Escena post-liber

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El hombre, de rodillas, cerraba los ojos mientras alzaba las manos. Llevaba unas rastas largas y poco cuidadas, sucias, que se complementaban con una barba enredada de varios meses, quizás años. Se levantó, mostrando su torso desnudo bajo su bata y su cuello adornado con una decena de colgantes de varios tamaños. El hombre abrió los ojos, mostrando sus iris grises. Salió de la cabaña, donde un pueblo compuesto por chabolas sencillas y pobres se extendía en una explanada entre bosques. Se acercó a una mujer que pasaba por allí, portando un cántaro de barro. La mujer le miró asustada cuando élle agarró por el brazo mientras le agitaba.

– Ya está aquí –dijo–. ¡Ya está aquí!

La mujer se liberó del agarre del hombre y caminó a paso ligero, mientras el hombre seguía gritando lo mismo mirando al cielo.

Jikan. El poder del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora