10.- Dibujos de un artista

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Kurapika: esto es absurdo, tú no me conoces, ni yo a ti y está conversación no tiene lugar. Eres grosero, tosco, insolente y yo me voy ahora mismo. (Le da la mano) Kuro, señor Lucifer, fue un placer, lo busqué para agradecerle y lo he...

Kuroro: (estrechando su mano) me has insultado.

Kurapika: te lo merecías.

Kuroro: bien.

Kurapika: bien.

Kuroro se dió cuenta de que Kurapika no había dejado de estrechar su mano.

Kuroro: creí que te ibas.

Kurapika: (soltando su mano) ¡ya me voy! Eres un fastidioso (camino dos paso y luego se detuvo para darse la vuelta y regresar) espera, yo no tengo que irme, esta es mi parte del barco, vete tú.

Kuroro: (burlándose) Vaya, vaya, ¿quién es el grosero ahora?

Kurapika sintió la derrota justa y sólo pudo hacer una mueca riéndose de si mismo para después buscar cambiar el tema, observó que Kuroro tenía algo bajo el brazo y se lo quitó fugazmente.

Kurapika: ¿qué es esa cosa estúpida que llevas?

Abrió el cuaderno de dibujos y empezó a observarlos, de momentos lanzaba miradas a Kuroro como si no creyera que él los había hecho, le estaban gustando.

Kurapika: ¿Que eres? ¿un artista? (hojeando más el cuaderno) son bastante buenos, ¿tú los dibujaste?

Kuroro: sí aunque no opinaron lo mismo en el viejo París. (Donde conoció a Hisoka seguramente)

Kurapika: ¿París? viajas mucho para ser un po... bueno, una persona de recursos limitados.

Kuroro: un pobre, puedes decirlo.

Kurapika siguió mirando a detalle cada uno de los dibujos y notando que en varios de ellos habían mujeres desnudas.

Kurapika: ¿eran modelos reales?

Kuroro: Así es, en París hay muchas mujeres dispuestas a quitarse la ropa.

Kurapika observa a Kuroro como si estuviera al lado de un pervertido.

Kurapika: está mujer te gustaba (señalando uno de los dibujos) la has dibujado varias veces.

Kuroro: tenía hermosas manos, (señala otro dibujo donde se muestran sus manos más a detalle junto a sus senos) ¿ves? (No, Kurapika sólo veía que se enfocaba demasiado en sus senos)

Kurapika: creo que tuviste un romance con ella.

Kuroro: no, no, no, no, sólo con sus manos. Era... una prostituta de una sola pierna (da la vuelta al dibujo para mostrarle otro donde se veía la silueta incompleta de aquella mujer)

Kurapika: (impactado) ah... bueno, tienes talento, Kuro. Ves a la gente.

Kuroro: te veo a ti.

Kurapika: (halagado) ¿Y?

Kuroro: (serio) no habrías saltado.

El rostro de Kurapika volvió a detenerse en los ojos negros de ese hombre, aunque era más grande que él, sentía que cada vez que hablaban lograba despertarle un gran interés, admiración, una emoción extraña que no quería dejar de sentir.

El almuerzo en los comedores de la clase alta estaba dando fin, en una de esas mesas, Neón Nostrade y sus amigas charlaban amenamente hasta que la peliazul se dió cuenta que Senritsu se aproximaba.

Neón: ahí viene esa mujer, finjan que ya nos vamos para que no se siente con nosotras.

En eso, las tres se levantan y Neón encara a Senritsu diciéndole que había llegado tarde y estaban por subir a cubierta.

Senritsu: qué alegría, iré con ustedes, tengo que ponerme al día con los chismes.

Sin posibilidad de quitársela de encima, Neón hizo una mueca y caminó rumbo a cubierta seguida por el resto.



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