Carrie, sentada en la mesa de la cocina, escuchó la puerta de la vivienda abrirse. Nick rápidamente fue a buscarla, y dejó su katana sobre la mesa.
– ¿Lo has matado? –se atrevió a preguntar Carrie.
– ¡Claro que lo he matado! –Nick estaba muy enfadado–. En cuanto supo que el portal estaba cerrado, no tenía nada que perder. Sus ataques se volvieron mucho más violentos. Con el tiempo congelado, atacó a Miku y la hirió. Y después pudo matarme, pero por suerte lo desmaterialicé a tiempo. ¡Volverá en breve porque has cerrado el portal!
Carrie no sabía qué decir. Sabía que había actuado de forma egoísta, y solamente podía mostrar su arrepentimiento. Nick, que se paseaba de lado a lado peinándose hacia atrás el pelo rubio, se detuvo frente a ella.
– Mañana por la mañana viajaréis a Japón tú y Miku. Ella se curará, el sensei reforzará las barreras interdimensionales y tú aprenderás a luchar.
Carrie no habló. No quería ir a Japón, pero no estaba en condiciones de quejarse. Sí que quería aprender a luchar, por lo que era una victoria a medias.
– ¿Y tú? –preguntó finalmente.
– Me quedaré aquí y me aseguraré de que ningún portal nuevo se abre.
Eso significaba que iban a estar separados. La única persona de su familia iba a estar lejos. Por un momento sintió miedo, pero después se convenció de que debía ser fuerte. Nick salió de la cocina y ella fue a su habitación a prepararse las pocas pertenencias que tenía. De camino a la habitación pudo ver a Miku frente al espejo del baño, curándose una herida en el hombro.
– Perdona, Miku. De verdad, era lo último que quería...
Miku se giró hacia ella.
– Tranquila, sé por qué lo hiciste. Pero que sepas que matar a Gladiador no va a devolverte a tu familia. Ese dolor jamás se irá, tendrás que aprender a convivir con él.
Carrie sintió ganas de llorar. Miku tenía razón.
– Te vendrá bien estar en Japón, confía en mí. Vas a aprender mucho.
Carrie asintió y marchó hacia su dormitorio. Una vez allí, cerró la puerta. Se sentó en el colchón y miró el papel de pared medio despegado. Necesitaba volver a despedirse de Emma. Cogió su teléfono y le mandó un mensaje. La chica no tardó mucho en responder, y quedaron en la cafetería que solían frecuentar. La misma cafetería donde había quedado con Max antes de todo. Cuando terminó de meter sus cosas en las cajas, salió en dirección a la puerta. Nick estaba en la cocina y se quedó mirándola cuando pasó por delante.
– Voy a despedirme de Emma.
– ¿No lo habías hecho ya?
– Otra vez.
Carrie cogió el ejemplar de llaves que su tío le había proporcionado y salió del piso. Al llegar a la cafetería, Emma ya estaba sentada en una de las mesas, mirando el móvil. Cuando la castaña vio entrar a su amiga, se levantó y le dio un abrazo. Carrie se sentó en la silla frente a ella.
– ¿Cómo estás? –se interesó Emma.
– Mal. Fatal. Siento que todo lo hago mal...
– ¿Por qué dices eso?
– No llevo ni una semana viviendo con mi tío y ya he metido la pata. Me voy mañana a Japón.
– Oh...
La camarera se acercó a tomarles nota. Carrie pidió un capuchino y Emma un batido de chocolate.
– Estás pasando por una mala racha, pero no quiere decir que lo hagas todo mal.
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Jikan. El poder del tiempo
FantasyLa joven Carrie oculta un secreto que jamás le ha contado a nadie: con sólo imaginarlo, todo el mundo se detiene. Congelado, inmóvil. Toda la Tierra a su merced. Sin embargo, cuando su dieciséis cumpleaños está a la vuelta de la esquina, la llegada...