Una maldición jamás imaginada acechaba al reino. El rey se encuentra desesperado buscando la forma de detener la maldición que los amenazaba. La única forma era encontrar al heredero verdadero del trono real. Lucy era huérfana desde niña, y su único...
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"La caída del Rey"
Lucy diary.
Corrí en dirección a la habitación de su majestad. Mira estaba fuera junto a Gildarts, agitada me acerque a él llamando su atención.
—¿Sucede algo su alteza? —me preguntó confundido, yo asentí intentando recuperar el aire. De seguro debía verme horrible, con el rostro colorado y los ojos hinchados después de llorar.
—Natsu —dije casi en un suspiro—. ¿Esta Natsu aquí? —pregunté olvidando por completo el respeto con el cual debía dirigirme a él.
—No, se supone que estaba con usted —me respondió inquieto. Suspiré negando.
—Él se fue, dijo que se iría —dije entrando en crisis. Tanto Gildarts como Mira me observaron con miedo, e inmediatamente él salió de allí sacando de su bolsillo su teléfono celular.
—¿Qué sucedió? —me preguntó Mira tomándome del brazo antes que yo me volviera histérica por los nervios que estaba sintiendo.
—No es nada —susurré, porque Mira no sabía del divorcio ni sobre la maldición—. ¿Cómo está su majestad? —pregunté cambiando por completo de tema. Ella me miró en silencio unos segundos antes de responder.
—Aún está siendo evaluado —asentí. En cierto modo estaba un poco más tranquila ahora que Gildarts había ido en busca de Natsu, pero seguía teniendo demasiado miedo de todo. La anciana Calice salió entonces de la habitación.
—¿Cómo está? —Mira fue la primera en preguntar. La anciana suspiró avanzando hacia nosotras.
—Es su corazón, no ha estado bien desde hace unos meses y ha colapsado hoy, está estable pero muy débil —explicó—. ¿Dónde está ese jovencito impertinente? —preguntó entonces refiriéndose claramente a Natsu.
—Él estará aquí pronto —se apresuró a decir Mira al ver mi silencio. ¿Qué podía hacer? En esa situación no podía comentarle a su majestad que Natsu había escapado quien sabe a dónde. Tampoco podía hablarlo con la anciana o con Mira.
—¿Puedo hablar con el señor Macao? —pregunté entonces recordando al consejero del rey quien era conocía también del tema. La anciana Calice asintió dejándome entrar en la habitación.
Dentro se encontraba en completo silencio. El médico junto a las enfermeras aún se encontraban realizando sus labores y el señor Macao estaba apoyado en la pared a un costado de la puerta. Me miró sorprendido y luego se acercó.
—Su majestad está estable —me informó en un susurro. Yo asentí.
—Lo sé, gracias, pero debo hablar con usted un tema diferente —dije mirando de reojo a las demás personas, el señor Macao comprendiendo la indirecta me guió hacia la sala contigua y cerró las puertas para tener mayor privacidad. Yo removí mis manos inquietas antes de girarme hacia él—. Natsu se fue —solté con angustia—. Pero el señor Gildarts fue tras él —añadí al vislumbrar la desesperación en sus ojos. Él suspiró dejándose caer en el sofá.
