Carrie golpeó a Miku con el bastón del sensei y ella perdió el equilibrio. Daiki probó a atacarle, pero ella volvió a detener el tiempo, se situó a su lado y, cuando hizo regresar el movimiento, le asestó un golpe en la espalda que lo hizo caer de rodillas. Habían pasado tres meses desde que había empezado a utilizar sus poderes de forma regular. Ya se encontraban a finales de marzo.
– Era más divertido cuando estábamos en igualdad de condiciones... –dijo Miku poniéndose en pie.
Carrie sonrió mientras ayudaba a Daiki a levantarse.
– Nunca hemos estado en igualdad de condiciones –reprochó Carrie–. Cuando luchábamos, vosotros me atacábais a mí. Al revés, podíais ver mis movimientos.
– Eso es cierto –saltó Daiki, estirándose la espalda–. Pero de todas formas, ahora eres tú la que tiene ventaja.
– Definitivamente estamos creados para ayudarnos, no para enfrentarnos –sentenció Carrie.
*****
Carrie se acabó de secar el pelo con la toalla y la lanzó al suelo de su habitación. Cerró la puerta y se acercó hasta el comedor, donde ya estaban los otros tres integrantes de la casa.
– Has salido hace un momento en las noticias –dijo Daiki, rompiendo el silencio.
– ¿Qué? –exclamó Carrie, casi atragantándose.
– No exactamente tú –le calmó Miku–. Desde que sales por las noches a hacer de Calavera Nocturna, el crimen en Tokio ha disminuido un quince por ciento.
– Eso es bueno, ¿no?
– Claro que sí –respondió Miku, sonriente.
– Bueno, para la policia no tanto –explicó Daiki–. Quieras o no, la gente cada vez se fia menos de la policia y más de... ti.
Carrie sonrió. Se sentía poderosa.
– Cuando salíamos nosotros, no íbamos todas las noches –comentó Miku.
– Pero es que siento que la noche que no vaya pasará algo horrible, gente morirá y...
– Carrie, la gente muere a diario –le interrumpió Daiki–. Estás cargando con un peso que no te corresponde.
– Y tu mochila ya es demasiado grande –completó Miku.
Carrie miró su plato de fideos. Quizás tenían razón. Además estaba siendo egoísta: si por la casual la mataban, Nick estaría solo frente al gran problema de los demonios. Miró a sus protectores.
– Bueno –empezó–. Está bien.
Daiki y Miku intercambiaron una mirada de satisfacción, que pronto se transformó en inconformidad debido a lo que se avecinaba.
– Os prometo que saldré esta noche y no volveré a hacerlo en todo lo que queda de semana –dijo ella de carrerilla antes de engullir los fideos a modo de aspiradora.
– ¡Carrie! –exclamó Miku.
Ella sonrió mientras se limpiaba la boca.
*****
Carrie caminaba en la oscuridad de la noche, solamente rota por algunas farolas de luz cálida y rótulos de neón. Paseaba entre la gente, cubierta por paraguas debido a la llovizna que bañaba las calles de Tokio y que a momentos se intensificaba. Ella estaba cubierta únicamente por una sudadera ancha con capucha negra, que también tapaba la katana en su funda que llevaba colgada a la espalda. Totalmente de incógnito entre el gentío. Desde que había empezado a salir como Calavera Nocturna con sus protectores tres meses atrás hasta entonces, había cambiado mucho su modus operandi. Seguía llevando la careta con dibujo de esqueleto, aunque la había retocado un poco, personalizándola más. Sin embargo, ahora no hacía parkour y observaba la ciudad desde las alturas. Ahora pasaba por las calles más oscuras y más solitarias en busca de los conflictos más habituales. Robos, ajustes de cuentas o persecuciones que truncaba de la forma más inesperada, convirtiéndose en una figura odiada por todos los criminales de la ciudad. Toda una justiciera nocturna. La calle se vació paulatinamente hasta que se quedó sola. Barrio marginal a altas horas de la madrugada. Cada esquina de los edificios, cada coche aparcado y cada farola de luz intermitente indicaban criminalidad a gritos. Tardó unos minutos en notar que alguien le seguía, pero fue paciente y continuó. Al pasar por delante de un callejón, escuchó gritos desde el interior. Un ciudadano, rodeado de al menos cinco hombres armados, gritaba por su vida. Carrie se detuvo, dispuesta a intervenir, pero entonces el hombre que la seguía desde hacía rato llevó el cañón de una pistola contra su nuca. El hombre soltó amenazante unas palabras en japonés, que Carrie interpretó como "vete o te meto un tiro" o parecido. Sabía que era la Calavera Nocturna, por eso le estaba pidiendo que se fuese. Aunque si todos los criminales la odiaban, ¿por qué ese no le había pegado un tiro de primeras?
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Jikan. El poder del tiempo
FantasyLa joven Carrie oculta un secreto que jamás le ha contado a nadie: con sólo imaginarlo, todo el mundo se detiene. Congelado, inmóvil. Toda la Tierra a su merced. Sin embargo, cuando su dieciséis cumpleaños está a la vuelta de la esquina, la llegada...