TITANIC | KuroKura

9.- El corazón del océano

Tserriednich entró a la habitación de Kurapika, parado en el marco de la puerta lo observó cepillarse el cabello y mirarse al espejo con tranquilidad. No importaba como se viera, era una maravilla en belleza, casi tan fina como la de una mujer.

Tserriednich: estabas melancólico. No pretendo saber porqué (caminando despacio hacia el rubio) pensaba guardar esto para cuando fueras mi esposo (se recarga sobre el tocador a su lado) pero pensé, que está noche (abre una caja grande)

Dentro de la caja había un impresionante collar de diamante azul en forma de corazón, una joya que por sí sola ya deslumbraba.

Tserriednich: es un recordatorio de mis sentimientos por ti.

Kurapika: es un...

Tserriednich: diamante, sí. (Lo desempacó y colocó alrededor del cuello del rubio) 56 kilates exactamente, lo usó Luis XVI. Lo llamaba Le coeur de la mer.

Kurapika: el corazón del océano.

Tserriednich: es para la realeza. Nosotros somos la realeza, Kurapika. (Se inclina a su lado) no existe nada que no pueda darte ni nada que pueda negarte, si tú no me negaras a mí (Kurapika lo mira sin ninguna emoción) ábreme tu corazón, Kurapika.

Al siguiente día, el sol se sentía como no lo había sentido en años.

Kuroro: vivía solo desde siempre, no tengo hermanos ni familiares, un día me fuí y no regresé más, llámeme una hoja que vuela con el viento.

Kurapika estaba muy interesado en la charla de Kuroro, toda su vida le parecía tan llena de movimiento y libertad que realmente parecía un ave libre mientras que él se sentía enjaulado.

Kuroro: bueno, Kurapika, hemos caminado bastante discutiendo de mi pasado y el buen clima, pero no creo que sea eso a lo que ha venido a hablarme.

Kurapika: (toma aire) señor Lucifer...

Kuroro: Kuro.

Kurapika: ¿Kuro? bien, quiero agradecerte por lo que hiciste, no sólo por salvarme, sino por tu discreción.

Kuroro: no fue nada, tú habrías hecho lo mismo. (Sarcástico)

Kurapika: ...sé lo que estás pensando, "pobre ricachón, ¿Qué sabes tú de la desgracia?"

Kuroro: no, no. No es eso lo que estaba pensando, en realidad era, "¿Qué le ocurrió a este chico para creer que no tenía salida?"

Kurapika: fue todo... (Se acerca a la orilla de la barandilla en cubierta) fue mi mundo entero y la gente en él. La inercia de mi vida precipitandose y yo impotente para detenerla.

En ese momento le mostró a Kuroro que llevaba en su mano un anillo de compromiso, un acuerdo del cuál deseaba jamás haber formado parte.

Kuroro: dios, mira eso (impresionado por el anillo) y pensar que te habrías ido hasta el fondo.

Kurapika: se han enviado 500 invitaciones, toda la alta sociedad de Filadelfia estará ahí y todo el tiempo siento que estoy en un cuarto sin salida, gritando y nadie me escucha.

Kuroro sólo podía pensar en una sola cosa en ese momento.

Kuroro: ¿Lo amas?

Kurapika: ¿Cómo dices?

El rubio no se creía aquella pregunta tan repentina y directa.

Kuroro: ¿Amas a ese hombre?

Kurapika: que imprudente, no deberías pregúntarme eso.

Kuroro: es una pregunta simple, ¿Amas al tipo o no?

Kurapika: (riendo) esto ya es una conversación inapropiada.

Kuroro: contesta la pregunta.

Kurapika vuelve a reír nervioso por estar en aquella situación. Sobre todo porque era una pregunta que se planteaba así mismo todo el tiempo, pero jamás pensó que un extraño se lo preguntaría y se sintiera comprometido a responder.