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Oigo un ruido sordo detrás de mí y retiro los ojos de la escena, agradecido por la distracción. Dentro del círculo, Jimin ya no está suspendido en el aire. Se ha desplomado en el suelo sobre las manos y las rodillas. Los negros mechones de su pelo se retuercen. Tiene la boca abierta como si fuera a gemir, o a gritar, pero no emite ningún sonido. Un reguero de lágrimas grises rueda como agua teñida con carbón por sus pálidas mejillas. Ha visto cómo lo degollaban. Está viéndose a sí mismo sangrar hasta morir, y cómo la sangre empapa la casa y satura su vestido blanco de baile. Todas las cosas que era incapaz de recordar le han golpeado la cara. Se está debilitando.

Vuelvo la vista hacia la muerte de Jimin, aunque no quiero verlo. Malvina está desnudando el cuerpo y ladrando órdenes a Elias, que huye a la cocina y regresa con lo que parece una manta tosca.

Le dice que envuelva el cuerpo y él obedece. Aseguraría que Elias no se cree lo que está sucediendo.

Luego ella le pide que suba al piso de arriba y busque otro vestido para Jimin.

—¿Otro vestido? ¿Para qué? —pregunta él, pero ella exclama—: ¡Ve sin más! —y él corre escaleras arriba tan deprisa que tropieza.

Malvina extiende sobre el suelo el vestido de Jimin, tan cubierto de sangre que resulta difícil recordar que antes era blanco. Luego se acerca a un armario en el extremo opuesto de la habitación y regresa con unas velas negras y una pequeña bolsa también negra.

Es una bruja, me murmura mentalmente Yoongi. Luego blasfema. Ahora todo tiene sentido.

Deberíamos haber deducido que el asesino era una especie de brujo, aunque nunca habríamos imaginado que fuera su propia madre.

Mantén los ojos bien abiertos, replico a Yoongi. Tal vez necesite tu ayuda para comprender lo que está sucediendo aquí.

Lo dudo, responde él, y comprendo que todo está claro cuando veo a Malvina encender las velas y arrodillarse sobre el vestido, balanceando el cuerpo mientras salmodia en susurros suaves palabras en finlandés. Su voz es tierna, como nunca lo fue para Jimin en vida. Las velas brillan con mayor intensidad. Levanta primero la de la izquierda y luego la de la derecha. La cera negra se derrama sobre la tela manchada. Luego escupe encima, tres veces. Empieza a cantar en voz más alta, pero no entiendo nada. Intento retener las palabras para buscarlas después y es cuando oigo a Yoongi. Está hablando suavemente. Durante un instante no distingo lo que dice. De hecho, abro la boca para pedirle que se calle, porque estoy intentando escuchar, pero entonces me doy cuenta de que está repitiendo el cántico en inglés.

—Padre Hiisi, escúchame, me presento ante ti, de rodillas y humilde. Toma esta sangre, toma este poder. Mantén a mi hijo en esta casa. Aliméntalo de sufrimiento, sangre y muerte. Hiisi, Padre, dios demonio, escucha mi plegaria. Toma esta sangre, toma este poder.

Malvina cierra los ojos, levanta el cuchillo de cocina y lo pasa por la llama de las velas. Parece imposible, pero se prende y, luego, con un movimiento violento, lo clava a través del vestido en los tablones del suelo.

Elias ha aparecido en lo alto de la escalera con un gurruño de tela azul marino en la mano —el vestido de sustitución de Jimin—. Mira a Malvina sobrecogido y horrorizado. Está claro que no sabía esto de ella y, ahora que lo ha descubierto, no dirá ni una sola palabra en su contra por puro terror.

Un resplandor de fuego sale del agujero en el suelo mientras Malvina mueve lentamente el cuchillo, incrustando el vestido ensangrentado dentro de la casa y salmodiando. Cuando el último pedazo de tela desaparece, empuja el resto del cuchillo tras él y la luz se intensifica. Los tablones se cierran. Malvina traga saliva y apaga las velas de un suave soplido, de izquierda a derecha.

Jimin vestido de sangre [kookmin] (CORRIGIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora