17.- No existen barreras

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El capitán Netero organizó una reunión con la clase alta para cantar en coro, ahí estaba Kurapika formando parte de todos como si el ayer no hubiera existido, de nuevo al mundo que tanto evitaba.

Kuroro entró al piso de primera clase sin importarle su vestimenta de tercera, bajo por la escalera principal encontrándose con Leorio Paladinight quien apenas logró reconocerlo pues no sé parecía al que vio anoche tan elegante.

Gracias a eso mismo, los porteros le impidieron la entrada al salón y no pudo hablar con Kurapika.

Kuroro: estuve aquí anoche, ¿no lo recuerda?

Portero: me temo que no, señor.

Kuroro: ella se lo dirá (señalando a Theta) sólo necesito hablar...

Theta: el señor Tserriednich y el joven Kurapika siguen agradecidos por su ayuda, (saca un dólar de su chaqueta) me pidieron que le dirá esto como gratitud.

Kuroro: no quiero su maldito dinero, sólo...

Theta: Y también para recordarle que su pasaje es de tercera clase y su presencia aquí no es muy bien vista.

Kuroro: por favor, sólo quiero hablar con Kurapika por un segundo, ¿no lo entiende?

Theta: caballeros, acompañen al señor Lucifer a la salida y asegúrese que vuelva donde pertenece.

Guardia: sí señor (escolta a Kuroro fuera del lugar)

Después del fracaso por encontrarse, Kurapika pasea junto a Neón en la cabina de mando donde visitan al capitán Netero.

Un marino le envía al capitán una alerta de iceberg diciéndole que es sólo otra más. Kurapika quedó un poco pensativo ante la noticia y el capitán les explicó que era normal debido a la época del año que se trataba.

Kuroro se logró colar en la cubierta de alta clase, tomó un abrigo y un sombrero de un señor mayor que estaba distraído con su nieto, con esto logró pasar desapercibido por el resto de pasajeros de primera dispuesto a encontrar al chico que tanto deseaba ver, se prometía así mismo confesar sus sentimientos de ser necesario sólo para que se quedara a su lado.

Kurapika: Señor Paladinight, disculpe.

Leorio iba al lado de Kurapika mientras paseaban por cubierta, le tomó atención ya que sabía que el rubio era bastante inteligente y poco despistado.

Kurapika: hice el cálculo de botes salvavidas multiplicados por la capacidad y... disculpe pero, creo que no son suficientes para todos los pasajeros.

Leorio: sólo para la mitad. Kurapika, no se le escapa nada, ¿verdad?

Aunque Kurapika no lo expresara, había hecho ese cálculo debido a lo que escuchó de boca del capitán y aún cuando no había peligro aparente, se imaginaba cómo sería una hipotética evacuación en caso de emergencia.

Leorio: yo había puesto esa nueva clase de grúas que pueden sostener otra nueva pila de botes dentro de esta, pero creyeron algunos que la cubierta desluciria, así que me ignoraron.

Tserriednich: es un desperdicio de espacio en cubierta, este bote no puede hundirse.

Leorio: duerma tranquilo, joven Kurapika, le construí un buen barco, fuerte y confiable. No necesita botes salvavidas.

Leorio se adelantó un segundo para hablar con algunos tripulantes, Kurapika quedó atrás del resto y justo en ese instante Kuroro salió de su escondite para tocar el brazo de Kurapika y llevárselo detrás de una puerta cercana.

TITANIC | KuroKura Donde viven las historias. Descúbrelo ahora