Capitulo 16

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   ~ Podía sentir su palpitar acelerado y su respirar agitado (lo estaba disfrutando), podía sentir como estaba húmeda y mis dedos se deslizaban con total libertad dentro de ella, podía sentir su temperatura corporal, apenas estábamos empezando y ya su sabana estaba húmeda, su cuerpo gesticulando mediante una curva que decía estar en un éxtasis del que yo mismo no creí capaz de lograr. Y ahí estaba yo controlando la situación, era tan increíble cómo era tan pasiva y sumisa a mis manos (teniendo en cuenta que en un principio ella era la que sin estar presente podía dominar mi mente).

-¡Oooooh!- (gimió ella antes de decir mi nombre).

Mi corazón pálpito aún más fuerte, podía sentir como yo también estaba muy mojado.

-Voy a parar un momento para sacarme la ropa- (Le dije a la vez que terminaba de sacar mi pantalón y mi ropa interior).

Ella trato de darse la vuelta por sí misma y tome eso como acto de rebeldía al querer dejar la posición inicial en la que estaba, así que en lo que estaba de lado le di una nalgada un poco fuerte.

-¡OOH SI!, MAS POR FAVOR- (exclamo con fuerza producto de la misma).

-Dime que me amas- (Le dije en susurro al oído)

Ella se negó y en ese instante mi pacifismo ceso, me volvió un 'Christian Grey', la iba a azotar hasta que ella lo hiciera. La quería sumisa a mí y lo estaba logrando, aunque no me esperaba poner en práctica el uso del sadomasoquismo me estaba gustando, era un juego de pasión que me excitaba y podía ver en su rostro como ella lo disfrutaba a pesar que me ponía intenso (he dicho esta última oración tantas veces que creo que ustedes ya saben y la conocen, es una diabla ella).

La ayude a ponerse de rodillas en la cama y la obligue a bajar de la misma, me senté yo en el borde de la cama y mirándola a su rostro pero aun con los ojos cubiertos le dije -Me has desobedecido y debes pedirme perdón por que si no debo de castigarte-. Ella se negó frunciendo el ceño y yo le pedí por favor que se pusiera de rodillas en el piso de la habitación y pegada a mis rodillas, la incline sobre mis rodillas dejando sus pechos entre mis dos piernas, abrí la palma de mi mano derecha, la levante y con más fuerza y velocidad le di una nalgada, (por un momento pensé contenerme y parar, pero ella lo quería porque de lo contrario me hubiese lastimado de alguna manera para que parase y no hubiese permanecido sumisa sobre mis piernas) ella gimoteo y exclamo -¡No daddy, por favor!-.

Podía ver en tu rostro... como tus gotas de sudor brillaban como perlasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora