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¿Es esto lo que quería? Lo he liberado. Acabo de sacar de su prisión al fantasma que me encargaron matar. Camina lentamente por el porche, tocando los escalones con los dedos, mirando hacia la oscuridad. Se comporta como cualquier animal encerrado al que se saca de su jaula: con precaución e ilusión. Sus dedos recorren la madera de la barandilla combada como si fuera lo más maravilloso que hubieran tocado jamás. Y parte de mí se alegra. Parte de mí sabe que no merecía nada de lo que le sucedió, y me gustaría ofrecerle más que este porche roto. Me gustaría regalarle una vida entera —toda su vida, a partir de esta noche—. Otra parte de mí sabe que hay cuerpos en el sótano, almas que él robó y que tampoco tuvieron culpa de nada. No puedo devolverle a Jimin su vida, porque su vida ya ha desaparecido. Quizá haya cometido un terrible error.

—Tal vez deberíamos largarnos de aquí —dice Yoongi en voz baja.

Miro a Hoseok y él asiente con la cabeza, así que franqueo la puerta, tratando de mantenerme entre ellos y Jimin, aunque sin mi cuchillo no sé de qué les serviría. Cuando nos oye pasar por la puerta, se vuelve y me mira con una ceja arqueada.

—No pasa nada —dice—. Ya no los haré daño.

—¿Estás seguro? —pregunto.

Dirige los ojos hacia Hoseok y asiente con la cabeza.

—Estoy seguro.

Detrás de mí, Hoseok y Yoongi suspiran y abandonan torpemente mi sombra.

—¿Estás bien? —le pregunto.

Jimin piensa un instante, tratando de encontrar las palabras adecuadas.

—Me siento... en mi sano juicio. ¿Es eso posible?

—Probablemente no por completo —suelta Yoongi y yo lo golpeo con el codo en las costillas.

Pero Jimin se ríe.

—Tú lo salvaste la primera vez —dice Jimin mirando a Yoongi con atención—. Me acuerdo de ti. Lo arrastraste fuera.

—De todas maneras, no creo que lo hubieras matado —replica Yoongi, pero sus mejillas se colorean ligeramente. Le gusta la idea de haber actuado como un héroe, y le gusta que se haya mencionado delante de Hoseok.

—¿Por qué no lo hiciste? —pregunta Hoseok—. ¿Por qué no mataste a Jeongguk? ¿Qué te empujó a elegir a Namjoon?

—Namjoon —dice Anna en voz baja—. No lo sé. Tal vez porque eran malvados. Sabía que le habían tendido una trampa, que habían sido crueles. Tal vez sentí... pena por él.

Yo resoplo.

—¿Pena por mí? Podría habérmelas arreglado con esos tíos.

—Ellos te golpearon la cabeza con un trozo de madera de mi casa —Jimin me está mirando de nuevo con las cejas alzadas.

—Dices que «tal vez» —interrumpe Yoongi—. ¿No lo sabes con seguridad?

—No —responde Jimin—. No con seguridad. Pero me alegro —añade, y sonríe. Parece que quisiera decir algo más, pero retira la mirada, con vergüenza o confusión, no sabría especificar.

—Deberíamos irnos —digo yo—. Ese conjuro nos ha quitado mucha energía. A todos nos vendría bien dormir un poco.

—Pero, ¿volverás? —pregunta Jimin, como si pensara que no fuera a verme más.

Asiento con la cabeza. Regresaré. Para qué, lo ignoro. Sé que no puedo permitir que Youngjae siga con mi cuchillo, y no estoy seguro de que Jimin se encuentre a salvo mientras él lo tenga. Aunque esto suena idiota porque, ¿quién dice que estará a salvo si el cuchillo lo tengo yo? Debo dormir. Necesito recuperarme, y reorganizarme y repensar todo.

Jimin vestido de sangre [kookmin] (CORRIGIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora