Especial: Endgame

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El dolor que le causaba el sentido arácnido para advertirle que algo no estaba bien era insoportable, pero tenía que aguantarlo mientras que corría en busca de su madre.

—¡NAT!—Gritó. Había presenciado el intento fallado de Thor de derrotar a Thanos. Había observado cómo la gente a su alrededor se convertía en ceniza, y cada vez más temía que Natasha sería la siguiente.—¡NATASHA!—volvió a gritar, hasta que la vio, la mujer veía a su alrededor en Shock cómo soldados Wakandianos se desvanecían.—¡MAMÁ!—Gritó mientras que corría hacia ella, abrazándola fuertemente.

—Peter...—Murmuró la rubia, soltando un sollozo. —Petey...

—Está bien, mamá. Está bien...

—No... Peter...—Ella lo alejó un poco y él pudo ver mejor, soltó un jadeo de horror. Nat empezaba a desvanecerse lentamente, empezando por sus piernas, Peter tuvo que sostenerla en sus brazos y sintió sus piernas temblar, cayendo al suelo mientras que acunaba a Natasha en sus brazos como ella alguna vez lo había hecho con él.

—M... Mamá...—tartamudeó entre sollozos al ver cómo Natasha se desvanecía lentamente, ella se mostraba cada vez más débil, como si estuviera enferma.—Por favor, Nat, no tú... no tú. No te vayas, mamá...

—Peter... no llores, por favor... está bien, estaré bien, hijo... sé fuerte, cuídate, por mí...

—No... por favor no...

Natasha le sonrió débilmente, con una mano en la mejilla del chico, y le besó la frente mientras que Peter la abrazaba, llorando como nunca antes lo había hecho.

—... Te amo...—dijeron madre e hijo al mismo tiempo antes de que Natasha se desvaneciera completamente. Peter se quedó sentado en el suelo de aquel campo Wakandiano, mirando las cenizas de Nat flotar en el aire, y, después de unos momentos, soltó un grito tan desgarrador que sintió el daño crearse en su garganta.





•••





—... Mi mamá y yo nos conocimos de la manera menos usual posible, aquel día yo me había escapado del orfanato en el que solía vivir después de una pelea con una de las monjas, y después de unas horas tenía frío y hambre. La vi a ella y sin pensarlo dos veces decidí intentar robar su bolso para comprar algo qué comer, pero ella me detuvo, y después de contarle mi situación me llevó a un McDonalds, luego a una tienda de cómics y me dejó en el orfanato. El mes siguiente la volví a ver, porque ella había llegado al orfanato con la intención de adoptarme.

Tomó aire antes de continuar, su mano era apretada por su tío Steve en un intento de consolarlo. Mantenía la mirada baja, negándose a ver al resto de los miembros de aquel grupo de apoyo.

—Me quedé unos meses a vivir con ella antes de que logró adoptarme oficialmente. Una vez lo hizo, ambos estábamos tan felices... ella oficialmente era mi mamá, yo era su hijo, y sus compañeros de trabajo y amigos se volvieron como unos tíos para mí. Después de adoptarme pudo ayudarme a empezar mi transición. No dejó de llevarme a psiquiatras hasta que por fin me diagnosticaron con disforia, pude empezar el tratamiento de hormonas, empecé a usar binders, vendas y demás, con el tiempo logré tener la top surgery y ella lloró después de verme tan feliz de por fin tener la cirugía del cambio de género. Pero al igual que el resto del 50% del mundo ella se fue. La vi desvanecerse en frente de mí. Se fue antes de que pudiera verme casado o con hijos, como ella había soñado. Ella me había salvado, me lo había dado todo, yo amaba a esa mujer más que a cualquiera en éste mundo y me la quitaron así como así.

Romanoff [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora