Peluche de gato

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Spider-Man se balanceaba por los aires con su telaraña mientras que White Tiger corría por los techos de los edificios.

Ambos se dirigían hacia el mismo destino: la joyería que estaba siendo robada. White Tiger jugaría el papel de heroína aquella noche, y Spider-Man haría su debut.

Llegaron a la joyería, no había señal de la policía, a pesar de que la alarma ya había estado sonando desde hace unos minutos.

—¡Fuera de aquí, niño!—Dijo White Tiger, enojada, viendo a Spider-Man.—¡éste es mi territorio!

—¿Disculpa?—Spider-Man levantó una ceja debajo de la máscara.—¡se supone que ésta noche es mi debut, Tigresa! ¡Déjame tener esto! ¡Vete a bajar a un gato de un árbol o algo así!

—¿Y dejar esto en las manos de un novato?

—¡Hasta donde yo sé, tú también eres una novata!

—¡Ugh!—Gruñó la chica y corrió hacia la joyería. El cristal estaba roto, por lo que pudo pasar. Todo estaba a oscuras, pero para su suerte, uno de los poderes que le daba el amuleto era la visión nocturna.

Habían múltiples de trozos de vidrio roto esparcidos por el suelo, y mostradores con joyas que ella no podría comprar ni los ahorros de toda su vida. No había señal de que hubiera alguien ahí. El ladrón había escapado. Michelle bufó, molesta.

—Karen, activa la visión nocturna...—Murmuró el chico arácnido.

Visión nocturna, activada.

Para Peter todo se tornó de un fuerte color verde, pero no le molestaban los ojos. Podía ver con mucha más claridad.

—Mierda, llegamos tarde.—Dijo Peter, suspirando.

—No digas eso como si fuéramos un equipo.

A Michelle no le gustaba admitirlo, pero el amuleto hacía algo con su humor. Se volvía gruñona, y menos paciente.

Peter rodó los ojos debajo de la máscara.

—Lo siento, su alteza.

La chica rodó los ojos.

—Todavía no confío en ti.

—No eres la primera chica que me dice eso.

—Como sea, haz algo útil y busca alguna pista de quienquiera que haya hecho el robo.

—No me des órdenes, ni que fueras mi novia.

White Tiger soltó un gruñido de furia.

—¡Bien, lo haré yo!

White Tiger se puso caminar por la joyería intentando buscar algo que le dé una pista sobre quienquiera que fuera el ladrón o su paradero. Spider-Man hacía lo mismo, pero la chica intentaba ignorarlo.

Lo único que parecía fuera de lugar con aquella joyería era el hecho de que había cristales rotos por doquier y la mayoría de las joyas habían sido robadas. Siguió buscando, hasta que notó algo en uno de los mostradores de la tienda. Se acercó y lo tomó en sus manos. Era un peluche de gato negro.

—¿Un gato negro?—Dijo Spider-Man detrás de ella sin que ella notara su presencia, y Michelle dio un pequeño salto por el susto.

—No asustes a una chica así.

—¿Será que el empleado a cargo de la caja le gustaban Los Gatos?

—Ésta es una de las más lujosas y famosas joyerías de Nueva York, teniendo en cuenta lo profesionales que se supone que son sus empleados, no creo que hayan permitido algo así.—Examinó el peluche intentando buscar algo inusual. Parecía un simple peluche para niños pequeños de una marca que ella reconocía al haber visto peluches como esos en varias tiendas, vio la etiqueta, y en lugar de tener el logo de alguna línea de juguetes, había escrito algo que le sorprendió.

Romanoff [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora