Una maldición jamás imaginada acechaba al reino. El rey se encuentra desesperado buscando la forma de detener la maldición que los amenazaba. La única forma era encontrar al heredero verdadero del trono real. Lucy era huérfana desde niña, y su único...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
"Promesa"
Apoyó ambas manos sobre el lavabo mirando de reojo su reflejo en el espejo. El cabello le caía como una mata espesa amarillenta sobre su rostro, sus labios completamente hinchados, sus ojos cansados y llorosos. Sintió como le tiraban de la ropa volviéndola a tumbar sobre el suelo. A penas alcanzó a cubrirse el rostro antes de ser golpeada fuertemente en sus brazos, que instantáneamente la habían protegido. Gruñó de dolor cerrando los ojos a la vez que era tomada por sus cabellos, la chica acercó su rostro a ella examinándola fijamente.
—Que horrible eres —comentó desatando las risas en sus demás compañeras, volvió a tirarla al suelo caminando hacia la salida del baño, siendo seguida por las demás. La rubia continuó de rodillas en medio del cuarto mientras se tapaba la cara con ambas manos. Se miró temblorosa el cuerpo, sus medias rasgadas, su falda arrugada y sucia, su blusa cortada de mala manera y con restos de sangre por la línea de los botones, y de su corbata ya ni rastros. Suspiró sintiendo al momento el dolor en sus labios y llevó sus dedos allí comprobando que los tenía rotos. Se puso en pie sintiendo el dolor en sus tobillos y se aproximó a la salida apoyándose de las paredes.
Los estudiantes comentaban en pequeños murmullos mirándola de reojo, sabía lo que decían sobre ella y ya poco le importaba, y es que llevaba exactamente todo el año escolar aguantando las burlas y maltratos por los demás chicos de su instituto. Estuvo a punto de caer al suelo al no apoyarse bien cuando unos conocidos brazos la tomaron por la cintura.
—¡¿Qué demonios miran?! —gritó el chico con evidente enojo, Lucy levantó la mirada encontrándose con su mejor amigo y protector, Sting Eucliffe. Los demás comenzaron a moverse ante el grito del rubio dejando sola a la pareja en el pasillo, los ojos de la chica se llenaron de lágrimas y se apegó al pecho de su amigo en busca de refugio.
—Lo siento —susurró apegada a su camisa llorando levemente —, de verdad lo siento —repitió ahogando sus lágrimas, Sting le acarició la cabeza suavemente, sabía a la perfección por qué pedía disculpas.
Levy ahogó un grito en cuanto entró en la enfermería, Juvia tras ella entornó los ojos, sorprendida, y ambas ingresaron en el lugar con suma preocupación. La rubia intentó sonreír entre sus lágrimas de dolor logrando una mirada de reproche por parte de su amigo.
—Si vuelves a sonreír, terminaras sin labios —comentó el rubio sin mirarla, Lucy se quejó llevando sus manos a sus labios sintiendo el líquido brotar de ellos. Levy se arrodilló frente a ella negando con la cabeza.
—¿Ves lo que consigues con tu terquedad? —preguntó mirándola de reojo. Lucy intentó sonreír nuevamente ganándose otra mirada reprobatoria de su mejor amigo.
—Tampoco es solo su culpa —dijo Juvia ganando la atención de todos —. Es Jenny quien siempre hace problemas —continuó cruzándose de brazos.
—Juvia tiene razón —dijo una voz conocida tras suyo —, aunque si Lucy no le hubiese provocado... —terminó casi en un susurro llevándose una botella a la boca.
