TITANIC | KuroKura

3.- El Titanic Zarpa

Las letras negritas son la narración del Kurapika viejo.

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El Titanic era llamado... El barco de los sueños.

Era el día inaugural del viaje en el barco más grande jamás construido, todos querían viajar en el. Bueno... casi todos.

Durante el abordaje, una carroza se acercó llevando dentro a las personalidades de la primera clase, gente importante, rica, poderosa.

Y entre ellos, vestido de seda y con suma delicadeza, Kurapika. Joven, elegante, hermoso, de fino y liso cabello rubio como el oro resplandeciente, de piel blanca como la nieve, de grandes ojos grises deslumbrantes, casi un muñeco perfecto y educado.

Salió de la carroza al ser abierta la puerta y lo primero que vieron sus ojos al estar fuera había sido el Titanic. A pesar de su inmenso tamaño, Kurapika no sintió admiración por una hojalata de acero o al menos no lo demostró.

Kurapika: No veo por qué tanto alboroto.

El rubio dió la vuelta tras observar el barco y se dirigió hacia el hombre que tenía frente a él.

Kurapika: No se ve más grande que el Mauritania.

El sofisticado hombre que le acompañaba era conocido por su gran fortuna y además por poseer al prometido más exótico en belleza. Un Kuruta. El nombre de este hombre era Tserriednich.

Tserriednich: pueden aburrirte muchas cosas, Kurapika, pero no el Titanic. Mide 30 metros más de eslora que el Mauritania y es más lujoso.

A pesar de ello, Kurapika no prestaba atención a las palabras de aquel hombre y sólo volvió a observar el barco.

Tserriednich tomaba de la mano a la joven Neón Nostrade que salía recién de la carroza, ella había adoptado a Kurapika años atrás y por lo tanto era la única familia que tenía.

Tserriednich: su hijo es muy difícil de impresionar, Neón.

La peliazul sólo suelta una pequeña risa y camina en dirección al barco.

Neón: ¿este es el barco que dicen que no puede hundirse?

Tserriednich: ¡no puede hundirse!¡ni dios podría hundir este barco!

Tras decir esto llamó a su fiel asistente Theta a quién ordenó encargarse del equipaje.

Para el resto de las personas ese era el barco de los sueños, pero para mí era un barco de esclavos que me regresaba encadenado a América. Por fuera era como cualquier chico de mi clase debía ser, pero por dentro... estaba gritando.

Cerca de ahí, un par de chicos jugaban cartas con dos completos desconocidos en busca de un poco de suerte, marginados de la sociedad estaban dispuestos a ir en busca de su boleto de regreso a casa y en ese juego podrían ganárselo.

Hisoka: (susurrando a su compañero) Kuroro, estás loco, apostaste todo lo que teníamos.

El azabache se acercó al oído del pelirrojo confiado de sus palabras.

Kuroro: si no tienes nada, no tienes nada que perder.

Tras un minuto haciendo algunos movimientos en las cartas, Kuroro es el que habla primero.

Kuroro: de acuerdo, el momento de la verdad está a punto de cambiar la vida de alguien.

A continuación, Kuroro pidió a Hisoka que mostrara su juego pero no tenía nada en su baraja.

Kuroro: ¿Shalnark?

Preguntó al contrincante número uno que no poseía nada.

Kuroro: ¿Kortopi?

El segundo contrincante mostró sus cartas con seriedad.

Kuroro: uuh... dos pares... lo lamento, Hisoka.

Hisoka: ¿lo lamentas? ¡eres un tonto, apostaste nuestro dinero!

Kuroro: (tocando el hombro de Hisoka) lamento que no verás a tu madre en laaargo tiempo (muestra sus cartas sobre la mesa) ¡Tengo full, amigos!

Hisoka casi se cae de felicidad al ver que se habían ganado esos boletos, casi podía sentir la excitación en su pantalón.

Kuroro tomó todo el dinero dejando a Kortopi y Shalnark golpeándose por haber perdido sus boletos del barco. (Alta referencia al manga)

Kuroro: (levanta sus manos llenas de dinero) ¡Hisoka, vámonos!

Hisoka: (alegre) ¡maldito bastardo!

Kuroro: (besa los boletos) ¡me voy a casa!

Hisoka: ¿oyeron eso? ¡nos vamos al continente oscuro! (Alta referencia x2)

De repente un hombre grita que eso no será posible ya que el Titanic zarpa en 5 minutos. En eso, Kuroro e Hisoka se miran por un segundo y se apresuran a salir de ahí antes de perderse la gran aventura que los espera.