capítulo 23

122 7 3
                                    

No sabía de qué hablaba Zoe, pero de algo si se, es que esa mujer nunca tiene buenas ideas.

Después de 15 minutos aburrido, estaba tan cansada de escuchar la voz de Sophie que no dejaba de hablar y de lo maravilloso que se la estaba pasando con Arlo, y es que en cada lugar se quería tomar una foto y subirla a sus redes sociales, o sea, que ridícula, si yo estuviera en ese lugar yo disfrutaría estar al lado de él, y olvidaría todo el resto, o por dios, pero que estoy pensado, mejor tengo que distraerme de otra manera y olvidar todo. Sí, sí, eso haré.

—Sophie te parece si me acompañas a buscar a Raúl. — propone Zoe.

— ¿Quién?— el chico nerd de la Ox Ford, lo vi hace un momento por aquí, y necesitó hablar con el... ¡Vamos! —responde Zoe.

—Pero Zoe...

— ¡Nada vamos! —Zoe tiro de Sophie, pero antes de eso murmuró, que había llegado el momento.

— Bueno... Creo que las chicas nos han dejado solo. —señaló Arlo, dirigiendo su mirada, dónde Zoe y Sophie se pierden.

— ¡No me digas! Si no me dices no me doy cuenta.

— ¡Que amargada! Tal vez no has tenido una buena leche. — bromeó Arlo, sacando en ella una sonrisa de oreja a oreja

— ¡Que estúpido eres! — lo fulmine con la mirada y esquive su cuerpo que estaba a unos cuantos pasos mío.

—Rosie, vamos... no digas que te enojaste por esas palabras que te dije. — cuestiona Arlo.

— Cierra la boca, Burns... Déjame en paz. —resoplo, al terminar de decir esas palabras, seguí mi camino, sin rumbo, era mejor dejar atrás a Arlo y olvidarme un rato de él.

Después de haber caminado unos cuantos metros lejos de Arlo, decidí aprovechar dar un paseo en bicicleta, en Londres es muy común han dar con bicicleta, y el centró no es una excepción, cada vez más la movilidad de personas va aumentando, usar estas bicicletas es muy sencillo, solo hay que descargar la aplicación de bicicletas inteligentes en el teléfono celular, y posteriormente esta app, me dará un código, la cual es insertado en una pequeña máquina que está a un costado de la bicicleta, al desbloquearlo, ya tengo acceso, el costo es muy accesible para todo, es £2 la media hora.

—Pensaste que te escaparías, muy fácil de mi... ¿Verdad?— una voz muy conocida se posa a mis espaldas, con cautela, poco a poco me doy la vuelta, notando que era Arlo.

— ¿¡Tu...de nuevo!?—digo, colocándome el cascó, y acomodando la bicicleta.

— ¡si, yo de nuevo!... Que te parece, si tú y yo hacemos una apuesta. —aclara Arlo, que a su vez se encuentra montado en la bicicleta.

— ¿Una apuesta? —cuestiono, y hace que una pequeña sonrisa se escapé de mis labios.

—sí. O, ¿Qué tienes miedo de... perder? — interroga Arlo.— pensándolo bien creo que sí, eh notado que no eres una buena perdedora.

Mis ojos lo ven con cansancio y harta de él. — ¡Esta bien!... Aceptó la apuesta, y verás que nos soy una gallina. — digo, y al mismo tiempo alzando una ceja.

—Bien a si me gusta... La apuesta es ver quien llega primero hasta London Bringe. — acota Arlo.

— ¡Va!... si yo gano... Déjame pensar... Serás mi esclavo por un día y harás todo lo que te pida e incluso hacer la limpieza en la casa. — anunció, mientras paso mi pierna izquierda enzima de la bicicleta y colocando el pies sobre el suelo del otro lado, sosteniendo la bicicleta entre mis piernas

—Pero si yo gano, serás mi sumisa esta noche. —decreta Arlo

— ¿Qué? — digo pasmada, por su propuesta.

El Juego De La Atracción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora