Una maldición jamás imaginada acechaba al reino. El rey se encuentra desesperado buscando la forma de detener la maldición que los amenazaba. La única forma era encontrar al heredero verdadero del trono real. Lucy era huérfana desde niña, y su único...
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"Avanzar"
Miró al frente con los ojos nublados, apenas podía distinguir una cosa de otra y eso le molestaba realmente. La anciana caminó hasta ella tomándole del brazo e intentando que se mantuviera en pie, la ayudó hasta llegar a una de las bancas donde la chica se derrumbó pesadamente.
—Lo estás haciendo bien —dijo Calice mirando al frente, Lucy boqueó desesperada, jamás en su vida había hecho tanto ejercicio—. Prepárate para las clases de danza, son en 15 minutos más —Y dicho esto volvió por su camino, Lucy miró sus manos, enrojecidas y tiritonas, se pasó una toalla por el rostro y sintió de pronto que el aire volvía a llenar sus pulmones.
Llevaban cerca de dos semanas con esa rutina, los primeros días se quejaba como nunca en el instituto mientras Levy le regañaba diciendo que para conseguir un objetivo debían existir pruebas y aquello era una de ellas. Últimamente no hablaba con Sting y Juvia parecía más distante que nunca, el entrenamiento de princesa parecía estar acabando con su vida y sentía que de un momento a otro perdería la amistad que había estado formando durante años.
Terminó de arreglar su cabello en una simple coleta y se miró por última vez al espejo, ¿podía ser posible? ¿Realmente podía ser posible? Su abdomen había disminuido bastante en esos días y sus piernas parecían más torneadas y estilizadas. Al parecer todos esos ejercicios y las dietas estaban dando un resultado positivo del cual se esperaba un verdadero cambio a fin de mes. Tomó su cuaderno y se dirigió en busca del salón de música, en donde se llevaban a cabo sus lecciones de danza. En esos días su agenda se encontraba completamente ocupada con lecciones de música, buenos modales, de cocina y demás, todo lo necesario para poder convertirse en princesa.
—Buenas tardes señorita Lucy —saludó Macao cuando se cruzaron en el pasillo, Lucy inclinó la cabeza al ver que también estaba allí el rey.
—¿Cómo ha ido todo, Lucy? —preguntó Igneel mirando a la chica, ella sonrió amablemente.
—Muy bien, aunque cuesta un poco... pero hago mi mejor esfuerzo —respondió sinceramente. El hombre rió de manera jovial, como nunca pensó que iba a escucharle.
—Me parece muy bien, una joven nunca debe rendirse cuando tiene tanta vitalidad —dijo por última vez antes de continuar su camino, Lucy inclinó su cabeza nuevamente cuando ambos hombres se retiraron. El sentirse por un momento importante en la vida del rey le produjo una extraña paz que no había pensado en sentir jamás.
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Lucy diary.
Caminé como de costumbre con rapidez hacia la cafetería, pensaba en comprarle a Levy unos cupcakes de chocolate de esos que tanto ama. El lugar por suerte se encontraba casi vacío y no tendría la necesidad de hacer una cola tan larga esperando que me atendieran. Una mano tiró fuertemente de mi brazo haciéndome perder el equilibrio y trastabillar intentando mantenerme en pie, lo que terminó en una fea torcedura de tobillo que me dolió como jamás había imaginado. Miré hacia arriba buscando a mi agresor encontrándome con la mirada azul de Jenny, fruncí mi ceño soltando mi brazo con un movimiento brusco.
