8.- Recompensa por salvarlo

467 57 3
                                    

Kuroro atrajo a Kurapika para ayudarlo a subir, para su desgracia, la vestimenta Kuruta incluía una falda un poco larga, lo suficiente para que Kurapika la pisara y rompiera provocándole un resbalón que casi lo lleva a la muerte de no ser porque Kuroro tenía buenos reflejos y alcanzó a sostener su mano.

El pánico experimentado por el rubio lo llevó a gritar aterrado pidiendo auxilio a Kuroro, pero sus gritos fueron lo suficientemente altos para alertar a algunos de la tripulación que estaban cerca de la proa y corrieron en su ayuda.

Kurapika: ¡No me sueltes!

Kuroro: ¡No lo haré!

Kuroro usó su fuerza para levantar al rubio hasta que pudo sostenerse nuevamente de la barandilla, lo abrazó por la cintura y lo metió al barco cayendo al suelo los dos, Kurapika estaba tan asustado por aquella experiencia que sus ojos escarlata se hicieron presentes.

El susto que se llevó Kuroro al verlo con ese color de ojos fue tremendo, jamás había visto algo así. Talvez sería la primera y última vez que lo vería.

Tres tripulantes se aproximaron a ellos y observaron atónitos la escena. Kurapika llevaba la falta rota, le faltaban un zapato y sus ojos rojos indicaban que se había alterado.

En cambio, Kuroro que no llevaba zapatos ni abrigo ni chaleco y además estaba casi encima del rubio daba a pensar que aquel azabache de clase baja intentó violar al pobre rubio aprovechando que estaban solos.

Morel: ¡da un paso atrás!

Kuroro sabía que lo habían malinterpretado y ahora estaba en problemas. Se levantó y retrocedió sin más.

Morel: busquen al sargento de marina.

Unos minutos después, Kuroro estaba esposado y Kurapika llevaba puesta una manta caliente más un té para lograr calmarlo y que sus ojos rojos volvieran a su estado normal.

Tserriednich: (molesto) ¡Es totalmente inaceptable! (se para frente a Kuroro) ¿Qué te hizo pensar que puedes poner las manos sobre mi prometido?

Kurapika: Tserrid...

Tserriednich: (empuja a Kuroro) mírame, imbécil, ¿Qué crees que estabas haciendo?

Kurapika: Tserriednich, basta. (Levantándose y poniéndose frente a él) Fue un accidente.

Tserriednich: ¿Accidente?

Kurapika: fue algo... estúpido en realidad, yo estaba asomándome a la orilla porque quería admirar la parte baja del barco... la... la...

Tserriednich: ¿La propela?

Kurapika: ¡sí! ¡Eso! La propela, entonces yo resbalé y este valiente hombre, el señor Lucifer fue quien me salvó.

Tserriednich: entonces querías ver la propela.

Ante la incertidumbre, el capitán de marina, Knov, se acercó a Kuroro.

Knov: ¿fue así como sucedió?

Kuroro: (mirando a Kurapika un poco extrañado por su versión) sí, sí, así fue como sucedió.

Knov: entonces eres un héroe, muchacho.

Todos aceptaron aquella historia y perdonaron a Kuroro, le quitaron las esposas y lo dejaron libre. Tserriednich tomó a Kurapika por el hombro para llevarlo adentro.

Morel: ¿Talvez una recompensa para el muchacho? (Sugiriendo sutilmente)

Tserriednich: (gira el rostro hacía su asistente Theta) dale uno de 20.

Kurapika: ¿esa es la tarifa por salvar a tu prometido?

Kurapika estaba molesto e impresionado por la codicia extrema que poseía aquel hombre. Por lo menos sus palabras lo hicieron proponer otro tipo de agradecimiento, a su estilo.

Tserriednich: señor Kuroro, ¿le importaría acompañarnos mañana en una cena con la alta clase para que pueda deleitarnos con su hazaña heróica?

Por ver nuevamente a Kurapika, él estaba dispuesto a cualquier cosa incluso a exponerse con un montón de ricos presumidos.

Kuroro: seguro, ahí estaré.

Kurapika sonrió al escuchar la afirmación del azabache, también él deseaba volver a verlo, incluso le emocionaba la idea de la cena sólo porque Kuroro estaría ahí.

Kuroro: (silbandole a Theta al ver que cargaba con ella una caja de cigarrillos) ¿podrías darme uno?

Theta: (le regala el cigarro y le presta fuego) será mejor que los amarre (apuntando los zapatos de Kuroro con las cintas desechas) es interesante, el chico resbaló por la borda y a usted le dió tiempo de quitarle los zapatos y el abrigo para rescatarlo.

Kuroro cruzó una sutil mirada de confrontación ante la inteligente ayudante de Tserriednich, el plato fuerte para Kuroro no era conquistar a Kurapika, era encajar con la gente que lo rodea.

TITANIC | KuroKura Donde viven las historias. Descúbrelo ahora