Una maldición jamás imaginada acechaba al reino. El rey se encuentra desesperado buscando la forma de detener la maldición que los amenazaba. La única forma era encontrar al heredero verdadero del trono real. Lucy era huérfana desde niña, y su único...
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"Lo que rompe una maldición"
Junio. El mes que daba inicio al verano estaba terminando y con él, concluía sus ejercicios militares de manera oficial el ahora capitán general del ejército y rey de la nación. Natsu bajó del vehículo observando el palacio imperial, suspiró, hacía tantos meses que no veía ese lugar que sentía un tumulto de emociones azotarle el cuerpo. Y fue aún mayor cuando entró y pudo ver a Lucy en lo alto de la escalera principal.
¿Podía una persona ser más hermosa de lo que se recordaba? Natsu sentía que Lucy había embellecido demasiado en esos meses. Contuvo el aliento al ver su mirada, serena y cargada de seguridad, ella parecía haber cambiado no solo en el ámbito físico. Inclinó su cabeza a modo de saludo, que ella correspondió con una pequeña reverencia. Entonces él continuó su camino hacia la sala de conferencias, en donde se llevaría a cabo su nombramiento oficial como capitán general y más importante aún, el cambio de mando donde Lucy debía devolverle el poder como rey.
Natsu entró en la habitación aún vacía, Gildarts caminaba tras él. Se giró observando a su consejero quien lucía extrañamente nervioso, y había estado de ese modo desde el momento en que había ido encontrarle a la salida del regimiento.
—¿Tienes todo preparado? —consultó. Podría jurar que Gildarts estaba sudando.
—Sí —respondió sin mirar a sus ojos. Natsu suspiró, tenía que confiar en él. Porque ese día, y considerando que sería transmitido en cadena nacional, él aprovecharía la instancia para decirle a todos en Fiore que iba a abdicar al trono, dejando todo en manos de Lucy. De quien se divorciaría días más tarde.
Tenía todo planeado. Iba a decir la verdad y una vez que todos supieran que él pertenecía a una familia que había tomado el trono sin corresponderle, las personas le despreciarían. Pedirían su salida y Lucy no tendría opción más que aceptar el divorcio y olvidarse de él. Porque sus pesadillas habían continuado incluso dentro del regimiento. Durante las noches, prefería salir a correr con todo su equipo aprovechando de ejercitar su cuerpo y evitar el sueño porque sabía que si dormía, vería de nuevo a aquel hechicero. En una de sus tantas pesadillas, había visto a Lucy muerta y aquello había sido el broche final para decidirse por completo a dejarla.
Las personas fueron haciendo ingreso a la sala, desde periodistas, nobleza y altos grados del ejército invitados a la ceremonia. Lucy fue una de las últimas en ingresar. Se sentó en el sillón ubicado a la derecha, en el momento exacto en que todos en la sala le reverenciaban. Observó a Natsu quien aún permanecía sin subir a la plataforma y recordó lo que gracias a Erza semanas atrás había podido conseguir de parte de Gildarts. Miró a su lado la espada del estado y esbozó una sonrisa de supremacía.
La ceremonia comenzó cuando Natsu y el actual general mayor del ejército hicieron acto de presencia sobre la tarima. El hombre de cuerpo corpulento condecoró a Natsu colocando en su pecho la medalla de oro, distintivo máximo de cinco estrellas. Todos los presentes aplaudieron, esperando ahora el cambio de mando y posterior discurso que sería entregado por el rey para su pueblo. Pero Natsu, quien ya había planeado un cambio en el libreto, se acercó a atril y comprobó el micrófono.
