarse casualmente y salvar a su profesora del aparente interrogatorio. Frenó en seco cuando vio que Moody intentaba agarrar la muñeca izquierda de la duelista. Bellatrix, con una rapidez más animal que humana, le propinó una bofetada que sin duda dejó impresión en el veterano auror. Lo siguiente que vio la chica fue el vuelo del vestido negro alejándose de la sala.

Alrededor de Hermione y por toda la sala la gente seguía bailando, gritando y bebiendo ajena a cualquier disputa. Su cerebro práctico y racional le aseguró que eso mismo debía hacer ella. No tenía ningún sentido salir del castillo -menos en estos tiempos- en pos de una persona a todas luces enfurecida y que quería estar sola. Obviamente, Hermione desoyó la orden. Tan pronto como se sobrepuso a la sorpresa, empezó a esquivar gente para llegar a la puerta por la que había visto salir a la profesora. A los cinco minutos, se encontró en el terreno exterior de Hogwarts.

Aunque la nieve no era muy espesa, la noche era fría. Hermione murmuró un encantamiento para conservar el calor corporal y empezó a escrutar la oscuridad de la noche. Por suerte, la luna llena pronto se reflejó en la grácil silueta que se alejaba ligera en dirección al Bosque Prohibido. La estudiante marchó todo lo rápido que le permitían sus zapatos de fiesta en pos de la mujer. No le hizo falta recorrer muchos metros porque la duelista, siempre al acecho, se giró en cuanto sintió que alguien la seguía e inmediatamente apuntó con su varita. En cuanto vio quien era, Bellatrix guardó la varita y esbozó una media sonrisa sorprendida.

-Granger, ¿qué haces aquí? ¿No os han dicho que es peligroso salir? Parece que la imprudencia de Potter es contagiosa.- Comentó la duelista con un tono que reflejaba más diversión que reproche.

-Profesora...-empezó Hermione arrepentida de actuar a lo loco sin ningún plan ni explicación para sus actos-. Que... quería saber si se encontraba bien...

Bellatrix enarcó las cejas asombrada por la pregunta.

-Perfectamente, ¿por qué no iba a estarlo?- contestó cruzando los brazos justo debajo del pecho, haciendo que su busto resultara aún más pronunciado.

-La he visto antes... discutiendo con Moody y...-Hermione se sonrojó no solo por admitir que había espiado la conversación sino porque le estaba costando mucho subir la vista a los ojos de su profesora.

-Mirando a donde no debemos, ¿eh, Granger?- la cortó con sorna Black.

-Yo...eh...- Balbuceó Hermione.

-El demente de Ojoloco es problema mío. -Sentenció Bellatrix con gravedad mirando a los ojos a su alumma. Seguidamente se acercó a ella hasta casi rozar su cuerpo y le susurró al oído en tono coqueto -Y mi escote también.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Hermione al sentir en su piel el cálido aliento de su profesora. El tono juguetón generó también una ráfaga de deseo que comenzó en su estómago y se extendió hacia partes más íntimas. "¡Malditas hormonas!", se reprendió Hermione, "¡Di algo! ¡Responde algo!¡ Lo que sea!". Una vez más, las palabras no acudieron al rescate. Hermione no fue capaz de levantar la vista del suelo mientras Bellatrix contemplaba a su alumna predilecta. A los pocos segundos, la bruja oscura suspiró y con tono cansado pero suave, dio la conversación por zanjada:

-Vuelve dentro, Granger.

La duelista se giró y se alejó hacia el bosque.

Alguien que cuide de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora