Una maldición jamás imaginada acechaba al reino. El rey se encuentra desesperado buscando la forma de detener la maldición que los amenazaba. La única forma era encontrar al heredero verdadero del trono real. Lucy era huérfana desde niña, y su único...
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"Confianza"
Cuando Lucy bajó al comedor la mañana siguiente, jamás imaginó encontrarse allí a Natsu. Este lucía un traje oscuro sin ningún tipo de adorno de color demostrando el dolor que estaba sintiendo en esos momentos. Lucy tomó su lugar como cada mañana siendo rápidamente atendida por las doncellas.
—Creí escuchar que no estaría aquí hoy, su alteza —comentó untando mermelada en su tostada, sin levantar la mirada.
—Ayer descubrí que tengo muchas cosas pendientes —contestó Natsu, ella detuvo unos segundos su labor, no esperaba que él fuera a contestarle y menos aún aquello. El desayuno continuó en silencio y sin ningún tipo de mirada entre ellos. Cuando Natsu terminó se puso en pie para retirarse no sin antes decirle—. Necesito hablar sobre un tema en particular, pase luego por mi habitación.
Sus doncellas armaron un buen revuelo tras ella al escuchar aquellas palabras. Sin duda palabras como esas para la servidumbre simplemente significaban una invitación a su cuarto como esposa, pero ella sospechaba que tenía que ser debido al tema que Erza había soltado el día anterior.
Caminó por los pasillos hasta llegar a su habitación, Natsu estaba solo dentro del cuarto, y sobre la mesa una ruma de papeles desordenados.
—Necesito que contactes a Erza —dijo una vez que ella entró en la estancia, aquello la sorprendió.
—¿Por qué? —preguntó, aunque por el rojo en las mejillas del joven podía hacerse una idea.
—Solo hazlo —dijo sin quitar la vista de las hojas que tenía en sus manos. Lucy tomó su teléfono marcando a la pelirroja, quien contestó al instante.
—Ella estará aquí dentro de media hora —informó Lucy cuando terminó la llamada. Natsu asintió en silencio—. ¿Puedo saber que haces? —preguntó.
—Investigar, ustedes insisten en que Lisanna sabe quién es el asesino de mi hermano, por lo tanto voy a demostrar su inocencia —contestó con naturalidad. Lucy suspiró, al menos podrían encontrar pruebas de ese modo y por fin comprobar si aquello que Lisanna le había comentado a Erza era real. Solo esperaba que Natsu no acabara más herido de lo que ya estaba.
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Gildarts ingresó en la oficina dispuesto a sacar de allí a Natsu. Bastante claro habían sido ambos en aquella discusión el día de la muerte del rey. El peli rosa no se merecía un lugar dentro del palacio, y mucho menos podía ingresar libremente a la oficina real, desde donde podía tener acceso absoluto a todos los archivos del reino. Pero grande fue su sorpresa al encontrar allí a los amigos cercanos al príncipe, incluso a Lucy. Esta le miró asustada y se mordió los labios con nervios.
—¿Vienes a ayudar? —preguntó Natsu sin mirarle desde la mesa de reuniones. El hombre avanzó con seguridad hacia él, luego podría saber de qué trataba todo aquello, pero por el momento lo principal era sacar de allí a Natsu.
