Una maldición jamás imaginada acechaba al reino. El rey se encuentra desesperado buscando la forma de detener la maldición que los amenazaba. La única forma era encontrar al heredero verdadero del trono real. Lucy era huérfana desde niña, y su único...
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"Acabar"
Cuando Natsu bajó al comedor esa mañana, Lucy se lo agradeció. Había estado a punto de entrar en su cuarto y comprobar si efectivamente estaba bien. Pero se detuvo dejándole su espacio. Ella apenas había podido dormir la noche anterior, pensando en Natsu y pensando en las fotografías recién encontradas. Había muchas cosas ocultas en esa residencia, y ella temía seguir encontrando más cosas sobre sus familiares pasados que pudieran afectar con su vida actual.
El peli rosa estaba pálido, y habló demasiado poco durante el desayuno. Ella intentó tomar su mano en varias ocasiones pero él solo la rechazaba, haciéndole ver que algo estaba mal. Cuando terminaron de comer, ella simplemente salió tras él quien ya se refugiaba en la biblioteca.
—¿Hay algo que debas decirme? —preguntó ella cerrando la puerta, para que nadie más fuera capaz de entrar y para que Natsu no pudiese salir de allí tan fácilmente. Escuchó su suspiro cansado y al instante él se giró para observarla a los ojos.
—Nada, Lucy —respondió con una mirada tan fría que a ella le recordaba al Natsu de sus primeros días en el palacio. Ella apretó los puños dando unos pasos hacia él, pero el peli rosa retrocedió, como si quisiera mantenerse lejos, muy lejos de ella—. Hay algunas situaciones en Crocus, debo concentrarme en ello —añadió caminando hacia el escritorio, volviendo a darle la espalda.
—Bueno, te dejaré solo —dijo ella intentando comprender, cosa imposible porque últimamente Natsu discutía con ella todo tipo de cosas, desde problemas personales hasta problemas del reino. Y ahora, estaba siendo distante.
Cuando Lucy dejó la estancia, Natsu dejó caer su cabeza sobre la mesada de madera. Le dolió, sí, pero más dolía su pecho al haber rechazado de ese modo a Lucy. Sentía deseos de llorar debido a la frustración, pero tenía mucho que pensar luego del sueño de anoche. Gildarts ingresó confundido a la habitación, observando al joven que aún permanecía con su cabeza apoyada sobre el escritorio.
—Su majestad no lucía muy bien —comentó refiriéndose a Lucy, con quien se había cruzado en el camino. Natsu levanto la mirada revelando su rostro pálido y cansado—. Y tú te ves peor —agregó sentándose frente a él. Natsu soltó un suspiro reclinándose en la silla.
—No sé qué hacer ahora, Gildarts —respondió con amargura fijando su vista en el techo, algo que estaba haciendo muy comúnmente ese último tiempo—. Esa bruja me ha amenazado si no dejo el trono, además de eso está esa anciana que puede ser familia de ese tipo —balbuceó confundiendo en parte al hombre.
—Espera, ¿Amenaza? —preguntó comenzando por lo primero. Natsu asintió.
—La maldición no ha acabado, anoche lo vi, la vi... mierda ni siquiera sé si es hombre o mujer, pero me dijo que si yo no dejaba el trono iba a acabar con quienes amaba — Respondió agotado pasando una mano por su cabello. Gildarts se dio unos segundos para analizar sus palabras, y cuando comprendió se puso en pie alterado.
