셋: Charla familiar

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Mi primo era un excelente anzuelo para sacarme de un apuro cuando no hallaba alternativa alguna de salir, aunque aquel mensaje no era algo que esperara, había llegado en un excelente momento para librarme de Rowlan y sus preguntas al mejor estilo de un interrogatorio judicial. Giré mi rostro hacia mi pelirrojo amigo, el cual me señalaba con su dedo índice gesticulando un «te salvaste por esta vez, jodido suertudo», y en verdad que me había librado de algo muy grande.

Con rapidez, tecleé una respuesta para mi primo.

Yo: Déjame pensar, no eres tú, ¿verdad?

Hyung: Mira que eres un mocoso cruel, eh, y claro que me caso yo. Dafne y yo realizaremos la boda en unos días. Tío Jooseok y tí­a Hana ya recibieron las invitaciones y los boletos de avión, obviamente, tú irás también.

Sonreí empleando una negación con la cabeza ante lo organizado, y obstinado, que era Liam Kang a veces; era uno de los pocos atributos que él y yo compartíamos como algo en común, ambos éramos unos idiotas obstinados cuando nos interesaba algo. Volví a teclear las letras digitales para enviar otra respuesta.

Yo: Vaya, compadezco a Dafne noona entonces. Serás un maniático con la organización.

Hyung: Yah! Eres un irrespetuoso. En fin, ¿videollamada esta noche a la misma hora, primito enano?

Yo: Sí­, necesito decirte algo. Y joder, solo soy más bajo que tú por cinco centí­metros, ya deja de fastidiarme con eso.

Hyung: Juju~, lava tu boca antes de asistir a mi boda, eh 😉

Reí apretando la punta de mi lengua entre los incisivos, en serio Liam sabí­a hacerme reír y enojar a la vez, pero nuestra relación era así como los tí­picos hermanos mayores y menores. Tras guardar el celular devuelta en el bolso de gimnasio, me dirigí a Rowlan tomando mis cosas.

—Debo irme, iré de viaje unos días durante la semana del carnaval. Creo que estaré antes de que empiece el «Mardi Grass». –Notifiqué haciendo tintinear un poco las llaves de mi camioneta en la mano.

El pelirrojo asintió palmeando mi hombro, sonriendo de lado.— Avísale a Charlotte antes, o estará triste sin su lindo compañero de juegos en línea.

—Tsk, mierda, ya cállate. –Mascullé golpeando su brazo en juego, pero algo ceñudo debido a su estúpida carcajada.

Volví­a a replantearme lo mismo, ¿por qué era amigo de este idiota?

Y tras hacer nuestro amistoso «handshake», me retiré hasta la salida del gimnasio, donde la fresca brisa de la tarde chocó contra mi rostro, moviendo mi flequillo negro con parsimonia y creando una agradable sensación. Mi mente volvía a recrear la imagen de Charlotte en el hospital, con su sonrisa de dientes perlados y derechos, y sus tiernos ojos grandes color Caramel Macchiato.

¿Por qué ella? ¿Por qué el maldito cáncer iba contra ella?

Resoplé con hastío, y subí de una buena vez a la camioneta para encender el motor y emprender rumbo hasta mi residencia.

Resoplé con hastío, y subí de una buena vez a la camioneta para encender el motor y emprender rumbo hasta mi residencia

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𝐇𝐞𝐲, 𝐂𝐚𝐧𝐜𝐞𝐫! ↪ novela cristianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora